M.A. MORCILLO Y J. SORIANO
Domingo, 12 de septiembre 2010, 02:29
Publicidad
Sillas de plástico plantadas en mitad de la carretera para dar descanso a decenas de personas rotas por el dolor. Una mujer que sufre un desvanecimiento, y de inmediato recibe la ayuda de una decena de acompañantes. A pocos metros, la Guardia Civil controlando el acceso a un tramo ensangrentado de la carretera Ex-336, la cual cortó al tráfico y acotó sin que pudiera impedir la carrera de la abuela de dos de las fallecidas, quien fuera de sí se saltó el perímetro de seguridad para intentar, desesperada, comprobar con sus propios ojos si era verdad lo que le habían dicho que le había ocurrido a sus nietas. Lo era.
Aunque las autoridades intentaban ayer que no se vieran los dramáticos detalles de un accidente violentísimo, bastaba con alejarse un poco del pueblo para escudriñar los restos del siniestro, sucedido a apenas a medio kilómetro de Oliva de Mérida.
Desde este lugar, los familiares de los hermanos Jorge y Alberto Carroza Blanco, y de Mari Nieves Gómez Pozo y Patricia Gómez Carroza, primas entre sí, contemplaban desconsolados los trabajos de retirada de los cuerpos de sus seres queridos. En ese momento, alguien lamentaba en alto por qué decidieron irse de fiesta a la cercana localidad de La Zarza. De lejos, dos coches completamente destrozados tanto por la violencia del golpe como por los trabajos de excarcelación que han tenido que realizar los bomberos para poder sacar a las víctimas.
Poco después, la gasolinera de Oliva de Mérida se convirtió en un improvisado tanatorio en el que los familiares de los cuatro jóvenes fallecidos eran consolados por los técnicos de Cruz Roja. A las puertas del establecimiento, los seres queridos de los dos hermanos Carroza Blanco, abatidos. Un poco más allá, bajo un entoldado, los de las dos primas fallecidas. Por unas horas, el tiempo se detuvo en una población marcada por la tragedia.
Publicidad
Finalmente, debido a lo excepcional de la situación, el Ayuntamiento de la localidad habilitó una sala para las familias, que a partir de ese momento pudieron vivir su duelo con mayor intimidad. Hasta que decidieron desplazarse a Badajoz, lugar en el que se encontraban, ya sin vida, los cuerpos de sus seres queridos.
Hasta el Instituto de Medicina Legal fueron llegando durante la mañana de ayer familiares y allegados de las víctimas, todos visiblemente afectados pero que querían estar cerca de los cuerpos fallecidos a los que se les iba a realizar la autopsia. Sin embargo, debido a que el acceso es restringido, estas personas eran derivadas hasta una sala que se habilitó en el tanatorio de La Soledad, situado a pocos metros en el polígono El Nevero, adonde acudió sobre las dos de la tarde la delegada del Gobierno, Carmen Pereira, para hablar con los familiares de las víctimas que habían viajado hasta Badajoz.
Publicidad
18 años recién cumplidos
Oliva de Mérida, donde residen unos 1.900 habitantes, es uno de tantos pueblos de Extremadura en el que todos se conocen, y una tragedia como la ocurrida ayer, en la que mueren cuatro jóvenes vidas, golpeó a toda la comunidad. «Esto se pasa con resignación y con dolor», apuntaba Luis Sánchez Santano, alcalde de la localidad.
Los hermanos Carroza Blanco, como muchos jóvenes de su edad, trabajaban en tareas agrícolas. «En el campo con su padre, ya sea en la vendimia o en la aceituna», explicó el primer edil. Jorge, de 25 años, y Alberto, de 20, dejan atrás a sus padres y a otros tres hermanos, un varón y dos chicas.
Publicidad
También formaban parte de la juventud de Oliva de Mérida las primas Mari Nieves Gómez Pozo y Patricia Gómez Carroza. La primera había cumplido 18 años esta semana, lo que esperaban celebrar ayer sábado tras disfrutar de la noche de fiesta del viernes. Su prima Patricia residía en Guareña desde hace cinco años. Según informa Pedro Fernández, era una chica sonriente, educada, sincera y tímida, según sus amistades. Tenía pensado irse a Madrid a trabajar. Cada una de las dos tenía otra hermana, menor de edad en ambos casos.
Con el accidente de ayer, Oliva cierra un verano especialmente trágico, ya que el pasado 15 de agosto, durante las fiestas de Santa María, una mujer perdió la vida tras golpearse contra el suelo después de ser alcanzada por un vehículo que circulaba marcha atrás.
Publicidad
Unos días después, otra vecina de la localidad falleció a causa de un infarto mientras se dirigía a la boda de su hijo. Era la madrina. Aunque las causas de estos sucesos son bien distintas, estas muertes ya habían dejado huella en una localidad de 1.900 habitantes. Como marcará por mucho tiempo la pérdida de cuatro jóvenes vecinos.
Luto en Palomas
Palomas, de 700 habitantes, también está de luto. La calle Encomienda, a las afueras de esta localidad cercana a Oliva de Mérida, se encontraba ayer al mediodía en completo silencio.
Noticia Patrocinada
Del número 4 de esta calle situada en la parta más alta del pueblo, una vivienda unifamiliar con un patio repleto de plantas y las persianas bajadas, salió ayer por la mañana muy temprano la familia de Matías Béjar para dirigirse hacia Salamanca. A las puertas estaba aparcado un vehículo matrícula de Barcelona y dentro de la entrada de la vivienda un pequeño remolque.
Minutos después, sobre las 6.24 de la mañana, Matías, que conducía el coche; su mujer, María del Mar Sancho; el hijo de ambos, Santiago, de 14 años; y un amigo de la familia, Benigno Delgado, vecino de la cercana localidad de Puebla de la Reina que era consuegro del matrimonio, perdían la vida repentinamente en la carretera Ex-336 al colisionar su vehículo contra el BMW en el que viajaban los jóvenes de Oliva.
Publicidad
«Era una familia humilde y muy querida en el pueblo. Por lo que se ve, iban a Salamanca y como tenían que hacer un viaje largo decidieron salir temprano», cuenta la vecina que vive puerta con puerta con esta familia y que dice que eran «como uña y carne. Muy buena gente. El padre trabajaba en lo que trabaja mi marido, ahora estaban atareados con la vendimia en Guareña». Tanto Matías como Benigno trabajaban en la construcción, pero, últimamente, debido a la crisis, también hacían labores en el campo.
Al entrar en Palomas, todas las calles estaban en silencio. Se podía ver a la gente en corros charlando sobre lo ocurrido horas antes o, simplemente, mirando a los coches de los numerosos medios de comunicación que se acercaron a la localidad durante todo el día. No en vano, acababa de ocurrir el accidente de tráfico más sangriento de los últimos años en España.
Publicidad
Además de la consternación y la incredulidad por la noticia, también se percibía indignación en algunos vecinos al enterarse de que la posible causa del accidente es la velocidad a la que podría haber cogido una curva el BMW. «Alcohol, conducción y velocidad es una mala mezcla que puede acabar en tragedia», comentaban unos vecinos mientras otros replicaban que hasta que no se sepan los resultados de las autopsias de los cuerpos no se debían sacar conclusiones precipitadas.
Primer mes sólo 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.