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Ser la segunda industria más 'sucia' no es glamuroso

Ser la segunda industria más 'sucia' no es glamuroso

Lunes, 16 de diciembre 2019, 10:50

La industria textil es la segunda más contaminante, solo por detrás de la petrolífera, según la ONU. ¿Cómo? En primer lugar, produce el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero -más que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos- y el 20% de las aguas residuales. Y consume ingentes recursos naturales: se calcula que fabricar un vaquero precisa un gasto de 7.500 litros de agua y una camiseta, 2.500. Para hacerse una idea, una persona necesita 1.000 litros al año para beber.

El problema es la llamada 'fast fashion', ropa de mala calidad y extrema obsolescencia que compramos en enormes cantidades pero usamos muy poco, porque las tendencias se suceden a toda velocidad y la publicidad nos ha convencido de que llevar una prenda de un año para otro es cutre.

Según el informe 'Una nueva economía textil', de la Fundación Ellen McArthur, entre los años 2000 y 2015 la producción textil se duplicó -de 50.000 millones a 100.000 millones de prendas-, mientras la población mundial solo crecía un 18%. En ese periodo, sostiene el estudio, el uso de la ropa disminuyó un 36%: si entonces nos poníamos una chaqueta 200 veces antes de 'jubilarla', ahora lo hacemos 128 veces.

A ese consumo irracional hay que sumar que menos de una décima parte de los desechos textiles se depositan en contenedores para su reutilización -venta en segunda mano o donación a población necesitada- o reciclaje -conversión en material de limpieza o aislante-; el 90%, unas 900.000 toneladas de ropa y zapatos al año, acaban en vertederos.

Todo esto, sin olvidar que, a menudo, detrás de todo el glamur del mundo de la moda hay mano de obra explotada de niñas y mujeres. «Los precios bajos son siempre a costa del trabajo semiesclavo», asegura Ángel Encinas, de Ecologistas en Acción.

Brillo contaminante

No estaría de más tener en cuenta estos datos a la hora de comprar para obsequiar a familiares y amigos -habida cuenta de que la ropa y el calzado son el «regalo estrella» de nuevo estas navidades, según la encuesta de Deloitte- y para lucir en las celebraciones de estas fechas.

La ropa de fiesta tiene una huella ecológica altísima porque está fabricada con materiales muy contaminantes -las purpurinas de muchas prendas pensadas para brillar de noche están hechas de plásticos y metales- y, encima, la usamos muy poco. Ante la perspectiva de comprar un vestido para una sola noche, la OCU aconseja recurrir a plataformas de venta de prendas de segunda mano o de trueque a través de internet. Pero también puede ser divertido organizar una 'swap party' (fiesta de intercambio) en la que cada participante aporta los artículos que le sobran y busca otros que le interesan.

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