Lunes, 16 de diciembre 2019, 10:51
No es raro que cada español engorde un par de kilos cada Navidad: sin olvidar su alto contenido en grasa, azúcar y el acompañamiento de bebidas alcohólicas, a menudo los banquetes de estas fiestas están compuestos de una cantidad de comida desaforada. La falta de planificación se traduce en un enorme despilfarro. Ocurre todo el año: los hogares españoles desperdician entre 1,5 y 3,2 millones de toneladas de alimentos al año según distintas fuentes, entre uno y dos kilos por hogar a la semana. En estas fechas, cuando el consumo se incrementa en torno a un 20%, el derroche es aún mayor, explica Roberto Ortuño, director de servicios analíticos de Ainia, un centro tecnológico que ofrece soluciones a más de 700 empresas y trabaja, entre otras cosas, para disminuir ese desperdicio en toda la cadena alimentaria. Ainia participa además en el desarrollo de apps para que el consumidor pueda tomar decisiones más informadas y sostenibles ofreciendo datos adicionales sobre los productos en el supermercado.
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«Deberíamos evitar lo lejano e insostenible y rescatar recetas tradicionales. Para muchos hogares es más exótica la lombarda que los langostinos o la piña tropical», resalta Ángel Encinas, de Ecologistas en Acción. «Los langostinos procedentes de la pesca vienen acompañados de la destrucción de otras especies que se tiran por la borda, y los de acuicultura, de la destrucción de los bosques de manglar (y sus graves consecuencias sociales). Los menos dañinos son los frescos de zonas frías y templadas», resalta Greenpeace.
En su proyecto LiveWell, WWF propone cambios en la dieta que podrían reducir un 25% la huella de carbono. Sus principios básicos son consumir menos carne y más vegetales, apostar por los productos de proximidad, evitar en lo posible los ultraprocesados -ricos en azúcar y grasas-, planificar bien la compra y aprovechar los restos. «No tiene sentido consumir alimentos importados que recorren miles de kilómetros en avión o en barco hasta llegar a nuestro plato cuando nuestro país es una potencia mundial en agricultura y ganadería», subraya Celsa Peiteado, responsable de Agricultura y Alimentación en WWF España. Eso no significa renunciar a comer cosas ricas, como asados de aves o cordero o conservas artesanales. Los productos locales pueden encontrarse en los mercadillos navideños o tradicionales, en plataformas de internet, cooperativas ecológicas y grupos de consumo. Eso sí, la carne, de agricultura extensiva y de la zona.
Después del banquete, no se tira nada: la comida sobrante puede repartirse en fiambreras a los comensales, servir de base para otros platos como croquetas o ropavieja o convertirse en compost.
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