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El pabellón polideportivo de Moraleja se ha convertido en el punto de acogida para los vecinos evacuados de Cadalso, Robledillo de Gata y Descargamaría por el fuego que empezó en Las Hurdes y ya se ha adentrado en la Sierra de Gata. Allí han empezado a llegar esta madrugada en coches y autobuses porque las llamas estaban amenazando a estas tres localidades. En total, más de 500 personas han tenido que abandonar sus hogares con miedo a que el fuego se lleve parte de sus vidas.
«Ha llamado la Guardia Civil a las cuatro de la mañana a nuestra puerta de casa diciendo que teníamos que salir ya, que el fuego estaba aquí. El alcalde ya nos había avisado. Nos ha dado tiempo a coger las medicinas, una chaqueta y poco más», contaba Fidela Fernández, de 64 años y de Cadalso.
Ahora está evacuada en Moraleja junto a 220 vecinos de esos tres municipios. Otros han ido tirando de familiares de la zona y están en sus casas. Las personas más mayores han sido realojadas en residencias de pueblos de alrededor de Moraleja como Vegaviana y Torre de Don Miguel.
Además, también hay mayores, tres por el momento, que han sido trasladados a la residencia del Centro de Formación del Medio Rural que hay en Moraleja.
Una de ellas es María Auxiliadora Domínguez. Tiene 95 años y asegura que nunca antes había visto un fuego así. Y ha presenciado muchos.
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También ha visto más de uno María Molano, que en la mañana de este viernes se mostraba nerviosa y angustiada por el avance de las llamas. «El fuego está muy cerca de una casa de campo que tenemos en Santibáñez y al lado de Cadalso. Mi marido se ha ido allí para intentar apagar el fuego. Toda una vida invertida para que se vaya con las llamas», decía desde el pabellón de Moraleja.
Allí la Cruz Roja, Protección Civil, el alcalde de Moraleja, César Herrero, y equipos de psicólogos de emergencias del Colegio Oficial de Psicólogos de Extremadura no han parado de atender a los evacuados. A las nueve de la mañana les han servido el desayuno e incluso se han hecho actividades para tener entretenidos a los niños.
Raquel Gómez
Vecina de Cadalso
Una forma de alejarlos de esta tragedia marcada por la tensión. «Desde casa se veía todo rojo y en llamas, un infierno. He sentido miedo e impotencia», contaba Raquel Gómez, vecina de Cadalso que también ha tenido que salir a las cuatro de la madrugada de su casa y ahora está en el pabellón de Moraleja.
Los vecinos ya acumulan muchas horas de cansancio. «Estábamos durmiendo y ha empezado a sonar por megafonía el bando diciendo que teníamos que desalojar. El alcalde también ha ido llamando por teléfono a casi todos los vecinos. Estaba nerviosa y no sabía ni lo que tenía que coger», decía Isabel Jiménez, de Robledillo de Gata.
A ella, al menos, le ha dado tiempo a coger las medicinas. Otros, sin embargo, las han olvidado y los trabajadores sociales que están en la zona se han encargado de solucionarlo.
Un alivio de ayuda para los afectados de este incendio que se mueven entre el nerviosismo, el miedo, la calma de escuchar que por el momento el fuego no ha llegado a sus casas y la tensión de un incendio que no para de avanzar.
En el pabellón de Moraleja los evacuados no sé despegan del teléfono móvil haciendo llamadas a sus familiares y amigos para saber si las llamas pueden entrar en sus casas.
«Queremos ir a recoger a los animales pero no nos dejan entrar en el pueblo. Hemos tenido que salir y allí están mi perro y mi gato. Están dentro de casa, espero que estén bien», dice angustiada Minerva Blanco, de 30 años y de Cadalso, que ha tenido que dejar su casa.
Lo comenta con incertidumbre porque no saben cuándo van a poder volver a sus hogares. La mayoría ya tiene asimilado que pasarán otra noche más en el pabellón de Moraleja para protegerse del incendio.
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