![«La belleza de los artículos científicos está en estimular el pensamiento»](https://s3.ppllstatics.com/rc/www/multimedia/2025/02/14/Erika%20Pastrana%2001-Ra5oCnXKkYttIxTRbtKhj1J-1200x840@RC.jpg)
Erika Pastrana
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Erika Pastrana
Hija de profesores de universidad asturianos, Erika Pastrana se graduó de neurocientífica en la Universidad Autónoma de Madrid y realizó estudios de posgrado en la ... Universidad de Columbia, en Nueva York, con una beca. Interesada en la comunicación científica, se decantó por la edición. Hace 15 años comenzó a trabajar para el prestigioso grupo Nature, como editora científica. Ahora es vicepresidenta de sus revistas; es decir, todas las que tienen esa cabecera, como Nature Medicine, Nature Biotechnology o Nature Machine Intelligence.
El cargo entraña una gran responsabilidad, al otorgar, o no, reputación a un centro de investigación o a un científico, cuando les cede sus espacios. «Nuestra responsabilidad es asegurarnos que vamos a publicar la mejor ciencia, independientemente de quién la haga, cuántos recursos tenga o de qué país del mundo venga», afirma, en una visita a España, para asistir a un simposio en la Fundación Ramón Areces. «Ésa es la ética en nuestro trabajo».
Entre sus funciones de dirección están salvaguardar la calidad, mantener un modelo sostenible editorial y comercial, y expandirse a áreas nuevas del campo científico, como la IA. «Lo que más me interesa en este momento son las aplicaciones tecnológicas, que permiten hacer cosas que antes no se podían y revoluciona la ciencia de una forma mucho más fundamental que otro tipo de investigación».
–Aumenta el número de autores que se retractan de sus artículos. ¿Qué está pasando?
–Ahora hay un mayor escrutinio sobre las publicaciones, por parte de científicos independientes que las analizan en las plataformas. Son especialistas en, por ejemplo, manipulación de imágenes. Así se detectan más casos de uso indebido de la ciencia que hace diez años, cuando era raro que nos contactaran los lectores. En el momento en que nos hacen saber que hay un problema, lo investigamos con nuestros departamentos de integridad. Con todo, en Nature Communications publicamos unos 10.000 artículos al año y el número de retracciones es muy pequeño.
–Hay casos de investigadores que publican decenas o cientos de artículos ayudados por la IA.
–Hay incentivos erróneos que hacen que algunas personas falsifiquen datos o compren autorías, cosas realmente problemáticas. Sienten la necesidad de publicar para avanzar en la carrera científica o tener más reconocimiento público. Es algo que existe desde hace muchísimos años. Sin embargo, la situación ha mejorado porque ahora se tienen en cuenta otros aspectos, como la calidad de la investigación o si comparten los datos.
–¿Esos verificadores voluntarios cómo contactan con Nature?
–Suelen enviarnos un e-mail, a veces anónimo. Todos los casos son investigados. Hay unas cien personas en un equipo científico que evalúa estos casos para garantizar el rigor y la transparencia. También estamos utilizando algoritmos, entrenados para detectar la manipulación o los errores, con la idea que en el futuro no se publique ninguno de estos artículos.
–También hay publicaciones conocidas como 'granjas de artículos'. ¿Peligra la divulgación científica?
–Pasa lo mismo que con el consumo de noticias. Hace años había cuatro o cinco periódicos con una cierta reputación y métodos de profesionalidad, y el lector elegía. En los últimos años, de repente, eso se amplía y hay muchas fuentes gratuitas en internet, y muchas intentan ganar dinero engañando a los investigadores o al público en general. Pero revistas como la nuestra, con tradición y métodos de control, mantienen muy alta su calidad y rigor, y continuará teniendo mucho valor. La ciencia real y robusta pasa la prueba del tiempo.
–¿Qué transformación habéis tenido con la irrupción digital?
-Fue un gran cambio, pero muy bueno para la publicación científica. Más que palabras, el valor real está en los datos que existen detrás de los resultados. Al poder mirar todos los recursos, la ciencia avanza más rápido.
–¿Qué tipo de datos?
–Depende del campo. Por ejemplo, en biología pueden ser las mediciones de un análisis de células, sobre cómo crece un cáncer, por ejemplo. Con sólo un gráfico no se puede realmente analizar la secuencia genética y ahora se tiene acceso a la base de datos. Para nosotros ha sido un antes y un después. Y trabajamos para que los artículos estén en una plataforma que recolecte todos esos datos.
–¿Encuentran resistencia en los autores?
–También depende del campo. En genética se comparten los datos desde hace años, pero en otras ciencias no hay esa tradición. Además, los estudios que involucran humanos requieren privacidad. Y en los que trabajan con virus, restricciones para prevenir un uso maligno.
–¿Hay algún artículo que le haya marcado en su vida?
–Sí, los estudios de las glías (uno de los dos tipos de células cerebrales), del neurólogo Ben Barres. Los investigadores brillantes proponen más preguntas que respuestas. La belleza de los artículos científicos está en estimular el pensamiento, encajar las piezas del puzzle.
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