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Hinojo, escaramujo, poleo, cardo o verdolaga son plantas que los más jóvenes desconocen y a los adultos los recuerda al pasado. Esto último, sin duda porque para nuestros abuelos todas esas hierbas tuvieron un valor fundamental en sus vidas por sus virtudes tanto nutritivas como medicinales.
Se trata de pequeñas especies vegetales que crecen a nuestro alrededor pero que suelen pasar inadvertidas en nuestras salidas al campo porque las consideramos vulgares, sin valor o incluso malas hierbas. Nada más lejos de la realidad, es la conclusión a la que ha llegado el grupo que ha participado en el paseo guiado por el paraje del Quinto Coto, en Villanueva de la Serena, a orillas del río Zújar, para celebrar el Día Internacional de la Fascinación por las Plantas.
Una ruta en la que aprender a reconocer aquellas plantas comestibles o con usos culinarios «porque se cometen muchos errores al pensar que no tienen valor o se desconoce el uso que pueden tener», asegura la bióloga y técnico en Educación Ambiental, Gloria Lorenzo. «No imaginas lo agradecido que es el hinojo, porque de él se come todo», señala, mientras mentalmente lo va diseccionando. «El bulbo es consumido como hortaliza, las hojas y las flores picadas son hierba aromática, y las semillas secas son perfectas como especia para condimentar pescados, hacer encurtidos y aliños por un aroma anisado», explica esta bióloga.
Otras plantas comestibles que hemos disfrutado a principio de la primavera son la colleja, el majuelo, la coruja o la romaza, explica. Pero si hay una planta silvestre que todos reconocemos es el cardo, del cual hay hasta diez tipos diferentes. Lo que seguro ignoramos son sus aplicaciones, según si están en flor o echando ya las semillas. En el primer caso está el cardo mariano, ideal para infusiones como protector estomacal, mientras lo habitual estos días es encontrar ya el cardo cuajaleche. Gloria lo señala durante la ruta mientras algunos miran con escepticismo al también llamado cardo borriquero, dudando de tantas propiedades. Sus hojas se recolectan de febrero a marzo y se usan en ensaladas, pero cuando ya está espigado se usa la flor para cuajar la leche y elaborar el famoso Queso de La Serena, comenta. Otros tipos comunes son las tagarninas o los cardillos «aunque lo ideal no es solo identificar las plantas, sino saber cómo aprovechar cada parte según la época del año en que las encontremos», recuerda.
Ella, junto a su compañero biólogo Arturo López, participan divulgando esos conocimientos tradicionales a través de rutas 'in situ', pero también facilitando a los alumnos unos documentos con el saber popular sobre la biodiversidad. Para ello, botánicos de todo el país, entre ellos los extremeños Trinidad Ruiz, José Mª Blanco o Francisco Vázquez, han entrevistado a mayores para que los conocimientos queden catalogados «antes de que esas generaciones se marchen».
Nadie como nuestros mayores para saber del valor de lo que da la tierra silvestre. Especialmente quienes descubrieron que, tras la Guerra Civil, en época de hambruna, comer lo que encontraban en el campo era su supervivencia.
Sin embargo, aunque a nivel particular se ha perdido el interés por salir a recolectar al campo o conocer las plantas silvestres, a nivel culinario muchas de ellas se han puesto de moda. Así lo destacan estos dos biólogos, quienes recuerdan que grandes chefs están recuperando esos usos y sabores tradicionales para innovar en la restauración «y también deberíamos hacerlo en nuestras casas», aconsejan.
A esa recuperación contribuyen acciones como el I Biomaratón de flora española llevado a cabo el fin de semana, organizado por la Sociedad Española de Botánica. Muchos estos días se han sumado a la propuesta de fotografiar especies que después han sido identificadas con el asesoramiento de otros aficionados y expertos.
La necesidad de este tipo de acciones ponen de manifiesto la pérdida casi total del uso culinario que se ha dado a algunas de las plantas de toda la vida. Lorenzo destaca el escaramujo, con una gran fuente de vitamina C y con el que se hacía mermeladas «sin entrar en los usos curativos para prevenir infecciones, antidiarreico o para restaurar la firmeza de la piel». Hay otros que han perdurado llegando a estar más de moda que nunca, como es salir a coger espárragos.
Estos expertos apuntan no solo a la falta de transmisión de conocimientos de los mayores como causante de la desaparición de las plantas, sino también a la degradación de las zonas en las que crecen por el impacto humano. Es el caso de los brotes tiernos de nueza y rabiacanes, dos trepadoras de zona ribera, que fueron usadas en época de hambruna para hacer revueltos o tortillas, y que ahora se echan de menos.
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Álvaro Rubio | Cáceres y María Díaz | Badajoz
María Díaz | Badajoz
Cristina Cándido y Álex Sánchez
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