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¿Es usted aficionado a las matrículas? ¿Le gusta fijarse en las letras y las cifras de las placas? ¿Busca números capicúas? ¿Tal vez la fecha de su cumpleaños? ¿O quizá simplemente le divierte ver la repetición de un mismo dígito en ese trozo de chapa que identifica a todos los vehículos?
Las matrículas pueden dar mucho juego y si le gusta 'jugar a las matrículas' seguramente es de los que lleve esperando algún cambio en las placas, no tanto en los números (que esos van variando a diario), sino en la primera letra que les acompaña a continuación. Y es que este pasado lunes 14 de abril se ha producido una importante modificación en ese sentido. La Dirección General de Tráfico (DGT) expidió ese día la primera matrícula con la letra N, en concreto la 0000 NBB, asignada a un Seat Ibiza matriculado en Castellón. Curiosamente la última matrícula con la M, la 9999 MZZ, también fue asignada el lunes a otro Seat Ibiza de Castellón. En ambos casos es una empresa de renting la propietaria de los vehículos.
Han tenido que pasar casi 32 meses para estrenar una nueva consonante, que desde esta semana ya aparece en la primera posición de las tres letras de la matrícula. La M ha estado con nosotros más de dos años y medio. Un 2 de septiembre de 2022 se matriculó el primer vehículo con la letra M, el 0000 MBB. Tráfico estima que la N nos acompañará por lo menos hasta 2027.
Fue también en septiembre, pero del año 2000, cuando la DGT inauguró el nuevo formato de matriculación europea, basado en una combinación de cuatro números y tres letras, de las que quedaban excluidas las vocales, la CH, la LL, la Ñ y la Q. Este modelo acabó con el sistema de los distintivos provinciales, que llevaban presentes en las placas de los coches españoles desde el inicio de la motorización. Aquella codificación estaba vigente desde 1971 (1 o 2 letras de la provincia + 4 números + 1 o 2 letras), y había sustituido a la anterior (1 o 2 letras de la provincia + 6 números).
Una vez estrenada la actual configuración, la letra B (desde la 0000 BBB a la 9999 BZZ) permaneció en las placas durante 25 meses, algo menos que el promedio, que es de unos 29,5 meses por cada letra. Por debajo de esta media han estado la C (23 meses); la D (20 meses, la de menor duración); la F (21 meses); y la K (28 meses). Por encima quedaron la H (nada menos que 47 meses); la L (35 meses); la G (34 meses); la M (32 meses); y la J (31 meses).
La evolución de las letras es un buen indicador de la situación económica del país. De ahí que esos casi cuatro años de duración de la letra H (entre diciembre de 2010 y noviembre de 2014) coincidieran con el peor momento de la crisis inmobiliaria y financiera que sacudió España entre 2008 y 2014 y golpeó los bolsillos de millones de consumidores frenando en seco la compra de vehículos nuevos y por tanto de las matriculaciones.
También se puede comprobar los estragos que la pandemia hizo en la venta de vehículos nuevos y cómo ello ralentizó la evolución de las matrículas, que tardaron más meses de la cuenta en cambiar de letra. Es lo que ocurrió con la L, que permaneció en las chapas metálicas 35 meses, el segundo periodo de tiempo más largo. Lo hizo entre octubre de 2019 y septiembre de 2022, tocado de lleno por la pandemia de 2020, con aquellos tres meses de confinamiento en los que prácticamente no se vendió un coche, y sus efectos posteriores derivados de las restricciones en la movilidad.
Así las cosas, a partir de ahora veremos cada vez más matrículas que empiecen por la letra N, pero aún quedan otras nueve letras (ya hemos consumido la mitad de las consonantes disponibles) para alcanzar la Z. Entre aquella primera B y esta nueva N han transcurrido casi 25 años, y Tráfico calcula que aún queda otro cuarto de siglo para agotar el actual stema de cuatro números y tres letras
La DGT quiere que cuando eso ocurra le pille con los deberes hechos y con una idea de cómo serán las placas del futuro. Teniendo en cuenta la asignación anual de las nuevas letras, Tráfico vislumbra que el actual modelo de placas se agotará en 2053, dentro de 28 años. Para llegar a esa fecha han tenido en cuenta el promedio anual de matriculaciones del último decenio: cerca de 1,4 millones de vehículos, sin incluir los llamados vehículos especiales (tractores o remolques) y los ciclomotores.
En un adelantamiento al tiempo en toda regla, los técnicos de la DGT han comenzado a planificar ese momento bajo una serie de premisas, la más importante que el nuevo sistema permita un elevado número de combinaciones de letras y números para que, como mínimo, tarde otro medio siglo (lo que va a durar el actual) en agotarse.
También tiene claro que las futuras placas seguirán prescindiendo de las referencias geográficas internas para evitar que los distintivos provinciales causen problemas entre ciertas comunidades autónomas o ciudades a la hora de la compra-venta de automóviles usados. E igualmente cerrará la puerta a la introducción de combinaciones con vocales para evitar palabras malsonantes, y a la Ñ, la letra que más nos identifica como país. Su rayita ondulada (que recibe el nombre de virgulilla) «no está contemplada en la normativa europea», argumentan desde la DGT.
En cambio Tráfico sí contempla la posibilidad de incluir información adicional, como la fecha de matriculación, la tipología europea del vehículo e incluso el distintivo ambiental, que ahora se lleva en una pegatina en la parte superior derecha del parabrisas.
Los técnicos de la DGT están analizando los sistemas empleados en otros países, en especial aquellos que han cambiado los modelos recientemente al agotar los anteriores o porque han decidido modernizarlos. Y se han fijado en las placas de los estados europeos con un mayor parque móvil, como Alemania (53 millones de vehículos), Francia o Italia (45 millones). En ellas, junto a los códigos regionales, hay espacio para una combinación de letras y números prácticamente inagotable.
Tráfico no descarta establecer en 2053 lo que serían dos grandes novedades: las matrículas electrónicas y las personalizadas, que ya operan en algunos países. Sobre el papel, las primeras serían una chapa física pero con un código QR o un microchip incorporado que contendría todo tipo de información sobre el vehículo: la fecha de matriculación, la clasificación ambiental, si ha pasado la ITV, si está corriente del seguro o si ha tenido algún siniestro, entre otros datos.
Las personalizadas, por su parte, tendrían un nombre o una palabra de libre elección, pero incluyendo siempre la información básica y obligatoria que establezca en su momento la DGT. Eso sí, costarían un pico, como ocurre en Estados Unidos, Hong Kong, Andorra, Dubái, o más recientemente Gibraltar, donde existe la posibilidad de jugar a conveniencia con las letras y números a cambio de un desembolso que puede superar los seis mil euros.
En España se encuentra el mayor fabricante de matrículas del mundo. Se trata de la empresa Samar't, en Girona, que hace matrículas para medio centenar de países. Hace unos años la compañía elaboró un estudio que concluyó que más de un 50% de los conductores españoles desearían personalizar su matrícula, y el porcentaje subía al 70% si se trataba de jóvenes.
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