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JUAN CARLOS RAMOS
Jueves, 18 de enero 2024, 07:43
El pasado martes 16 de enero tuvo lugar un acontecimiento histórico para Plasencia. Ese día, a última hora, se produjo la primera visita de San ... Fulgencio a la ciudad de la que es patrón. Nunca antes, ni de cuerpo presente ni mediante sus reliquias, tuvo posibilidad de bendecir a la capital del Jerte, cabecera de la diócesis a la que da también patronazgo.
En la misa en honor a San Fulgencio que tuvo lugar oficial en la Catedral, se veneraron por primera vez las reliquias del santo que se custodian en Berzocana. Fue posible gracias a los actos de conmemoración del año jubilar con motivo del octavo centenario del hallazgo de las reliquias. Las cofradías de Berzocana participaron en la procesión y en la eucaristía.
Tras la misa y la bendición papal con indulgencia plenaria, por parte del obispo Ernesto Brotóns, se llevó a cabo la veneración de las reliquias en la que participaron fieles y autoridades. Tras la misa, regresaron a Berzocana.
En realidad, San Fulgencio siempre ha sido más patrón de la diócesis que de Plasencia. Su arraigo popular ha sido discreto a lo largo de los años y su celebración se limita a repartir migas y perrunillas en la Plaza y a celebrar una discreta misa. Nada que ver con el fervor que despierta la Virgen del Puerto o la que despierta el propio San Fulgencio en Berzocana o en Murcia, de donde es originario.
San Fulgencio nació en Cartagena en el siglo VI y llegó a ser obispo de Cartagena y de Écija, donde murió. Lo realmente trascendente de su legado llegó siglos después de su fallecimiento. Según la tradición, sus reliquias fueron trasladadas en el siglo VIII hacia el norte por los cristianos de Astigi, que huían de la invasión musulmana. Acabaron encontrado un valle perdido en las Villuercas.
Tras la fundación de Plasencia en 1186 y la inmediata creación de su diócesis, la Corona comenzó a maniobrar para dar entidad social y política a esta zona del reino de Castilla. Eso, obligadamente, también suponía darle entidad religiosa. Fue entonces, unos años después y ya sin peligro almohade, cuando las reliquias de Fulgencio y su hermana Florentina, aparecieron en una ermita de Berzocana. «Esos hallazgos nunca son espontáneos», dice el investigador Baltar Rodríguez, que pone el foco en cuestiones geopolíticas.
También fue político el pleito de los santos, a final del XVI, cuando varias diócesis pelearon por los restos de San Fulgencio. Al final, el rey Felipe II tiró por la calle del medio y ordenó repartir el osario por las diócesis de Plasencia, Murcia y Écija. Algunos huesos, se enviaron incluso a El Escorial, pero la mayoría permaneció en Berzocana. Ocho siglos después salieron de las Villuercas, para visitar por unas horas, la capital de la diócesis
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