«A las puertas de la Navidad, aquel fatídico 14 de diciembre, Alfonso se despidió de mí, me dio un beso y todavía me retumba ... en la cabeza el 'Hoy comeremos juntos'; una comida fría de por vida que nunca se realizó». Con esas palabras recordaba este viernes Caty Romero a su marido, Alfonso Morcillo Calero, asesinado por ETA en 1994 cuando salía de su casa en Lasarte – Oria (Guipúzcoa). Más de 30 años después, la localidad pacense de Medellín recuerda al que fuera su vecino, la última víctima extremeña de la banda terrorista.
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Aunque nacido en Badajoz, este Sargento de la Policía Municipal de San Sebastián consideraba Medellín como su pueblo, pero han pasado más de tres décadas hasta que se le ha rendido homenaje. Aunque desde este viernes, Alfonso Morcillo da nombre a una calle próxima a la entrada del municipio extremeño, donde además se descubrió un monumento en especial a su memoria, pero también a la de todas las víctimas del terrorismo.
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«Hoy podré dormir tranquila, tras largos 30 años, se cumple con Alfonso un acuerdo plenario y se le reconoce por primera vez en su pueblo, donde reposan sus cenizas; porque aunque nació en Badajoz era aquí donde quería terminar su vida», expresaba una emocionada Caty Romero, «hoy Alfonso sí es ya por fin profeta en su tierra y mantener viva la memoria de lo acontecido en nuestra historia reciente es de justicia».
Aquel 15 de diciembre de 1994, el policía Alfonso Morcillo Calero salió de su casa hacia su puesto de trabajo en San Sebastián. Apenas había recorrido unos metros desde el portal cuando los etarras Francisco Javier García Gaztelu 'Txapote' y Valentín Lasarte le dispararon por la espalda, causándole la muerte. «Lo único que volví a ver de él fue un reguero de sangre a las puertas de mi portal», recordaba su viuda con tristeza.
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Tenía 40 años, estaba casado en segundas nupcias y tenía dos hijos del matrimonio anterior. Era miembro de la Policía Municipal de la capital guipuzcoana desde hacía 17 años. Desde hacía cinco años, además, Alfonso era el máximo responsable de la Unidad de Investigación.
«Mi voz será la de los ausentes porque su voz quedó sellada bajo tierra», decía durante su intervención Caty Romero, recordando que ETA asesinó a más de 850 personas, entre ellas, 55 extremeños. «Dejando además un reguero de personas heridas, marcadas y dañadas; a cambio, nosotros les hemos permitido disfrutar de un estado de derecho y unas reivindicaciones que para ellos quisieran otros presos, sólo ocurre con los del tiro en la nuca», denunciaba en este sencillo acto al que asistieron representantes políticos de la región, pero también del País Vasco, así como miembros de los diferentes Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y del Poder Judicial. «Siempre quiso volver a su tierra cuando se jubilara, pero no pudo ser porque así lo decidieron unos terroristas a los que muchas veces se recibe como héroes y se les rinden homenajes para desagravio de todas las víctimas», insistía.
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Cabe recordar que, en 2006, La Audiencia Nacional condenó por este asesinato al etarra Francisco Javier García Gaztelu a 29 años de prisión. En la sentencia, se consideró probado que 'Txapote' estaba integrado en el «comando Donosti» de ETA y que, siguiendo instrucciones del entonces responsable de la banda José Javier Arizkuren Ruiz 'Kantauri', ordenó al también etarra Valentín Lasarte que vigilara a Morcillo.
«La memoria y el recuerdo de Alfonso es por lo que hoy estamos aquí, pero el homenaje es para ti, Caty, porque representas la memoria viva de lo que nunca debe volver a pasar», dijo José Luis Quintana, delegado del Gobierno en Extremadura.
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«Asesinaron a un servidor público con un tiro en la nuca, por la espalda, cobardemente, como solo sabían actuar los etarras, y volvieron a teñir de sangre nuestro pueblo», explicaba Agustín Valdivia, alcalde de Lasarte – Oria, que quiso estar presente en el acto celebrado en Medellín. «Alfonso era un hombre que como tantos extremeños y extremeñas dejaron su tierra buscando un futuro mejor, personas que con su trabajo hicieron posible la Euskadi que hoy tenemos, Lasarte – Oria no se podría entender sin ellos», proseguía.
En términos similares se manifestaba Jorge Mota, concejal en el Ayuntamiento de San Sebastián. «Fue asesinado vilmente por la banda terrorista ETA y su muerte dejó un vacío inmenso en su familia, en sus compañeros y en todos aquellos que defendemos los valores de justicia, paz y democracia», expresaba poco antes de descubrirse la placa y el monumento en honor a esta víctima de la banda terrorista, «hoy no solo lloramos su pérdida, también celebramos su legado; Alfonso era un servidor público ejemplar y también un esposo, amigo y un hombre comprometido con su deber».
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Por parte de la Junta de Extremadura, el homenaje contó con la presencia de David González, secretario general de la Presidencia. «La herida se abrió en diciembre de 1994 cuando los sanguinarios terroristas de ETA segaron la vida de uno de los vuestros, de uno de los nuestros», dijo González durante un acto al que también asistieron algunos familiares de Alfonso Morcillo que coincidían en agradecer este reconocimiento que para muchos se ha hecho esperar durante demasiado tiempo.
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