Juan Carlos Ramos
Domingo, 16 de abril 2023, 21:26
Como si la pandemia nunca hubiera existido, miles de placentinos se anudaron el pañuelo al cuello y pusieron rumbo a la ermita de la Virgen del Puerto para retomar aquello que habían dejado apartado en 2019. Cierto es que la romería en honor a la ... patrona de la ciudad ya contó con un buen número de fieles el año pasado, pero ha sido este domingo cuando el entorno de Valcorchero ha evocado los recuerdos de aquellas magníficas jornadas de campo de antaño.
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El domingo favoreció, con un sol radiante que permitió vestir prendas de verano y con una brizna de viento que apenas molestó. Y a pesar de que el pasto empieza a lucir más amarillo que verde, la prórroga del riesgo medio de incendios y la posibilidad de encender hogueras y barbacoas animaron a muchos indecisos a disfrutar de la romería. «Si no se hubiera podido asar, no hubiéramos subido», decía más de uno.
El radio de acampada se va agrandando a medida que pasan los años. Todo el berrocal del norte de la ciudad es susceptible de ser un lugar propicio para plantar la mesa y la silla de camping, desde la vertiente que enfila al Ambroz hasta la orilla del embalse del Jerte. Sin embargo, hacía tiempo que no sucedía, regresaron las larguísimas filas de coches cerca de la ermita, sobre todo en ambas cunetas más allá de la verja por donde suelen transitar cabezas de ganado en días con menos presencia humana.
Los chiringuitos, así como las lonas y sombrillas de los romeros, dieron color a la pradera a partir del mediodía, con una pequeña humareda que anticipaba la hora de la comida y con el sempiterno Paco Santos poniendo el hilo musical al almuerzo. Casi 50 agentes de la Policía local, a través de dotaciones caninas y dedispositivos de dron, velaban para que todo siguiera el orden correcto de las cosas.
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Los actos puramente religiosos arrancaron con misas a partir de las diez de la mañana. A las once y media, el obispo de la Diócesis, Ernesto Brotóns, ofició la eucaristía solemne. El alcalde de Plasencia, Fernando Pizarro, encabezó la amplia representación de la corporación municipal. Además, también se dieron cita en el santuario mariano miembros de las cofradías de la Virgen del Puerto de Plasencia, Virgen de Guadalupe, Virgen del Puerto de Madrid y del resto de cofradías de la ciudad.
En su homilía, el monseñor Brotóns reivindicó a la Virgen del Puerto y a Plasencia como partes de una dualidad inseparable: «Nuestra Señora del Puerto es Madre de la Misericordia y Madre misericordiosa. Difícilmente se puede comprender Plasencia sin ella. Nos acoge siempre, ya acudamos a ella con lágrimas en los ojos o con el rostro exultante de gozo». Continuó diciendo que la Virgen del Puerto «nos da una identidad, que nos vincula con lazos de hermandad y nos permite sentirnos parte de una gran familia, para, de esta manera, cuidar unos de otros, de nuestra ciudad, de sus raíces y de su fe».
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El momento culminante de la romería, como suele ser tradicional, tuvo lugar pasadas las seis de la tarde. Fue cuando la imagen de la Virgen del Puerto inició su recorrido desde la ermita hasta el Mirador de Plasencia. Los 'vivas' a la Canchalera y el saludo de los pañuelos blancos estuvieron sacudidos por el incesante repique de las campanas. Para esa hora, cientos de romeros llenaban la zona del parking, la carretera y las zonas más elevadas alrededor del templo para recibir y acompañar a la patrona de la ciudad.
Las pujas, destinadas a sufragar los gastos para los arreglos de flores, capilla y mantos de la Virgen, fueron las más emocionantes de los últimos años. Estuvieron dirigidas por José Manuel Becedas, que se despedía de esta labor 44 años después de dirigir la primera. Tras dedicar esta larga trayectoria a su mujer Concha, con la voz temblorosa, suyo fue el último 'viva' a la Virgen. Luego cedió el testigo a Paco Santos, que seguramente dirigirá la de 2024. Las pujas pagadas este año fueron de 150 euros por la entrada al templo, de 50 por el ramo y de 1.5000 por la subida al camarín de la imagen.
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A partir de ahí, todos los romeros, tanto los devotos como los agnósticos, enfilaron el camino a casa deseando que el próximo año sea, al menos, igual de bueno que éste.
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