Lucio Poves
Lunes, 9 de mayo 2022, 11:50
Los militares santeños del Ejército de Tierra José Mª Gordillo Rando –sargento primero- y Jorge Moreno Gordillo –soldado-, ambos destinados en el Regimiento Saboya número 6 de la Base General Menacho (Botoa), volvían a casa el pasado mes de mayo tras participar desde diciembre junto con otros militares extremeños en la misión que las tropas españolas desarrollan en Irak dentro de la coalición internacional que lucha contra el terrorismo yihadista.
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Ambos son ya veteranos en este tipo de misiones. Para José Mª ésta ha sido su cuarta misión –también ha estado en Kosovo y dos veces en el Líbano- y la segunda para Jorge -que se estrenó en el Líbano-, todas ellas misiones voluntarias y humanitarias en la que ambos han participado de buen gusto porque consideran que, aparte de ser una experiencia personal, forma parte de su trabajo. En algunas de ellas también han participado y coincidido otros dos militares santeños, Enrique Montaño Patilla y Curro Gordillo, que esta ocasión no han viajado con sus compañeros.
«En Irak nuestra labor ha estado centrada en el adiestramiento de unidades militares iraquíes para enseñarlas a combatir contra el Daesh. Nuestra misión, que compartíamos con otros militares británicos y portugueses, era doble –explica José Mª- un grupo de instructores nos encargábamos del adiestramiento, mientras que otro grupo a los que los llamamos 'los ángeles de la guarda', entre los que se encontraba Jorge, estaba encargado de la protección, dando seguridad a los instructores mientras desarrollábamos nuestra labor».
Ambos militares aseguran que el peligro está en todos lados y accidentes pueden ocurrir allí y aquí, «por suerte no hemos sufrido ningún ataque directo contra nosotros, aún así nunca bajamos la guardia ni caemos en la rutina», dice Jorge. En esta misión no han tenido ningún tipo de relación con la población civil, «estábamos en un cuartel militar en el que sólo se instruía» y dicen que la relación con los militares iraquíes ha sido buena -con ellos se comunicaban a través de intérpretes, una figura esencial en estas misiones. «Por lo general, los militares españoles, por nuestra forma de trabajar, estamos bien considerados, nos demuestran afecto y tenemos con la población civil un buen trato».
Aún echando mucho de menos a sus familias, la misión no se les ha hecho larga, sí para sus familias, que aunque también les han echado de menos, lo que peor llevan es la «intranquilidad que genera saber donde están», dice Gema, la esposa de José Mª, «se hace muy largo, y en ese tiempo pasan muchas cosas, malas y buenas que no puedes compartir con ellos».
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Sin embargo ellos no cierran las puertas a nuevas misiones, «es nuestro trabajo». Ya no les es posible participar en una misión que les gustaba especialmente, Afganistán, porque está cerrada, pero ya tienen la vista puesta en Mali. De momento tanto José Mª como Jorge están en casa sanos y salvos, disfrutando de sus familias y amigos, que respiran aliviados y felices por tenerlos cerca. Desde este periódico también les damos nuestra más calurosa bienvenida.
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