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La Organización Meteorológica Mundial (OMM), una de las principales autoridades internacionales en la observación del cambio climático, vuelve a dibujar un año de récord ... absoluto en todos los aspectos que vigila de cerca desde 1993.
En 2024, los océanos continuaron calentándose y el nivel del mar, subiendo a un ritmo inédito. La temperatura media del aire se situó 1,5º por encima de la era preindustrial por primera vez, elevando el año pasado a la categoría del «más cálido registrado en 175 años», tras otros diez de récords consecutivos. Y la criosfera, la parte congelada de la superficie terrestre, «sigue derritiéndose a un ritmo alarmante».
Estas son las consecuencias de un calentamiento global sobre el que los científicos alertan: «Muchas de ellas serán irreversibles a lo largo de cientos, sino miles de años». De todos estos indicadores climáticos se informa periódicamente con datos que dejan poco lugar a las dudas. Pero la realidad trasciende a los cálculos teóricos. Sobre el terreno, esto se traduce en fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes. «Los trastornos económicos y sociales provocados por estos son enormes», recalcó Celeste Saulo, la secretaria general de la OMM.
Estas expresiones radicales del clima incluyen ciclones tropicales y tifones, sequías de larga duración y grandes incendios. Pero también inundaciones y crecidas de los ríos como la registrada el pasado mes de octubre en Valencia. Las personas desplazadas en esta región mediterránea son una muestra, cercana y ejemplar, de cómo el clima arrebata sus vidas a millones de personas en el mundo por motivos climáticos.
John Kennedy, científico coordinador del informe sobre el Estado del Clima Global, destacó ayer durante la presentación internacional del mismo la catástrofe valenciana por su «altísimo impacto». La riada fue señalada en el mapa de desastres naturales junto con los grandes incendios de Canadá y Estados Unidos o la sequía en África.
En este terreno, el de las personas directamente afectadas por el cambio climático, 2024 también fue un año excepcional: registró el mayor número de nuevos desplazamientos de personas causados por estos fenómenos extremos en 16 años, esto es, desde 2008. «Se destruyeron viviendas, infraestructuras, bosques, tierras de cultivo y biodiversidad», destacan en la OMM.
175 años
Hace este tiempo que la Tierra no registra un año con temperaturas medias tan altas como las de 2024.
65 años
El contenido calórico acumulado por los océanos, encargados de almacenar el 90% de la energía atrapada por los gases de efecto invernadero, alcanzó su nivel más alto en este periodo de tiempo.
4,7 milímetros
es lo que está subiendo el nivel del mar cada año, el doble de lo que lo hacía en la década de los 90.
A pesar de la dificultad para manejar una cifra global, tal y como hizo notar Omar Badbour, jefe de la división de Servicios de Política y Vigilancia del Clima de la OMM, pueden destacar acontecimientos concretos que dan idea de la magnitud del problema.
Por ejemplo, la sequía –sumada a los altos precios de los alimentos y los conflictos locales– provocó un empeoramiento de las crisis alimentarias que se eternizan en hasta 18 países en todo el mundo, «especialmente en África».
Junto a ella, destacaron los ciclones tropicales, considerados los eventos «de mayor impacto» de 2024. El peor fue el tifón Yagi que azotó Vietnam, Filipinas y el sur de China.
En Estados Unidos, los huracanes Helene y Milton han dejado pérdidas económicas de decenas de miles de millones de dólares y «más de 200 muertes». Esto supone la mayor cantidad registrada por un huracán en EE UU desde Katrina en 2005, según el diagnóstico de la OMM.
Las inundaciones en Brasil, por su parte, provocaron el desplazamiento interno -dentro de las fronteras del país- de 775.000 personas, según el Centro de Monitoreo Internacional de Desplazados (IDMC). Por último, el ciclón tropical Chido desplazó a 100.000 personas en Mozambique y dejó víctimas y pérdidas económicas en el océano índico y Malawi.
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Con todo, y a falta de una cifra cerrada, este último pronostica que 2024 superará los 6,6 millones de personas que en 2023 vivían en situación de desplazamiento interno debido a desastres climáticos de distinta índole. En los últimos 10 años, ya se ha producido un promedio de 21,9 millones de desplazamientos internos anuales relacionados con catástrofes meteorológicas, según el IDMC.
Para proteger a la población, desde la OMM se trabaja para que todos los países del mundo cuenten con un sistema de alerta temprana eficaz. Algo que, destacaron, se ha demostrado vital en episodios como el de Valencia. Actualmente, sólo la mitad de los países cuentan con uno.
«La OMM y la comunidad mundial están intensificando sus esfuerzos para fortalecer los sistemas de alerta temprana y los servicios climáticos con el fin de ayudar a los responsables de la toma de decisiones y a la sociedad en general a ser más resilientes a los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos. Estamos progresando, pero debemos avanzar más y con mayor rapidez. Invertir en servicios meteorológicos, hídricos y climáticos es más importante que nunca para afrontar los desafíos y construir comunidades más seguras y resilientes«, concluyó la secretaria general de la OMM, Celeste Saulo.
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