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Panorámica del barrio de Alfama desde el kiosko das Portas do Sol AFP PHOTO / PATRICIA DE MELO MOREIRA
Tres excursiones para enamorarse (todavía más) de Portugal

Tres excursiones para enamorarse (todavía más) de Portugal

Portugal. Visitamos el país vecino en un viaje que comienza en Lisboa y discurre por los pueblos más encantadores de la costa, por sus abruptas playas y por ciudades como Sintra o Mafra: Portugal nunca defrauda

Prado Campos

Jueves, 25 de noviembre 2021, 13:55

La lista de atractivos de Portugal es interminable. Desde el encanto de Lisboa hasta el dinamismo cultural de Oporto pasando por las olas de Ericeira, los mares de viñedos junto a sus ríos, la costa del Algarve, la autenticidad de los pueblos alentejanos, la naturaleza pura de Estrella, el bacalhau, el fado... Por eso, el país vecino siempre es una apuesta segura tanto para una escapada como para unas vacaciones.

Una manera perfecta de recorrer el país es en coche. Entrar a Lisboa por el puente 25 de abril ya nos prepara para lo que nos espera en la capital lusa. Además de coger todos los elevadores y tranvías que podamos (el vetusto 28 no puede faltar para visitar cómodamente las principales atracciones turísticas), una ruta por Lisboa debe detenerse siempre en las plazas del Comercio, Restauradores y Rossio.Aquí hay que buscar la escondida (a mano derecha mirando hacia al Teatro Nacional) Iglesia de Santo Domingo. Magnífica por su porte y sobrecogedora por las huella del incendió que asoló la ciudad en 1959. Al salir es obligado tomar en frente una 'ginja' (un licor típico hecho de guindas muy reconstituyente) en A Ginjinha.

Con el cuerpo a tono, podemos usar el transporte público o hacer piernas para subir andando hasta el elevador de Santa Justa (si optáis por andar, id por la rua do Carmo introduciéndonos en Chiado, el paseo os llevará primero hasta las ruinas del Convento doCarmo, convertido hoy en un interesante museo arqueológico situado frente a una placita encantadora) y bajar hasta la Plaza del Comercio. Es el momento de sacar la cámara de fotos para dejarse deslumbrar por el imponente Tajo e inmortalizar la Casa dos Bicos (a cinco minutos a pie), que alberga la Fundación José Saramago.

Ericeira es un encantador pueblo de pescadores de casitas blancas y añiles famoso por sus olas

En una visita a Lisboa no puede faltar el placer de perderse por barrios tan personales como Alfama (el Mirado das Portas do Sol y las terrazas que lo pueblan regalan una de las mejores estampas de la ciudad, con permiso del Mirador de Santa Lucía), Chiado y la zona de Belém, con su torre y el magnífico Monasterio de Los Jerónimos.No dejen de tomar los auténticos pastéis de Belém.Ya de noche, merece la pena subir en el elevador de la Gloria al Mirador de San Pedro de Alcántara, en los jardines del mismo nombre. Subiendo desde allí hasta la Plaza del Príncipe Real, hay una zona para picar y cenar de lo más animada (The Decandente, Casa da Praia o Tapisco son nuestras recomendaciones). Para vivir la noche lisboeta, dos zonas:el Barrio Alto y su animación callejera y las Docas de Alcántara.

Si, por el contrario, sois más diurnos o el viaje es en familia, el Zoológico de Lisboa, ubicado en el centro de la ciudad y abierto todos los días, es un lugar que merece muchísimo la pena. No solo cuenta con una de las mejores colecciones zoológicas del mundo, con más de 2.000 animales de 300 especies diferentes, alojados en instalaciones naturales, sino que además acoge atracciones (incluidas en la entrada) como un teleférico con un divertido viaje de 20 minutos con unas maravillosas vistas, una granja para niños donde tendrán contacto directo con animales domésticos, un bosque dedicado al lince ibérico, un templo de los primates o un impresionante valle de los tigres con ejemplares de Siberia y Sumatra.

Vista de las preciosas playas de Ericeira. ARCHIVO

El encanto de las olas

Lisboa también es un buen punto de partida para recorrer las localidades costeras cercanas. Aunque Cascais, Estoril y Setúbal se llevan la fama, os recomendamos una visita a Ericeira (a apenas 50 kilómetros de la capital), un encantador pueblo pesquero de casitas blancas y añiles y calles empedradas muy concurrido en verano por los amantes del surf. Visitarlo en esta época recorriendo el paseo que serpentea junto a sus playas y tomar unas 'sardinhas grelhadas' en alguno de sus restaurantes os hará repetir seguro.Pero antes de llegar hasta aquí, deberíamos parar en Mafra, una bonita ciudad en la que sobresale su lujoso palacio (visitable), que tiene una magnífica biblioteca además de una ornamentada basílica y un monasterio colosal.

El Zoológico de Lisboa es un gran plan si visitamos la ciudad en familia. Zoológico de Lisboa

Sintra, imponente

Si queremos optar por un viaje más largo y relajado, os recomendamos tomar la carretera que os lleva hasta Sintra. Esta localidad, enclavada en medio de un parque natural, se convirtió en el sigloXV en la residencial vacacional de nobles y monarcas y está declarada Patrimonio de la Humanidad gracias a tres grandes atractivos: su colorido Palacio Nacional da Pena, que domina las vistas sobre la colina más alta de la villa con una estampa que parece sacada de un cuento;la Quinta da Regaleira, con un imponente palacio manuelino y unos cautivadores jardines, donde sobresale la Torre Invertida, una galería subterránea de nueve pisos de profundidad en espiral que representan los nueve infiernos de 'La Divina Comedia', de Dante; y el Palacio Nacional de Sintra, de estilo árabe aunque remodelado en el sigloXV y con unas chimeneas en forma de cono que captan todas las miradas. Para reponer fuerzas hay que probar una 'queijadinha', un dulce típico a base de queso, huevo, harina y azúcar.

Redescubrir la costa

Desde Sintra (25 minutos en coche) podemos acercarnos a la costa a ver el Cabo da Roca, es el más occidental de la Europa continental y ofrece una estampa idílica al atardecer. Si os gusta andar, desde aquí sale una ruta hasta la playa de Ursa, también conocida como la playa de los osos. El regalo de caminar por el sendero que serpentea por el acantilado es una pequeña playa de postal coronada por pináculos y calizas.

La realidad es que el paisaje de esta parte de la costa portuguesa está dominado por imponentes acantilados verticales que se elevan hasta 100 metros sobre el océano en un espectáculo tan abrupto como hipnótico. Una de las playas más populares de la zona es la playa Grande do Rodizio, donde se pueden ver huellas de dinosaurios, así como las de Adraga, Samarra, Maçãs (puedes seguir un poquito más al norte y regalarte una buena comida con vistas en Azenhas do Mar) o Guincho hacia el sur.

Otro acantilado que merece mucho la pena es Boca do Inferno, cerca de Cascais. El rugir del viento y de la olas chocando con el arco que sobrevive de esta cueva marina dicen mucho del porqué de su nombre. De nuevo, lo mejor es ir al atardecer y disfrutar de un remanso de paz (y viento) perfecto para desconectar fuera de temporada.

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