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«Era una chica joven, guapa e inteligente, a la que habían intentando violar dos veces, y que presentaba un aspecto físico absolutamente deteriorado», cuenta Domingo Barbolla, sociólogo, antropólogo y profesor en la Universidad de Extremadura.
«¿Cuál era su estrategia para enfrentarse a lo que había vivido, cuál era su estrategia vital?», se pregunta. «Precisamente, deteriorarse para que no se volviera a repetir», explica.
Sin embargo, «todo cambió y comenzó a recuperarse, comenzó a sanar, cuando comprendió que era cierto que la habían intentado violar dos veces, pero que en las dos ocasiones ella se defendió y lo evitó».
Domingo Barbolla explica con este ejemplo –tiene cientos– cómo influyen los factores culturales, «la forma en la que estamos en el mundo», en el desarrollo y solución de una enfermedad. «Porque la biología no lo explica todo, hay otros factores», aclara. Porque así lo ha constatado, junto a otros profesionales, a lo largo de los más de 15 años que lleva investigando la conexión entre biología y cultura. Y así lo ha expuesto en el taller que, en el marco de un programa formativo de la Concejalía de Igualdad, ha impartido en Plasencia.
«Esa investigación la iniciamos con la enfermedad del cáncer, preguntándonos qué otros factores influían en su desarrollo», recuerda. Para eso «realizamos entrevistas a más de 300 personas y comprendimos y constatamos que la genética predispone, pero que no desencadena la enfermedad, que se encuentra en el entramado de la persona». O lo que es lo mismo, que «no es igual estar casado que soltero, tener trabajo que no tenerlo, ser mayor que joven...», detalla. Ni conocerse o no, tener claro o no el relato vital de cada uno. «Y esto nos sirvió primero para explicar el cáncer, después cualquier enfermedad o problema, porque hemos perfeccionado la técnica y es tremendamente fácil encontrar el desencadenante».
Por eso, este antropólogo asegura que «no tenemos en cuenta, no utilizamos todo el potencial que tenemos para curarnos». Porque no nos conocemos, no somos conscientes de nuestro relato vital. «No sabemos qué nos pasa porque no nos preguntamos; pero somos mucho más que biología y no es posible verlo de otro modo».
Para conseguirlo, para ser conscientes de nuestra realidad, de nuestro relato vital, deja claro también, «nos tenemos que mirar al espejo y reconocernos, ser lúcidos y conscientes de cuál es nuestra realidad, esto es el proceso de la inteligencia». Porque de este modo «la verdad sale, el relato se completa y te rehaces, porque enfrentarte a tu verdad es liberador».
Barbolla afirma que «esto va de comprender, de hacer una meditación profunda, no de ser positivo y quererse mucho; eso son tonterías que no solucionan nada». Sí lo hace, concluye, «tener lucidez sobre uno mismo, para saber qué nos pasa y elaborar una estrategia para vivir».
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