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Natalia Rey, durante el mercado del martes en la plaza Mayor. ANDY SOLÉ
Jueza a los 25 recién cumplidos

Jueza a los 25 recién cumplidos

La placentina Natalia Rey Moreno ocupará su plaza como titular de un juzgado tres años antes de lo normal en España

ANTONIO ARMERO

Sábado, 7 de enero 2023, 14:12

Veinticinco años y once días tenía Natalia Rey Moreno (Plasencia, 1997) el día que le dieron la noticia que llevaba esperando desde que era una cría. «¡Soy jueza!», gritó de felicidad entre saltos y alguna lágrima antes de abrazarse a su madre cuando le dijeron eso, que acababa de aprobar el último examen de una de las oposiciones más duras de cuantas se convocan en España.

328 temas. Tres exámenes. Esos son los muros que hay que saltar para poder ejercer como juez, la profesión con la que esta joven soñaba desde niña. «Recuerdo –evoca– cuando mis padres me dejaban en casa de mi abuela paterna a la hora de desayunar, porque ellos se iban a trabajar temprano, y ella me dejaba poner una serie de televisión que mis padres no me dejaban ver. La ponían en la segunda cadena, no me acuerdo del título, y era sobre abogados y aparecía la figura del juez. Además, era una mujer, una jueza, y yo siempre decía ya entonces que quería ser jueza, como ella».

Lograrlo le ha costado tres años viviendo en una renuncia constante a casi todo lo que no fuera estudiar. Tres años de coger los temarios a las ocho de la mañana y no soltarlos hasta las dos de la tarde. De retomarlos a las cuatro y seguir con ellos hasta las nueve. Y así todos los lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y domingo. Once horas diarias, seis días por semana para ir memorizando 94 temas de Derecho civil, 64 de penal, 59 de procesal civil, 40 de procesal penal, 28 de administrativo y laboral, 27 de constitucional y 16 de mercantil. O sea, los 328 de que consta una oposición que la mayoría saca adelante tras cinco años de estudios, según los datos del Consejo General del Poder Judicial.

Su último informe sobre jueces en prácticas, relativo al curso presente (2022/23) especifica que el tiempo medio de estudio empleado por los alumnos de la actual promoción (la 72ª) es de un lustro. Esta estadística está elaborada a partir de los cuestionarios realizados a los alumnos de la Escuela Judicial, que es el próximo destino de Natalia Rey.

Ahora, un año en Barcelona

Está en Barcelona, ciudad en la que la placentina se instalará tras la Navidad. Allí estará un año conociendo de primera mano cómo es el día a día de un juez, enfrentándose a situaciones similares a las que le tocará dirigir una vez tome posesión de su plaza.

En esa escuela, la mayoría serán mayores que ella. La edad media entre los 161 alumnos del curso actual es de 28 años, y solo hay trece de 25 años y cinco de 24. Y hay un único extremeño. En lo académico, su posición de partida será mejor que la de una mayoría, porque ha aprobado la oposición con muy buena nota. En concreto, ha quedado en el puesto 33 de 238 (contando aspirantes tanto a juez como a fiscal).

«La figura del juez siempre me ha llamado la atención porque me parece que me va a permitir ayudar a la gente, creo que a través de ella puedo aportar mi granito de arena a la sociedad», explica Natalia, que pasó toda su infancia en Plasencia. Fue alumna de Infantil en el colegio Ramón y Cajal, luego del San Calixto y más tarde del IES Virgen del Puerto, hasta que marchó a Salamanca a estudiar Derecho. Vivió los dos primeros cursos en una residencia universitaria y al tercero se fue a vivir a un piso.

Lo que asoma tras su relato calmado es alguien discreto y responsable, organizado y tímido. Ni siquiera se encuentra demasiado cómoda entre tanta felicitación por su logro. Obviamente, le satisface por sí misma, pero hay un espacio grande para el agradecimiento a sus padres. Está Natalia Rey contenta de ser jueza porque era su sueño, pero también lo está, y se le nota, por la alegría que le ha dado a sus padres, Nati y Jose, que este año han podido pasar con ella más tiempo que en las últimas navidades.

La joven terminó la carrera en junio del año 2019, se tomó ese verano libre y en septiembre activó el modo oposición. Eso incluyó ponerse en las manos de un preparador al que señala agradecida como otra de las claves de su éxito.

Sin apenas vacaciones

«Yo pasé de ir a clases –echa la vista atrás Natalia– a levantarme cada día y quedarme en casa a estudiar. Porque eres tú quien se tiene que concienciar de que lo que toca es eso. Han sido tres años en los que solo descansaba un día a la semana, y en los que las vacaciones de verano eran solo de dos semanas, y en Semana Santa de jueves a domingo. «Los sábados, mi día libre de la semana, dormía pero no me levantaba tarde. Intentaba hacer muchas cosas: salir a la calle, hacer la compra, limpiar la casa porque vivía sola...».

«Es una oposición difícil, pero sobre todo por uno mismo –reflexiona–. Yo creo que el principal obstáculo es uno mismo, su cabeza, la capacidad para asumir que hay que aguantar todas esas horas cada día. Y renunciar a muchos planes que te pueden apetecer. Porque el estudio en sí es sobre todo un trabajo de memorización de leyes». Es el precio a pagar para cumplir un deseo. Natalia siempre quiso ser jueza y ya lo es.

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