![Magdalena García y Pedro Heras se fotografían entre cerezos en flor en Cabezuela del Valle. Han viajado desde Leganés.](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202204/05/media/cortadas/andysole_turistas_4-R6au14CTLAcsWuUXuDZYXOK-624x385@Hoy.jpg)
![Magdalena García y Pedro Heras se fotografían entre cerezos en flor en Cabezuela del Valle. Han viajado desde Leganés.](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202204/05/media/cortadas/andysole_turistas_4-R6au14CTLAcsWuUXuDZYXOK-624x385@Hoy.jpg)
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No es aún mediodía y José Crespo ya ha atendido en su bar restaurante a clientes «de Vitoria, de Pamplona, de Asturias...», cuenta el chef y empresario. Crespo's Parrilla está en Cabezuela del Valle, una de las localidades que atraviesan en coche la mayoría ... de los turistas que cada año viajan hasta el Valle del Jerte para ver el cerezo en flor, un fenómeno natural que apura sus días. Según la web oficial de Turismo de la comarca, habrá árboles blancos hasta el próximo domingo.
La carretera N-110 (Plasencia-Soria) cruza la comarca y va mostrando en sus márgenes los bancales con esos árboles aún blancos a mitad de ladera y en las zonas altas, y ya verdeando en las cotas más bajas y cercanas a la vía. El sol, la lluvia y la temperatura marcan los tiempos de esta fiesta del norte extremeño que a última hora ha tenido mala suerte con la meteorología, porque el frío y el agua roban viajeros, pero que aún así, ha firmado un buen marzo, con llenos hosteleros cada fin de semana.
«Estoy contento, me ha ido bien, la verdad», dice Crespo, que el pasado lunes dio setenta comidas, una cifra estupenda para un día laborable y con mal tiempo. Quizás una parte del mérito la tiene su menú degustación de cuatro platos por catorce euros. Esta semana toca croquetas de puerro y lacón para empezar, ensalada gastronómica o migas del pastor de primero, solomillo con patatas revolconas o trucha a la jerteña –un clásico del lugar– de segundo, y flameado de frutos rojos o bizcocho borracho con helado para coronar.
maría antonia mata y josé enrique barbero
josé crepo
Bar restaurante Crespo's Parrilla (Cabezuela del Valle)
No lo tomarán, porque tienen otros planes para el día, José Enrique Barbero y María Antonia Mata. Vienen desde Mondragón (Guipúzcoa), aunque los dos son hijos de emigrantes extremeños. De hecho, tienen casa en Cilleros, en la Sierra de Gata. Llegaron el lunes por la tarde y se alojan en Hervás, donde pasarán las cuatro noches de su aventura extremeña. «Para llegar al Jerte hemos cruzado el puerto de Honduras, y estaba nevando, me ha sorprendido que nevara en Extremadura, nos hemos parado a hacernos fotos», cuenta él. «Tiene muchas curvas, y no hemos podido verlo bien porque había niebla, pero es muy bonito», refrenda ella.
El matrimonio viaja con una hermana de ella, y hoy (por ayer) han estado viendo los cerezos y su intención es comer en Cáceres. Para los próximos días quieren visitar Granadilla y Plasencia, más lo que vayan encontrando en el camino y les llame la atención. «Hemos visto algunos cerezos con la flor muy blanca y otros más apagados», dice María Antonia. «El día tampoco acompaña, pero aún así, la verdad es que es precioso», añade él.
No lo tiene tan claro Magdalena García, que está a la salida del pueblo y se declara algo decepcionada. «En la tele se ve más bonito», dice la mujer, que viaja con su marido, Pedro Heras, que nació en el Valle del Jerte. Los dos viven en Leganés y pasarán en la región una única noche. «Llamé al hostal el sábado para reservar habitación para el lunes, pero me dijeron que tenían un grupo y estaba lleno, que tenía que ser para el martes, y eso hemos hecho», cuenta el hombre, que hacía unos veinte años que no volvía a su tierra y asegura haberla encontrado «muy cambiada, para bien».
Los madrileños como ellos siguen siendo mayoría entre los turistas del cerezo en flor, aunque el valle acoge estos días a visitantes llegados desde más lejos. «Este fin de semana he tenido bastante gente del norte de España, y la semana pasada de Andalucía», apunta José Crespo, que guarda un buen recuerdo de la fiesta del año pasado. Hubo menos viajeros porque Extremadura estaba entonces cerrada por la pandemia de covid-19 y nadie podía entrar ni salir de la región sin causa justificada. «Pero tuve en el restaurante a muchos extremeños –apunta el cocinero y empresario tras la barra de su negocio–, gente de Badajoz que comentaban la alegría que les daba estar descubriendo su tierra».
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