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¿Qué ha pasado hoy, 23 de marzo, en Extremadura?
Los voluntarios tiraron de escobas, fregonas y paciencia para limpiar la iglesia. :: ARMANDO MÉNDEZ
Los feligreses limpian la ermita de Las Candelas
CÁCERES

Los feligreses limpian la ermita de Las Candelas

Una veintena de fieles adecenta el templo, al que la tromba convirtió en una piscina «llena de bancos flotando», recuerda el párroco

ANTONIO J. ARMERO

Viernes, 22 de octubre 2010, 10:26

El 16 de septiembre, el padre Paulino llegó a la ermita de Las Candelas más bien tarde. Ya tranquilizada la histórica tromba de agua que colapsó la ciudad, la mayor desde 1981, el cura se acercó al templo, habitualmente cerrado al culto y que sólo abre puntualmente, en días como la festividad de Las Candelas, en febrero.

Lo que vio no se le ha olvidado. «Aquella imagen era tremenda», resume el sacerdote. «El templo parecía una piscina, llena de bancos flotando», rememora. Anteayer, hubo que sacar esos mismos bancos a la calle, como la ropa cuando sale de la lavadora, a que les dieran el sol y el aire y se fueran secando. Un trabajo de cierto sacrificio que no hizo ninguna empresa especializada. Se encargaron de ello una veintena de feligreses, hombres y mujeres atados de una u otra forma, en mayor o menor medida, a ese templo, que a efectos de la administración eclesiástica depende de la parroquia de san Mateo, y que ahora empieza a recuperar la calma tras la tempestad.

El grupo de unas veinte personas se juntó el miércoles por la tarde en la ermita, con una misión clara: limpiarla. Y para conseguirlo, necesitaron cinco horas de tareas a base de escoba y fregona. «El día de la tormenta -relata el padre Paulino-, avisamos a los bomberos, pero lógicamente, tenían mucho trabajo, muchos sitios que atender. Después, pagamos a Conyser para que nos limpiara lo más gordo, pero quedaba todavía mucho por hacer».

Por ejemplo, quitarle el barro a los bancos. Y adecentar el confesionario, bastante deteriorado. Y el vía crucis de escayola, que quedó empapado. Entre lo que ya no tenía remedio, un manto de la Virgen - «no tenía mucho valor material, porque otros más valiosos los teníamos guardados en san Mateo», matiza el párroco-, varios manteles y algunos utensilios que estaban en los armarios.

Por todos los sitios posibles se coló el agua, lo que obligará a que pasados unos días, «haya que darle una mano de pintura a casi toda la ermita», avisa el cura. ¿Y el dinero para hacerlo? «No lo hemos hablado, pero no habrá problema -asegura el padre Paulino-. Si necesitamos dinero, lo conseguiremos sin problemas porque esta parroquia es muy generosa». Quien no se lo crea, que pase por Las Candelas, eche un vistazo y recuerde que hace un mes, en esa ermita, los bancos flotaban.

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