ELADIO PANIAGUA SIMÓN
Martes, 21 de diciembre 2010, 11:04
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La localidad cacereña de Santa Cruz de Paniagua, pueblo de la tranquilidad y sosiego, que invita a la paz del alma y que fue elegido por San Pedro de Alcántara para su vida mística en la Huerta del Perejil, es la cuna donde a sus 102 años acoge a Manuel Domínguez Quijada, que nació un lejano 31 de diciembre de 1908 en las mismas puertas de un nuevo año. El próximo día 31 de diciembre cumplirá la friolera de 102 años.
Este hombre impresiona por su gran memoria, pues retiene un gran número de poesías que continuamente recita. Manuel goza de buena salud y todos los días se fuma unos siete cigarrillos, «y porque no me dejan más pues me atrevo a fumar un paquete entero». También todos los días se toma alguna que otra copa, aunque afirma que nunca se ha pasado.
Padre de seis hijos
Manuel es padre de seis hijos de los cuales viven cinco, uno en León, otro en Alicante, otro en Brasil y dos en Santa Cruz de Paniagua. En la actualidad vive en compañía de su hija Josefina.
Domínguez Quijada afirma que la vida para él ha sido de continuo trabajo como agricultor y ganadero, además de desempeñar durante muchos años el oficio de boyero del pueblo donde tenía a su cargo más de 100 vacas. Asegura que en esta etapa de su vida el salario lo recibía con dinero en mano del presidente de la Hermandad, y que le pagaban muy bien aunque no recuerda la cantidad, pero la mensualidad la recibía en dos pagos. Recuerda que en la manada había una vaca que llamaban 'Española' que le creaba algún problema de vez en cuando porque era un poco brava; pero, dice, que «con una porra» poco a poco la fue amansando y que incluso le cogió miedo, pues con decirle ¡Española!, ya sabía obedecer.
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El día 31, su cumpleaños
Manuel afirma que el día 31 lo va a celebrar por todo lo alto, pues el motivo lo merece, con su hija Josefina y con sus nietas.
También este hombre hecho de hierro, recuerda los momentos duros que le tocó vivir durante la Guerra Civil; en primer lugar en los Arenales de Cáceres y posteriormente en Yunco (Toledo) y Madrid, donde le tocó faenas de traslado de muebles con un carro cuando algún jefe era trasladado, además del transporte de suministros.
En sus años de escolar, afirma, que le fue bien, aprendiendo los conocimientos esenciales, lo que le valió que durante el Servicio Militar ayudara a escribir cartas a los compañeros que no sabían escribir.
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Finaliza Manuel diciendo que se siente feliz por estos 102 años de vida, y aunque ha tenido momentos difíciles por tener que criar seis hijos, sin embargo se siente orgulloso de haberlos sacado a flote y, sobre todo, por haber llegado a esta edad con las facultades en óptimo estado y salud, puesto que nunca ha padecido una enfermedad.
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