Otro martes de lluvia y otro día más de mercadillo sin ventas. «Así llevamos semanas ya, la situación ha empeorado con el agua pero igualmente cuando no llueve tampoco hay público», señala Manuel Monge. «Yo me traigo al puesto el 20% de la mercancía que ... solía llevar a la Hispanidad porque aquí no se vende», añade.
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«Llevo tres semanas sin venir porque no saco nada, y hoy lo he hecho porque al final tengo que pagar la tasa por ocupación de suelo público, pero no vendemos, no hay movimiento, nos tenemos que ir de aquí», afirma Diego Rodríguez.
«En la Hispanidad montábamos a las 7 de la mañana y media hora después ya empezaba a haber gente; aquí llegan pocos, lo hacen a partir de las 10 y antes de las 12 ya estamos recogiendo», dice Noemí Pardo.
Como estos vendedores ambulantes, la inmensa mayoría de los que acuden al recinto ferial del Berrocal los martes y antes lo hacían a la avenida de la Hispanidad, quieren regresar a su anterior ubicación. «Porque esto no es ni mercadillo ni nada, tenemos que volver a la Hispanidad», afirma Jonatan Montaño, que como el resto insiste en que no les merece la pena montar los puestos para la venta que tienen.
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Juan Vázquez, uno de los portavoces de los vendedores ambulantes, concreta las pérdidas: «Un martes en la Hispanidad vendíamos por valor de unos 300 euros y aquí no llegamos de media ni a los 30 euros y tenemos la mala costumbre de comer cada día». Por eso, «tal como el lunes le planteamos al concejal Luis Miguel Pérez Escanilla, nos tenemos que ir de aquí, tenemos que regresar a la Hispanidad porque aquí no viene nadie, aquí no podemos trabajar». Y, coinciden todos, «el de Plasencia era de los mejores mercadillos que teníamos, tanto es así que con éste y otro cubríamos la semana, pero ahora la situación nada tiene que ver».
Tampoco el público que aún sigue siendo fiel al mercadillo está a favor del cambio de ubicación. El comentario generalizado es que «está desangelado». Aunque hay clientas, como Cecilia Herrero, que siguen acudiendo cada martes. «Vivo cerca del recinto ferial, antes iba a la Hispanidad y ahora vengo aquí, pero nada es igual». Y explica: «Antes quedábamos las amigas para desayunar y dar una vuelta por el mercadillo, pero aquí no es posible».
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No lo es porque no hay servicios de hostelería, porque la churrería y los dos bares que se prometieron, a modo de gastronetas, siguen sin llegar, «así que hay que hacer la intención de venir hasta aquí y son pocos los que lo hacen». De hecho, afirma Manuel Monge, «el autobús deja a la gente en el Palacio de Congresos y la cuesta que hay que bajar hasta el recinto, y después subirla para volver a coger el bus, desanima a las personas mayores».
«Yo ya no he montado este martes por la lluvia», afirma Emilio Vázquez. «Lo haré otras semanas si el tiempo lo permite como el resto, pero hasta el 15 de enero; hemos decidido que después ya no volvemos al ferial, queremos regresar a la Hispanidad y hasta entonces el Ayuntamiento tiene tiempo para organizarlo».
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