13 de septiembre y la noche mágica de las antorchas. Salvatierra y su Cristo de las Misericordias reviven el próximo viernes una procesión emotiva en la que la devoción al Cristo y el recuerdo de los salvaterreños fallecidos y de los que no pueden estar en esa ocasión se juntan para conformar un cuadro singular. En medio de un atronador silencio, durante una media hora aproximadamente, el municipio de la Sierra Suroeste expresa su secular devoción al Santísimo Cristo de las Misericordias a través de la luz. La que desprenden primero las antorchas, unas 220, y después las bengalas, alrededor de 120.
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La Procesión de las Antorchas conduce al Cristo desde la iglesia de San Blas hasta la plaza de España en un breve recorrido que empieza a las 23.30 horas. Solo la pandemia y alguna noche muy lluviosa de un 13 de septiembre que ni los más viejos del lugar recuerdan han impedido este impresionante homenaje visual y sentimental de Salvatierra de los Barros y sus gentes.
Al Cristo lo llevan sobre sus hombros seis integrantes de la Hermandad del Santísimo Cristo, que cumple 158 años de existencia. Escoltado por una hilera humana que porta llameantes antorchas, apagado todo el alumbrado público, en un silencio solo roto al principio y al final por el repicar de campanas, la imagen del crucificado es llevada por la senda luminosa que dejan las centenares de personas apostadas entre la plaza del Atrio y la de España. Menos de cien metros de distancia para una procesión que parece quedarse corta. Es el espectacular homenaje del pueblo a su Cristo.
La plaza de España que se queda pequeña para el multitudinario homenaje al Señor crucificado, una bella y menuda talla de estilo gótico. Una mujer canta al Cristo desde el balcón del Ayuntamiento y un sacerdote pronuncia una breve homilía para aumentar el fervor y la devoción del pueblo hacia el Señor de las Misericordias. En ese momento se recuerda también a los salvaterreños que han fallecido y a los que no pueden estar en un noche sentida de fe en Salvatierra.
El silencio de la Procesión de las Antorchas se rompe cuando el Cristo es llevado de nuevo a la iglesia iluminado por bengalas, tras el himno nacional, y entre el incesante repiqueo de las campanas de la iglesia.
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Se acaba entonces el homenaje público al Señor de las Misericordias, que regresa al templo parroquial entre vítores, y empiezan las fiestas del Cristo, que se prolongan en esta ocasión hasta el lunes próximo.
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