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Una niña juega con colores en el colegio público San Benito de Madrid, que ha incorporado el método Montessori a la educación infantil. RC

La escuela tradicional se abre a la pedagogía Montessori

Cada vez más colegios asumen este método, que permite que el niño se desarrolle con libertad, autonomía y acorde con su evolución

Domingo, 25 de junio 2023, 00:09

El método Montessori gana adeptos. En apenas tres años las solicitudes de formación para aprender las claves de esta pedagogía, alternativa a los sistemas de enseñanza tradicionales, han aumentado un 70% debido al interés creciente de padres administraciones, sindicatos y docentes. Este modelo de aprendizaje, ... basado en la experiencia y una filosofía estrechamente asociado al humanismo, ya está implantado en un centenar de escuelas españolas. «Estoy viendo un interés cada vez mayor por parte de centros escolares, tanto públicos como concertados, y también de algunas consejerías de Educación de las comunidades autónomas, que me están pidiendo que imparta cursos en los centros de formación de profesorado», asegura Miriam Escacena, ingeniera y experta en formación en esta metodología.

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La curiosidad por pedagogías opuestas a la tradición nace al calor del éxito de la educación personalizada. El modelo, desarrollado por la italiana María Montessori (1870-1952), una adelantada a su tiempo que consideraba que la infancia es la etapa más importante del ser humano, se basa en tres ejes: «el niño, el ambiente preparado, y el adulto que acompaña», dice Escacena, quien organiza el congreso internacional sobre esta metodología, un encuentro que se celebrará en Madrid del 3 al 7 de julio y al que se prevé acudan una treintena de expertos de diez países.

¿Y en qué consiste esta pedagogía que seduce a parejas jóvenes deseosas de educar a sus hijos de manera distinta a la que fueron instruidos ellos? «Los materiales científicos están cuidadosamente seleccionados. Los niños se mueven libremente, no están sentados en un pupitre mirando la pizarra como si estuvieran asistiendo a una clase magistral. Cada uno está trabajando de forma autónoma. Lo que intentamos es que el niño construya su propio aprendizaje en función del desarrollo que tiene en cada momento y en virtud de sus intereses». De este modo, no es el docente el que marca el ritmo de aprendizaje, sino que cada uno de los críos avanza a su ritmo.

Las escuelas basadas en este método apuestan por un aprendizaje a través de los sentidos, un pensamiento cuya validez luego han corroborado las neurociencias. Lo sensorial llega de forma más directa al cerebro que si se manejan libros o fichas. «A edades tempranas, un niño puede aprender a sumar, restar y multiplicar con las manos o con piezas; al final resulta más fácil de comprender», apunta la experta.

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Creatividad

Patricia Marqués, profesora del colegio público San Benito de Madrid, que ha asumido la pedagogía para la etapa de infantil, aduce que esta enseñanza crea niños más autónomos. «Los niños desarrollan la creatividad, la curiosidad, la iniciativa, el sentido de pertenencia, que son capacidades básicas humanas. Además potencian el sentido estético, la armonía, la sensibilidad, las buenas maneras y el respeto».

El centro, que escolariza a un centenar de alumnos bajo estos principios desde hace tres años, ha suscitado el interés de familias que buscan no ya el colegio más cercano a su domicilio, sino el más acorde con sus expectativas. «Abogamos por una enseñanza individualizada. En los colegios más tradicionales se usa un libro y todos los niños tienen que hacer el mismo dibujo y en el mismo momento. Con el método Montesori no es así. El material que utilizamos es muy progresivo y permite diferentes niveles de complejidad, de modo los niños poco a poco van evolucionando».

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Estos principios educativos son aplicables tanto a niños dentro del 'normotipo' como para críos con cierta discapacidad física o intelectual. Incluso ha revelado su utilidad para alumnos con altas capacidades. En un mundo donde la violencia escolar está la orden del día, los padres están cada vez más concienciados de la necesidad de otra forma de educar a sus hijos, una enseñanza que implique el desarrollo de valores, no solo individuales, sino también los que suponen un compromiso con el entorno. «En una primera instancia lo que atrae a los padres es el respeto al niño y a sus periodos de desarrollo, a sus necesidades. Los materiales, que son la base de la pedagogía, además son verdaderas obras de ingenio que permiten el autoaprendizaje. Detrás de ellos hay todo un trasfondo pedagógico e incluso filosófico», remacha Escacena.

Marqués niega que el nuevo aprendizaje sea elitista y solo esté al alcance de unos pocos bolsillos. «Es verdad que se ha comercializado mucho y los materiales pueden ser caros, pero al final duran muchos años. En la escuela pública se puede implantar el método. De hecho cada vez hay más colegios que incorporan esta pedagogía». La profesora, que ha trabajado en otros ocho centros, elogia la flexibilidad que implica el plan Montessori frente a la rigidez de la escuela tradicional, que impone una restricción de movimientos absurda en niños de tan corta edad.

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