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gosto es mes de fiesta y reencuentros en los pueblos, pero también empieza ya a ser de despedidas. Y es que, tras varias semanas de ... regreso para los emigrantes, comienza la cuenta atrás para volver a la rutina. Quizás por eso, estas últimas celebraciones se disfrutan más. Es el caso de Los Guadalperales, municipio pacense que apenas supera los 800 habitantes, pero que en estas fechas recibe a muchos emigrantes. Esta semana han celebrado la 'Fiesta del Melón', uno de sus eventos más importantes bautizado por el fruto por excelencia de este pueblo, el melón 'piel de sapo'.
«Teníamos San Isidro y San Fulgencio, pero no había una fiesta en verano; entonces, se propuso hacer una para que todos los emigrantes regresaran y conviviéramos esos días todos juntos», explica Paqui, vecina de Los Guadalperales que presume de que allí se han cultivado por tradición «los mejores melones de la zona».
La fiesta fue cada vez a más y se aguadaba con ansia la llegada de esta fecha. Primero fue la peña del Emigrante y, en este 2024, ya alcanzan la veintena con más de 400 personas. Este sábado, el protagonismo gastronómico fue compartido entre el melón y la paella con más de 1.200 raciones repartidas en una plaza que fue tomando color desde el mediodía.
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Así, mientras en la sede de la cooperativa más de medio centenar de personas cocinaban 23 paellas, en la plaza de la Iglesia se empezaban a reservar mesas para disfrutar allí de la comida. De ese cocinado se ocupan tanto los vecinos del pueblo como los emigrantes. «Al principio, se hacían dos o tres paellas», recuerda Pedro Ciudad, natural de Madrigalejo y que emigró a Madrid, pero regresó en la pandemia ya de forma definitiva. Ahora, se encarga de dirigir a los cocineros. «El secreto no es otro que un buen fumé y sofrito», dice sobre este trabajo en equipo en el que le ayuda Vale, que regresa de Madrid desde hace años, «es algo que te engancha y volver al pueblo es lo más bonito que hay».
Ataviado con una camiseta rosa de su peña, Antonio relata que el secreto de la paella es «prestarle mucha atención a cada detalle». Él es de los que hace el viaje más largo de regreso, pues reside en Mallorca, «nos fuimos como emigrantes y volvemos siempre que podemos porque además es una época de reencuentros».
Terminado el cocinado, toca llevar las paellas a la plaza, con un gran ambiente entre las peñas repartidas por varias zonas, pero disfrutando de una convivencia común. Acompañando al arroz no puede faltar una rodaja de melón en estas fiestas que este año son más especiales si cabe, pues falta su alcalde, Francisco Gómez, fallecido el pasado 25 de junio, «se le echa en falta, porque además lo dejó todo preparado».
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