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Cinco años después | Episodio 2

El espejismo climático: ¿el mundo es ahora mejor que en 2020?

Con el confinamiento se abrió la posibilidad de reinventar los modelos de producción y consumo

Jueves, 13 de marzo 2025, 00:59

En 2020 este diario publicó una serie documental que reflexionaba sobre las posibles consecuencias de la pandemia en la sociedad venidera. Cinco años después del covid, repasamos algunas de aquellas grandes cuestiones.

Hubo una vez, un confinamiento. La población se resguardó en sus casas para evitar el contagio del coronavirus. Coches, aviones y barcos quedaron inmovilizados; la caída del consumo frenó a la industria y al sector servicios; el dióxido de carbono cayó a sus niveles más bajos. Mientras moría la gente, se escuchaba con nitidez el canto de los pájaros en las ciudades y se creyó que el paréntesis impuesto por la pandemia podría impulsar nuevas políticas ambientales.

Ahora bien, los problemas de calentamiento y contaminación no se solucionaron con el confinamiento y el 8% de reducción de CO2 de ese periodo tendría que haberse repetido cada año para frenar el aumento de temperatura global. No sucedió. Si el umbral de calentamiento del planeta para las próximas décadas no debía sobrepasar 1,5ºC, en 2024 alcanzó 1,2ºC. No hay mucho más margen.

En 2020

El virus no ha frenado la emergencia climática, solo ha detenido la actividad humana durante un periodo de tiempo.

Ahora

Se volvió a una economía insostenible e impactante en el medio ambiente, no sólo en gases de efecto invernadero sino intensiva en recursos.

«Cuando resurgió la economía, se trató de que fuera alineada con el pacto verde, pero no había una posición unánime y empezaron duras críticas por parte de algunos sectores sociales, especialmente en el medio rural y por políticos como la extrema derecha», afirma Mario Rodríguez, director de Transición Justa y Alianzas Globales de la Fundación Ecología y Desarrollo (Ecodes), que hace cinco años participó en el documental 'La encrucijada climática' como director de Greenpeace.

La covid-19 supuso, en efecto, una oportunidad para transformar los modelos de producción y consumo, «pero no se ha aprovechado del todo», asegura Fernando Valladares, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC y profesor de Ecología en la Universidad Rey Juan Carlos. «Se corrió a pasar página y se volvió a una economía insostenible e impactante en el medio ambiente. No sólo en gases de efecto invernadero, sino intensiva en recursos. No se han dado pasos decididos».

Decían los expertos entrevistados en 2020 que se abrían dos escenarios para la postpandemia. Uno, en el que se transformaría el modelo de sociedad actual para mitigar el calentamiento global; y el otro, en el que se mantendrían los modelos energéticos que han disparado las temperaturas, aumentando el impacto del cambio climático en los territorios y las poblaciones.

En ese incierto lapso pandémico, se especuló con que los gobiernos tomarían medidas más contundentes para frenar el cambio climático, conservar los ecosistemas, reforzar el sector sanitario. Reconstruir, en definitiva, la sociedad con bases más sostenibles y criterios ecológicos. Pero son todavía materias pendientes. «Faltan medidas de mucho calado en lo que compete a la actividad económica» y son insuficientes los recursos invertidos en la prevención de la próxima pandemia, indica Valladares.

Como ejemplo, las emisiones de CO2 el año pasado marcaron un récord:

Con 41.600 millones de toneladas, fueron un 8% más que en 2023, y superiores al año previo al confinamiento, con 40.900 millones de toneladas.

En 2020

La pandemia ha dado la razón a los investigadores que reclaman que las iniciativas para mitigar el cambio climático deben ir más allá del ámbito productivo o industrial.

Ahora

Faltan medidas de mucho calado en lo que compete a la actividad económica y son insuficientes los recursos invertidos en la prevención de la próxima pandemia.

Las políticas desarrolladas para frenar el cambio climático sin perjudicar a las naciones se proponían acompañadas de medidas relativas a la salud de la población, la reducción de la pobreza, la alimentación sostenible o el uso racional de los suelos y las aguas. Avances que se «retardaron o descafeinaron», en parte debido a la coyuntura mundial, con escenarios bélicos en zonas como Ucrania y Gaza. «La guerra y la recesión han producido un frenazo en la implementación en Europa del Pacto Verde, un paquete legislativo 'FiT for 55%' y su mecanismo de financiación vía los fondos 'Next Generation'», dice Rodríguez.

