«Cuidadito donde os metéis, niños, que hay muchas cosas malas»

Estamos en el colegio de El Pilar, que tiene las paredes del recibidor cubiertas por papeles y pinturas que reproducen lugares y monumentos de la ciudad. Desde Mérida ha viajado para la ocasión gente de la Junta de Extremadura; y están también los mayores de la residencia de san Francisco con Maite, su directora, al frente; y hasta la prensa ha venido. Se trata de que los pequeños expliquen a unos y otros en qué ha consistido el proyecto 'Plasencia es cultura', que les mantuvo entretenidos y les formó durante el curso pasado y sigue en este que empezó en septiembre.

Sentado en una silla de la primera y única fila, los ancianos acaba de escuchar a los pequeños de Primaria explicar que el abuelo Mayorga se llama así porque el relojero era de Mayorga (Valladolid) o por qué la ciudad no tiene una sino dos catedrales. Los pequeños terminan su exposición y Ángel, el profesor de Educación Física, se viste de tamborilero y empieza a tocar. Al son de 'El Redoble', Julio Mateos y sus 97 años se levantan de la silla y bailan a cámara lenta. Y luego, el hombre pide hablar. Mira a los críos que le miran y se arranca: 'Cuidadito donde os metéis, que hay muchas cosas malas'.

«Que un anciano se levante y les dé un consejo a los niños, que ellos tengan la oportunidad de escuchar la voz de la sabiduría y de la experiencia, es un buen ejemplo de lo que este tipo de iniciativas permite», destaca José Vicente Granado, director general del Sepad (Servicio Extremeño de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a la Dependencia). Él ha seguido el acto en primera fila, y explica que está enmarcado en el PIEX (Plan Intergeneracional de Extremadura), que implica a distintos departamentos del Gobierno autonómico (Sepad, Consejería de Cultura o Juventud), si bien en este caso concreto, la iniciativa correspondió al colegio El Pilar.

Gracias a ella, los alumnos de Primaria han aprendido a conocer mejor su ciudad. «El abuelo Mayorga es un muñeco que podemos encontrar en la torre del Ayuntamiento, que mide dos metros y pesa 85 kilos», detalla el cuarteto formado por Paula, Alicia, Bruno y Lucas, que han elaborado unos marcapáginas coloridísimos que lucen bien visibles en un expositor rojo.

Están ahí porque la idea es que la entrada al centro educativo parezca una oficina de turismo. Y que los escolares se den un aire a los guías que acompañan a quienes visitan la ciudad. Por eso llevan altavoces colgando del cuello y se pasan entre ellos un micrófono que manejan con soltura entrañable. Silvia Sierra, la directora del colegio, explica que la idea surgió al hilo de la exposición 'Las Edades del hombre', y que han participado en ella 220 niños de tres a doce años. Aunque solo fuera por un rato y como público, también ha implicado a siete ancianos, entre ellos Julio Mateos, el abuelo bailarín del buen consejo.