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A. B. Hernández
Martes, 4 de marzo 2025, 13:54
Villanueva de la Vera es un año más fiel a su tradición más arraigada, a la que cada martes de carnaval reúne a cientos de personas en torno al Peropalo, el malhechor al que los vecinos del pueblo dan caza, someten a escarnio público y condenan a muerte durante uno de los carnavales más singulares de la región, el que cuenta con la declaración de fiesta de interés turístico regional y que arranca mucho antes de que Peropalo arda en la hoguera.
El festejo más ancestral de la localidad verata lo hace en el domingo anterior al de carnaval, con la procesión de la 'turra', la cabeza de madera del Peropalo, ataviada con su sombrero negro de fieltro y su pañuelo al cuello, parte del atuendo que durante estos días lucen muchos vecinos de Villanueva, localidad de algo más de 2.000 habitantes que casi triplica su población estos días.
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Es entonces con la procesión de la 'turra' con la que comienza la sucesión de actos, rituales mágicos, que conforman la fiesta pagana con la que se vuelcan pequeños y grandes y que tiene su día grande en el martes de carnaval en el que se sentencia a muerte a Peropalo.
Una sentencia que el propio protagonista, al que suple para la ocasión un joven del pueblo, se encarga de dar a conocer a los vecinos con ella pinchada en la espalda y recorriendo las calles de Villanueva a lomos de un burro. Va escoltado por los burreros, todos ataviados con sacos y que abren paso al animal para evitar incidencias durante un paseo de poco más de una hora, animado por tambores y canciones populares, y que termina con el burro de vuelta al prado.
Al mismo tiempo, mientras transcurre ese paseo, los capitanes del festejo suben hasta el balcón consistorial, lanzan claveles a los vecinos y ondean la bandera que cada año la localidad verata luce en el carnaval. Ellos son los encargados de organizar el festejo y el convite para todo el pueblo y lucir los trajes regionales de Villanueva, junto con amigos y familiares, protagonistas a su vez también de otra procesión por las calles del pueblo.
Albarderos, calabaceros y plañideras son otros de los personajes que se suman a una fiesta que concluye cada martes de carnaval con la muerte en la hoguera de Peropalo. En realidad del pelele confeccionado para la ocasión, porque tanto la turra como el traje que luce durante la fiesta se mantienen a salvo de las llamas hasta el próximo año. Cuando de nuevo los vecinos de Villanueva de la Vera le darán caza y le sentenciarán a muerte para mantener una tradición que no se sabe cuándo ni de qué manera comenzó ni a quién representa el gran protagonista del festejo.
Hay quienes creen que pudo ser un guerrillero de la época de la Reconquista que fue hecho prisionero, ajusticiado y sometido a distintos suplicios durante varios días. Otros hablan de un malhechor que, huyendo de la justicia, se refugió en las estribaciones de la Sierra de Gredos y fue pillado cuando merodeaba por los alrededores del pueblo y fue condenado a morir por los procedimientos de la Santa Inquisición. Otros opinan que podría tratarse, simplemente, de una representación por parte de los vecinos del pueblo de los procesos de la Inquisición para con los reos de aquel tiempo.
Lo que tienen claro los vecinos de Villanueva de la Vera es que se mantendrán fieles a su fiesta más especial, la que cada año congrega a centenares de personas en la plaza, donde se desarrolla gran parte del festejo, procedentes de la comarca pero también de otros lugares del país.
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Natalia Reigadas | Badajoz y María Díaz | Badajoz
María Díaz | Badajoz
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