¿Qué ha pasado hoy, 7 de febrero, en Extremadura?
Oksana Butsiak, la primera refugiada ucraniana en la región, en la Plaza Mayor de Plasencia. ANDY SOLÉ

«Estoy en Plasencia, pero mi corazón y mi cabeza no han salido de Ucrania»

Oksana Butsiak, Primera refugiada ucraniana en Extremadura ·

Aunque contenta por haber sacado a sus hijos de la guerra, «necesito poder ayudar cuanto antes a mi país»

Viernes, 11 de marzo 2022, 21:06

Ahora las noches no las pasa en vela y, aunque aún no sabe cuándo logrará dormir de un tirón, Oksana Butsiak, la primera refugiada ucraniana en Extremadura, asegura que «empiezo a descansar un poco».

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Hace una semana que llegó a Plasencia. Es hermana de Maryan, ... el menor ucraniano que desde hace ocho años reside en esta ciudad con sus padres de acogida, Antonio Merino y Margarita Pardo. Son los que han hecho posible que Oksana y sus dos hijos y también Dmytro, hermano igualmente de Maryan, hayan podido dejar atrás la guerra y poner a salvo sus vidas.

«Estoy contenta por eso, lo cierto es que me alegro de haber tomado la decisión de dejar Ucrania, porque tenía mucho miedo por mis hijos». Por eso también, «agradezco muchísimo la ayuda y la acogida que se nos está dando». Especialmente, «porque ser refugiada no es fácil, son muchos los sentimientos encontrados que tengo; tanto es así que, aunque estoy en Plasencia, mi corazón y mi cabeza no han salido de Ucrania».

Porque allí no solo están sus padres y hermanos y sus amigos, sino que allí se ha quedado también su marido, el padre de sus hijos «y los bombardeos rusos se acercan a nuestra aldea y estoy muy preocupada; él está bien, hablamos tres veces al día todos los días, pero la situación cada vez es más complicada». Lo sabe porque ella sigue pendiente de lo que ocurre en Ucrania. «Porque hablo con mi familia y me cuenta, pero también por las redes sociales en las que mis amigos cuelgan vídeos y por los mensajes que me transmiten».

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Oksana sueña, como lo hacen sus hijos, con que su marido pueda estar pronto con ellos e iniciar entonces sí una nueva vida en Plasencia. «Me gusta la ciudad, la verdad es que lo que más me ha sorprendido es que es un lugar con mucha naturaleza y montañas, y esto me encanta». No tiene pensado regresar a su país, aunque «sé que si los rusos no utilizan un armamento nuclear, los ucranianos vamos a ganar esta guerra; yo creo en mi país y la implicación de toda la población en la lucha es absoluta, porque el odio a Putin se ha extendido por todo el territorio».

Ella tiene claro que si no hubiera tenido hijos a los que poner a salvo de las bombas, «hubiera cogido un arma y hubiera luchado contra los invasores que arrasan mi país». Y a pesar de las críticas que le han llegado por parte de los que se han quedado, porque hay quienes consideran que lo que ha hecho, evitar que sus hijos puedan morir en la guerra, es traición a Ucrania, esta mujer deja claro que, «aunque refugiada, yo siempre seré ucraniana».

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«Los cristales temblaron»

El día en que Oksana tomó la decisión de abandonar su casa fue cuando «escuchamos los bombardeos cerca, tanto que los cristales de las ventanas de nuestra casa temblaron; en ese momento sentimos miedo, lo vi en mis hijos y supe que tenía que ponerlos a salvo».

Junto a su marido tomaron la «durísima decisión de separarnos, porque sabíamos que a él no le iban a dejar salir, a pesar de que tiene una enfermedad autoinmune».

«Decidí sacar a mis hijos de allí cuando los bombardeos hicieron temblar todos los cristales de nuestra casa»

«Si los rusos no utilizan armamento nuclear, los ucranianos vamos a ganar esta guerra; creo en mi país»

Sin embargo, explica que por la corrupción que hay en su país «no hay certeza de que el informe médico que se presente sea verdadero o falso». Por eso, «no quisimos arriesgarnos, porque si al llegar a la frontera con Polonia no hubieran creído que su informe médico es real, aunque lo es, hubieran mandado a mi marido al frente».

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Ahora no sabe si tendrá o no que luchar, «porque la verdad es que hay tanta gente que se ha alistado, que el Gobierno ya ha dicho que por el momento no se inscriba nadie más, que hay suficientes», cuenta Oksana.

Así que ella confía en que su marido pueda salir más pronto que tarde de Ucrania e iniciar con ella y sus hijos una nueva vida en Plasencia. «Queremos que venga, empezar a trabajar los dos, que nuestros hijos puedan estudiar aquí». Porque Nazar y Andriy cada vez se encuentran mejor, «de hecho ellos ya tienen muchos menos problemas para dormir que la primera noche que pasamos en Plasencia, que los que tenían en Ucrania». Por eso Oksana está dispuesta a iniciar esa nueva vida cuanto antes, encontrar un trabajo «con el que poder ayudar a mi país y sacar adelante a mi familia». Como lo hacía antes en Strilky, la pequeña localidad en la que residía a unos 40 kilómetros de la frontera con Polonia, un país al que Oksana pasaba dos o tres veces al año, «un mes cada vez para trabajar en las campañas de recogida de fruta». Lo hacía cuando su marido, que trabajaba en un aserradero, tenía vacaciones. «Entonces él se podía quedar con nuestros hijos y yo iba a trabajar a Polonia para conseguir también ingresos para mi familia».

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Oksana asegura que «no tenía una vida fácil, era muy duro de hecho tener que separarme de mis hijos, a ellos les dolía como ahora les duele no estar con su padre». Por eso, asegura, «estoy dispuesta a luchar por una vida mejor aquí, para que ellos tengan una vida mejor aquí, y no pierdo la esperanza de poder hacerlo pronto con mi marido».

Por el momento ella ya ha comenzado a buscar trabajo y sus hijos irán al colegio, en un intento por empezar esa nueva vida con la que todos sueñan y que confían en poder alcanzar. «Tenemos una oportunidad, como otros muchos ucranianos, por la acogida que nos están dando muchos países, que nos está dando España. Muchas gracias».

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