
CELIA HERRERA
Viernes, 27 de octubre 2006, 12:54
La imagen del frontal escénico del Teatro Romano de Mérida es un referente mundial cuando se habla de arqueología y de patrimonio monumental, y nadie que haya disfrutado de su majestuosidad en una noche de verano, durante una representación teatral del festival emeritense, podrá borrarla de su memoria.
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Siendo así, quizás tampoco sea tan importante que su fisonomía actual no se corresponda con la original, tal como indican los primeros estudios que se han empezado a realizar con la más alta tecnología en el monumento.
Los arquitectos de la universidad italiana de La Sapienza han utilizado un sistema de scan-láser con el que es posible reconstruir la planta y los volúmenes originales del edificio, al igual que hicieron anteriormente con el Coliseo romano y otros monumentos importantes.
El mismo sistema ha sido empleado en el Anfiteatro y, aunque falta el análisis de los datos recogidos, la técnica ha dejado claro que las plantas originales de ambos monumentos no se parecen en nada a lo que se tenía constatado hasta ahora, y que la restauración que se hizo del Teatro a principios del siglo XX no fue del todo correcta.
Medios limitados
De hecho, hasta se ha podido comprobar que algunas columnas del frente escénico no están donde deberían, explica el director del proyecto, Pedro Mateos, también director científico del Consorcio Monumental y del Instituto extremeño de Arqueología.
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Mateos aclara que, con los medios y conocimientos disponibles en la época, los arqueólogos y arquitectos que trabajaron en la excavación y reconstrucción hicieron lo que pudieron, y los posibles fallos que se detecten no serán un demérito a su labor.
El proyecto que se aborda ahora pretende conseguir una restitución en tres dimensiones de ambos monumentos, para lo que hay que averiguar cómo eran en realidad y qué relación tenían con el resto de la ciudad.
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Para ello, se va a realizar un estudio exhaustivo, quizás uno de los más completos que se estén desarrollando actualmente en la arqueología mundial, de todos los aspectos del monumento, incluida la excavación, que se llevará a cabo en cuatro campañas.
Su inicio ha despertado una gran expectación a nivel internacional, lo que convierte a Mérida en un centro de investigación arqueológica de primera magnitud en Europa.
El estudio y excavación de los edificios cuenta con el apoyo del Plan Regional de Investigación de la Junta y ha sido diseñado por el Instituto de Arqueología, dentro de la línea 'Arqueología de la Arquitectura'.
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En él participan, además de investigadores del Consorcio Monumental y del Instituto de Arqueología, los mejores especialistas en documentación, arquitectura, escultura y decoración arquitectónica, iconografía y urbanismo romano de la Universidad Autónoma de Madrid, la universidad romana de La Sapienza, el Museo Nacional de Arte Romano y el Instituto de Arqueología Alemán.
Aunque tanto el Teatro como el Anfiteatro ya fueron excavados en varias ocasiones desde 1910, se intenta partir de cero, que es el mejor sistema para poder avanzar en la investigación, según destaca Pedro Mateos.
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Primeros hallazgos
El Anfiteatro, por ejemplo, ya ha empezado a dar algunas sorpresas. Su análisis con el scan-láser ha corroborado que su estructura es un óvalo imperfecto, lleno de irregularidades inexplicables, ya que no se deben a condiciones geofísicas del terreno, sino más bien a la existencia previa de la muralla de la ciudad.
La hipótesis que se baraja, apoyada por otros datos, como la aparición de un enterramiento en la zona de una de las gradas, es que tanto el Teatro como el Anfiteatro fueron construidos a mediados del siglo I, bastante después de la fundación de la ciudad, al contrario de lo que se pensaba hasta hace no mucho.
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Por tanto, al principio estarían situados en la zona extramuros y posteriormente fueron integrados en el entorno urbano.
La importancia de este dato no radica sólo en que se pueda fechar con mayor o menor exactitud la construcción de estos importantes edificios, sino en que ello indicaría la existencia de un modelo de ciudad «más estratégico y complicado de lo que se pensaba hasta el momento», y que iría planeándose a lo largo del tiempo «haciendo ciudad».
En este sentido, también es destacable el hallazgo de parte de la conducción de agua de San Lázaro, que también data de finales del siglo I, y que abastecería tanto al Teatro como al Anfiteatro.
Al margen de los resultados y de la importancia de la investigación, la propia excavación representa un valor añadido para estos monumentos, ya que se desarrollan a la vez que se permite la visita, por lo que los turistas pueden curiosear y ver cómo trabaja en el lugar un equipo formado por más de 30 personas, entre arqueólogos, peones especializados, dibujantes y topógrafos.
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Conscientes de este atractivo, el Consorcio de la Ciudad Monumental tiene previsto organizar algunas visitas guiadas a las excavaciones para los más interesados.
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