Sin ninguna duda Máximo Berrocoso 'Chispa' estaría hoy satisfecho de constatar que su legado se mantiene vivo. Sería feliz si pudiera ver el trabajo que llevan a cabo una semana tras otra quienes han seguido sus pasos, cómo niños y adolescentes placentinos continúan aprendiendo las ... canciones, bailes y juegos populares que forman parte de la cultura extremeña, que él se afanó durante años en mostrar a muchas generaciones hasta hacer de esta enseñanza casi un reto.
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Conscientes de la importancia que tiene el que no se pierdan las raíces de la tierra, esos elementos que la definen y que conforman sus tradiciones, son muchos quienes hoy continúan la labor que hace décadas inició en la ciudad Máximo Berrocoso 'Chispa'. «Fue el apodo que le pusieron en la mili, porque cada vez que le hacían un encargo no tardaba nada en hacerlo; le decían que era como un rayo, que lo hacía todo en una chispa y chispa se quedó», recuerda Inmaculada Rodríguez. Ella es una de las personas que hace 22 años aprendió a bailar con él.
«Me gustaba el folclore, pero yo era muy tímida y, por eso, no me atrevía a bailar; pero llevé a las clases a mis hijos para que ellos aprendieran». No contó con que 'Chispa' no se iba a conformar con ello. «Me dijo que allí nadie permanecía sentado, que tenía que bailar y empecé».
Inmaculada asegura que no hay día en que no haya agradecido un gesto «que me ha cambiado, que me ha hecho más abierta, tener más confianza y disfrutar de mi pasión, que es el folclore». El que hoy no solo baila con sus 33 compañeros del grupo de adultos de la Asociación Amigos del Foclore Extremeño 'Chispa', sino el que también enseña. En concreto, a los 17 alumnos, entre 7 y 14 años, que hay en el grupo infantil. Y no son los más pequeños que están aprendiendo. En la escuela hay 18 menores de entre 3 y 6 años. Y todos bailan al ritmo que marcan los 24 que integran la rondalla.
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«La pandemia nos ha perjudicado, pero estamos retomando toda la actividad», dice Inmaculada. Para continuar dando a conocer por los colegios de la ciudad lo que hacen a través de un repertorio de 88 canciones y bailes extremeños. Fandangos, rondeñas y jotas que van pasando de generación en generación de la mano de una asociación dispuesta a seguir la tarea emprendida por Chispa. Porque «a pesar de las muchas actividades que se ofrecen a los menores hoy», en un mundo marcado por las nuevas tecnologías, Inmaculada, pero también Javier y Judith Berrocoso, Beatriz Gordo, José Luis Aznar y otros muchos creen imprescindible que las raíces que forjan la cultura se mantengan. Y, por eso, siguen enseñando la letra del redoble extremeño, la tomatera, la Virgen de Guadalupe o la rondeña cacereña. Y también cómo se baila cada una, y qué es el refajo, la enagua, el pololo, la faldiquera o el mandil; y cómo son los trajes de labranza, de la Vera, de Montehermoso y Cabezabellosa, y cómo la combinación de unos y otros «puede resultar tremendamente vistosa para resaltar el folclore que no podemos dejar que se pierda, que tenemos que enseñar a quienes son la semilla del mañana».
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