Dos datos muestran que no se han revertido las tendencias previas a la pandemia: la producción de plástico está al alza año tras año.

Otra cifra: desde la aparición del coronavirus salieron de la fábrica unos 500 millones de coches…

… y en total hay unos 75 millones más circulando por las calles del mundo.

Además, la flota mundial de aviones se ha incrementado en casi 10.000 aeronaves más.

En 2020

Tenemos que ser capaces de generar desarrollo, de generar bienestar para las personas y de generar también competitividad y crecimiento dentro de los límites ambientales.

Ahora

El mundo no ha variado demasiado y esto es preocupante, porque el tiempo para que los efectos del cambio climático no sean irreversibles se está agotando.

Crisis de confianza

Con la lucha contra el cambio climático en auge, con creciente presión para que políticos y empresarios escucharan a los científicos, el cielo se despejó de contaminación en 2020. Pero tras la pandemia el mundo científico afronta una crisis inédita de credibilidad, que podría lastrar su influencia y autoridad, algo que desarmaría el mensaje que apuntala la lucha por la sostenibilidad.

«Con el desarrollo de herramientas de inteligencia artificial (IA), capaces de escribir un artículo a partir de simples informes o de generar simulaciones falsas pero que se asemejan a la realidad, florecieron nuevas revistas 'open access' sin apenas revisión por pares», afirma Isabel Sanmartin, vicedirectora de Investigación y Documentación del Real Jardin Botánico e investigadora del CSIC, que participó en 'La encrucijada climática'. «Junto a la posibilidad de publicar de forma muy rápida, aceptada durante la pandemia debido a la necesidad de obtener resultados en tiempo real, se ha producido una crisis de confianza e integridad, que podría horadar los cimientos de la ciencia».

En 2020

En la cumbre del clima de 2019 se presentaron planes para reducir las emisiones de carbono, principal causa del calentamiento del planeta. Los científicos tienen esperanza.

Ahora

Habría que cambiar el sistema de las COP para llegar a acuerdos, pasando del actual basado en el consenso a uno por mayorías, y no deberían tener cabida aquellos que las utilizan para hacer negocios.

Abanderado de la lucha climática desde que se instaló de rebote la COP25 en Madrid, el Gobierno español mantuvo en su discurso que se proponía descarbonizar la economía, transformar las estrategias energéticas y revolucionar la movilidad. Una evaluación de sus promesas, «incluso en clave electoral», arroja que esas propuestas «se debilitaron, en parte por el encaje político, y se cayeron medidas que eran más radicales y esperanzadoras, tanto en el sistema sanitario, como en el I+D y en lo público», asegura Valladares, que tampoco cree que a nivel mundial haya grandes progresos, al contrario. «En Estados Unidos hay tremenda marcha atrás y a la Unión Europea le tiemblan las piernas, con países como Noruega, que salió de la covid sacando más petróleo que nunca».

Más allá de la declaración de Emergencia, la pandemia también frenó el impulso de las Cumbres del Clima (COP), como la que se celebró en Madrid en 2019 y fue la previa a la pandemia, que causó la suspensión de la siguiente. «Son un ejercicio diplomático internacional muy difícil, entre países muy diferentes, desde los débiles, que emiten muy poco, hasta los poderosos, que emiten mucho y priman por mantener la maquinaria a tope», explica Valladares. «No hay que ser ilusos y pensar que las cumbres del clima abordarán asuntos tan escabrosos como los subsidios a los combustibles fósiles».

En 2020

La pandemia nos ha enseñado que tenemos que ser capaces de crear sociedades más justas, más resilientes.

Ahora

La guerra y la recesión han producido un frenazo en la implementación en Europa del Pacto Verde.

No obstante, esta gigantesca reunión anual «no es una ilusión», pero «habría que cambiar el sistema para llegar a acuerdos, pasando del actual, basado en el consenso, a uno por mayorías, y no deberían tener cabida aquellos que las utilizan para hacer negocios, practicar el 'greenwashing' o tratar de entorpecer la toma de decisiones», apunta Rodríguez.

