RR.SS. PACO CASTAÑARES
Borrasca

Los cauces crecidos en el norte de Cáceres arrastran cenizas de los incendios del verano

El río Ladrillar, en Las Hurdes, o el arroyo de San Juan, en Sierra de Gata, son algunos de los cauces que se han teñido por los materiales del terreno calcinado

redación

Miércoles, 14 de septiembre 2022, 13:24

Las fuertes precipitaciones que está dejando la borrasca esta semana en el norte de Extremadura están provocando el arrastre de cenizas y otros materiales procedentes de los fuegos que este verano causaron graves daños medioambientales en comarcas como Las Hurdes o la Sierra de Gata.

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En las imágenes difundidas por Paco Castañares, presidente de AEEFOR (Asociación Extremeña de Empresas Forestales y del Medio Ambiente), se aprecian los lodazales en los que se han convertido algunos cauces con el del río Ladrillar, en Las Hurdes, o el arroyo de San Juan, a su paso por la piscina natural de Torre de Don Miguel, en la Sierra de Gata.

Precisamente este miércoles el Diario Oficial de Extremadura ha publicado dos resoluciones de la Consejería de Agricultura, Desarrollo Rural, Población y Territorio en las que se declaran las zonas de actuación urgente tras los devastadores fuegos del mes de julio en Las Hurdes y Campo Arañuelo, en la Sierra de Miravete y en el área de influencia del Parque Nacional de Monfragüe.

Evitar la erosión

En dichas resoluciones se resalta la necesidad de actuar para evitar las graves consecuencias de la erosión del terreno por las lluvias de otoño e invierno. Fuertes precipitaciones que ya se están produciendo en los terrenos afectados por los fuegos.

Como explicaba HOY el pasado 28 de agosto, reducir la cantidad de ceniza que llegue a los cauces con las lluvias era la prioridad de la Administración regional. «Al quemarse la vegetación, el suelo queda desprotegido y el agua de lluvia arrastra las cenizas y el suelo, de modo que al final, el suelo pierde su fertilidad y así es más difícil revegetar», advertía entonces Pedro Muñoz, director general de Política Forestal de la Junta.

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Lo primero que hizo la Administración fue esparcir paja sobre una parte del suelo quemado. Para ello, compró unas 120 toneladas de este material. «La paja –explicó Muñoz– se fija al suelo gracias a la ceniza, y así sujeta el terreno y favorece el crecimiento de la tierra».

En las zonas más altas y de difícil acceso, la suelta de paja se hizo con un helicóptero del plan Infoex. Es lo que técnicamente se conoce como 'helimulching', una técnica que Extremadura ya empleó hace dos años.

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De manera casi simultánea estaba previsto que, además de la paja lanzada, se acometiera la segunda fase. Una parte de esa madera quemada se utiliza para formar diques de contención contra el arrastre de cenizas, aunque estos se hacen también con piedras secas (fajinas, caballones, gaviones y albarradas).

Tras las medidas de protección hidrológica, el corte y extracción de la madera quemada y el acondicionamiento de caminos, la última fase de los planes de actuación será la repoblación, aunque la administración prefiere hablar de restauración. Es decir, replantas las especies vegetales arrasadas.

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