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Obama se enfrenta a su partido al rebajar los impuestos a los ricos
INTERNACIONAL

Obama se enfrenta a su partido al rebajar los impuestos a los ricos

El presidente cede ante la presión de los republicanos a cambio de que se mantenga el subsidio del paro en 13 meses

MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL

Miércoles, 8 de diciembre 2010, 01:03

Al aceptar bajar los impuestos a los ricos en plena crisis, Barack Obama reveló el lunes qué tipo de presidente será en este segunda mitad de su mandato en el que la oposición se ha hecho fuerte. La respuesta puede decepcionar a muchos pero no sorprender. Si cuando tenía la mayoría absoluta sacrificó la opción pública en la reforma sanitaria, fue condescendiente con Wall Street y modesto con el estímulo económico, en los próximos dos años toca esperar grandes concesiones como la de ayer.

«El acuerdo del presidente Obama con los republicanos para extender todos los recortes de impuestos de la era Bush es una victoria para los republicanos y su estrategia de obstruccionismo, así como un decepcionante repliegue de la Casa Blanca», lamentó 'The New York Times' en su editorial de ayer. Obama había prometido hasta la saciedad que no renovaría los recortes fiscales que Bush concedió al 2% más acaudalado de la población, que añadirán 400.000 millones de dólares al déficit del país en solo dos años.

Los republicanos pretendían que esos recortes fueran permanentes al menos a lo largo de la próxima década. Su estrategia era el todo o nada. Obama ha aceptado prorrogar todas las subidas durante dos años, a sabiendas de que ello garantiza otra amarga campaña electoral en 2012, solo a cambio de que los republicanos mantengan los subsidios de desempleo en 13 meses. La Seguridad Social tendrá que pagar ello con 120.000 millones de dólares menos en sus arcas, porque la cuota de los trabajadores también baja del 6,2% al 4,2%.

«El acuerdo no es perfecto», admitió el presidente, «pero este pacto es un paso esencial en el camino de la recuperación». Sin esta renovación, a partir del día 31 todas las familias y negocios verían aumentar sus impuestos, algo que Obama podía haber arrojado sobre la conciencia de la oposición con la ventaja de que las encuestas no muestran apoyo a la reducción de impuestos a los ricos, pero ante el riesgo de que ni esa presión sirviera para obtener un acuerdo ha preferido ceder en casi todo.

Furia demócrata

La furia de sus correligionarios ayer era monumental. Los demócratas del Congreso advertían de que el acuerdo es papel mojado si no obtienen los votos necesarios, y muchos prometían «hacer todo lo que puedan para impedir que se apruebe», juró el senador Bernard Sanders. Los propios estadistas de Obama alertaron de que semejante atentado contra la voluntad de sus bases tendrá duras repercusiones electorales e incluso puede fomentar la aparición de otro candidato más a la izquierda que le desafíe desde el Partido Demócrata en la reelección.

«El presidente ha cometido un gran error», sentenció Steve Hildebrand, el que fuera director adjunto de su campaña nacional. «Entiendo el deseo de empezar una pelea, estoy tan opuesto a esas rebajas de impuestos como lo he estado siempre, pero mi prioridad número uno es hacer lo que es correcto para los estadounidenses», replicó el presidente.

Howard Dean, ex candidato presidencial y ex secretario del partido, advirtió de que «no está claro que pueda lograr el voto de la Cámara de Representantes», pero añadió: «¿Y qué pasa con las otras prioridades de este Gobierno: la política hacia los gays en el Ejército 'No Digas, No preguntes', el tratado antinuclear con Rusia, la amnistía para niños de inmigrantes 'Dream Act'? ¿No sacamos nada por estos 700.000 millones?». Si Obama ha logrado a cambio algún compromiso de la oposición, no lo dijo.

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