Asunto sanitario

Durante el confinamiento se habló mucho de incluir criterios sanitarios en los planes de adaptación y mitigación a las catástrofes naturales. Esta tarea parece cumplida, a medias. «Sí han cobrado más importancia los aspectos sanitarios, al ver la vulnerabilidad que tuvimos en la covid y frente a los cambios climáticos extremos, como la Dana de Valencia. Pero todavía falta más convicción política y más financiación», mantiene Valladares. Una opinión similar tiene Rodríguez: «La música suena bien pero aún está por escribir la letra».

En 2020

En sus planes de adaptación España tiene algo que otros países no han abordado, que son estudios de impacto de diferentes políticas en la salud.

Ahora

Sí han cobrado más importancia los aspectos sanitarios, pero todavía falta más convicción política y más financiación.

En este sentido sanitario, la necesidad de obtener datos en tiempo real para afrontar la emergencia hizo que los científicos recurrieran a nuevas tecnologías que llegaron para quedarse, y es otra revolución que llegó hace un lustro. «En la pandemia encontramos que árboles filogenéticos o epidemiológicos, con miles de secuencias de organismos o cepas virales, no podían analizarse con nuestras herramientas habituales», mantiene Sanmartín. «Superaban la capacidad analítica de nuestros ordenadores. Nuestros modelos también eran excesivamente simplistas para recuperar la compleja y rápida evolución que estábamos experimentando. Y se produjo el reemplazo de las herramientas estadísticas utilizadas tradicionalmente en evolución y epidemiología por inteligencia artificial (IA), que son lenguajes de programación dinámicos que evolucionan con los datos en tiempo real».

El futuro ideal

En el documental 'La encrucijada climática' planeaba una interrogante. ¿Cómo resurgirá el planeta después de la pandemia? Quizás cinco años sean pocos para una respuesta enfática. Pero han sido suficientes para encender algunas alertas. «El cambio climático ha avanzado a un ritmo exponencial, sorprendiendo a los propios investigadores», asegura Valladares. «Los mares están sobrecalentados, son malas noticias, y las medidas propuestas por la ciencia se han quedado cortas. En países como España, aunque la gente es muy consciente del problema, no terminan de ajustarse los cinturones. Ni los políticos se atreven con medidas más drásticas. Y nos encontramos atajos cutres, rústicos y simplones para soslayar asuntos económicos, energéticos o sanitarios. Se hacen apaños pero no transformaciones profundas. Cuando sean ineludibles, se harán con prisa, y peor».

En 2020

España es uno de los países que con más entusiasmo ha defendido los nuevos modelos sociales y económicos.

Ahora

Esas propuestas se debilitaron, en parte por el encaje político, y se cayeron medidas que eran más radicales y esperanzadoras, tanto en el sistema sanitario, como en el I+D y lo público.

También se preguntaba: ¿Seremos mejores que antes? «El mundo no ha variado demasiado y esto es preocupante, porque el tiempo para que los efectos del cambio climático no sean irreversibles se está agotando», concluye Rodríguez. «La mayoría de la ciudadanía no está dispuesta a cambiar su modo de vida para ser parte de la solución, y no del problema. Como mucho, aceptan que las empresas tengan que cambiar, sobre todo las grandes, pero cuando deben asumir otros hábitos de vida, como la forma de consumir energía, de movernos o de alimentarnos y esto afecta al bolsillo, entonces, se produce una enorme resistencia al cambio».

En 2020

Así lo contamos hace cinco años:

Este fue el segundo episodio de la serie documental '¿Y después qué?' publicada por este diario en 2020 que reflexionaba sobre las posibles consecuencias de la pandemia en la sociedad venidera.

Entonces, mientras la propagación de la Covid-19 desencadenaba problemas de enorme magnitud, algunos comparables a los ocasionados por grandes guerras, la contaminación del aire desapareció en apenas dos meses. Eso no frenó la emergencia climática, solo se detuvo la actividad humana durante un período de tiempo. Entonces surgían las siguientes preguntas: ¿Iremos a una sociedad más respetuosa con el medioambiente? ¿Los Gobiernos aprovecharán la inercia creada para plantear nuevas medidas? ¿Cómo será el resurgir del planeta?

Mañana, un nuevo episodio

El futuro del ocio. La pandemia aceleró un modo de entretenimiento más individualizado que nunca. Nuevas propuestas de consumo para la soledad del hogar. Para el aislamiento. Una experiencia marcada por el distanciamiento que en su momento parecía haber llegado para quedarse.

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