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No fue el de este año un Viernes Santo cualquiera en Plasencia. Fue el primero de verdad tras el paréntesis de la pandemia de covid. ... Ya no hay procesiones suspendidas ni tampoco reducidas en afluencia de público. Porque ya no hay restricciones, ni de las que imponen las autoridades ni casi tampoco de las que se aplica uno mismo por convicción o necesidad. Ya son minoría los que mantienen el miedo a las aglomeraciones y el contacto social, y esto se palpa desde que comenzó la fiesta en una ciudad que llena su casco histórico un día y otro, mañana, tarde y noche. Y esto, claro, también tuvo su reflejo en los desfiles de este viernes.
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No habían dado en el reloj las nueve de la noche y ya costaba hacerse un hueco entre el público congregado a las puertas de Santo Domingo, que en estas fechas es más que nunca el templo cofrade de la ciudad. De ahí salió la procesión de la Cofradía del Santísimo Crucifijo y Descendimiento de la Cruz, ataviados sus miembros con su distintiva túnica morada, su capa, caperuz y guantes blancos, y el cíngulo amarillo.
El sol terminaba de recogerse del todo cuando aparecieron tras la alta puerta de la iglesia el Cristo de la Agonía (siglo XV, anónimo) y la talla del Descendimiento, que José Jerique esculpió en 1925, el año en el que esta cofradía empezó a procesionar en la ciudad. Las dos imágenes ilustran el relato de la agonía y crucifixión de Cristo.
Tras la escultura del Cristo de la Agonía, acompañó el desfile la Banda de cornetas y tambores del Santísimo Cristo del Humilladero, de Cáceres, en lo que supuso su debú en esta procesión del Viernes Santo placentino.
Entre las notas que marcaron el día, incluida la procesión de las nueve de la noche, estuvo el buen tiempo –casi veraniego durante gran parte de la jornada– y la presencia de mucho público en todo el recorrido. Discurrió este por la calle Blanca, plaza de la Catedral, Rincón de san Esteban, Plaza Mayor y vuelta al punto de inicio por la calle Zapatería.
Junto a las dos imágenes masculinas, desfiló también el paso de Nuestra Señora de las Angustias, al que la mayoría conoce como 'La Piedad' (José Jerique, 1903), que este año estrenó un pañuelo en hilo dorado.
El acompañamiento musical de la Banda Música Ciudad de Plasencia le dio a la procesión la solemnidad y el ambiente exigidos para la cita más popular del Viernes Santo placentino, la que más público congregó, pero no la única. Porque antes, en la madrugada del Jueves Santo al Viernes Santo, salieron a la calle otras dos cofradías. A las dos de la mañana lo hizo la del del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, y a las 6.30, la Hermandad del Santo Viacrucis.
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