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FÉLIX BARROSO GUTIÉRREZ
Martes, 4 de mayo 2010, 10:38
Tierras son éstas de alegres romerías, que echan a andar el Lunes de Pascua en los pueblos de Ahigal y Cabezabellosa, en honor de Santa Marina y Nuestra Señora del Castillo, respectivamente. Después les toca a los pueblos de El Cerezo y Marchagaz, que portan en sus andas a la Virgen del Teso y a San Marcos. Y también a San Marcos, como en Marchagaz, pasean en alegre cortejo romeriego los vecinos de Guijo de Granadilla. Al mismo santo le dedican la romería en el pueblo de Palomero. Tanta devoción a San Marcos dice mucho en favor de aquel convento de San Marcos de Altamira, hoy convertido en pura ruina, que trepa, entre jaras, brezos y madroños, por las faldas que van conformando la sierra de Altamira, en dirección al pico de Santa Bárbara.
El llamado 'Lunes In Albis' es el día preferido por los 'cebolleros' (así apodan cariñosamente a los vecinos de Santacruz de Paniagua) para llevar a cabo la romería en honor de Dios Padre. Santibáñez el Bajo, trasladó su romería, que, tradicionalmente estuvo dedicada a San Albín, del Lunes de Pascua al primer sábado de mayo; actualmente festejan, en vez de a San Albín, a la Virgen de Fátima, aunque carece de tradición en la localidad. Zarza de Granadilla sí conmemora a la citada Virgen de Fátima el primer domingo de mayo, dedicándole una sonada romería. Finalmente, el pueblo de La Pesga otorga a San Antonio, celebrando su romería el domingo más cercano a su efemérides (13 de junio).
Feriantes
Todas estas romerías siempre han tenido un sabor muy especial y muy tradicional, con sus bendiciones de los campos, sus pujas de las andas, sus galanas procesiones, sus confraternizaciones y compadreos bajo las encinas, sus lucimientos de los caballos, su buen comer y beber, sus cantes y sus bailes. Pero se queja el personal que, de un tiempo a esta parte, muchas de estas romerías están perdiendo su singularidad, al ser invadidas por feriantes que atruenan el espacio con sus atracciones y chiringuitos. Los paisanos afirman que una romería no es una feria, y que tanta atracción aturde y merma el ambiente romeriego; de aquí que pidan a los alcaldes que no otorguen permisos para que los feriantes invadan las dehesas boyales o las zonas campestres donde se realizan las romerías.
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