«Casi me meten en ocho peleas por pedir a la gente que no fume»

Consumiciones sin cigarros y mucha gente en la puerta de los bares de Cáceres. Las primeras noches de copas se saldan con una normalidad solo rota en casos aislados. Los clientes que querían fumar salían a la calle y volvían al interior una vez apurados sus cigarros.

La nota discordante la puso el Submarino. La noche de reyes no trajo regalos agradables a César Andrada, dueño de la sala. «Fue una verdadera odisea», señala.

A altas horas de la madrugada los excesos alcohólicos de varios clientes provocaron conflictos a costa del tabaco. «¿Quién eres tú para decirme que no fume?, me increpaban cuando les recordaba que no se podía fumar» -explica Andrada- «que venga la policía y me multe, me decían». En algunas ocasiones estuvieron a punto de llegar a las manos. «La ley antitabaco me ha costado entre ocho y diez enfrentamientos en una sola noche», reconoce Andrada, que no quiere generalizar en los malos hábitos de su clientela, ya que este comportamiento se dio en casos aislados.

«Llegaron incluso a arrancarme los carteles obligatorios que coloqué», expone el propietario de la sala. Unas actitudes que demuestran el descontento de algunos con la ley. Andrada afirma que está agobiado. «No sé qué hacer, nos han puesto en una función de policías que no es la nuestra», se queja. Ahora se mueve entre dos aguas, ya que entiende que denunciar a su clientela es morder la mano que le da de comer. «Llamé a la policía pero cuando llegaron la persona que estaba fumando se había ido, no puedo estar llamando cada diez minutos», comenta.

La esperanza que tiene es que la gente se vaya concienciando poco a poco y que con el paso del tiempo sus clientes se acostumbren a no fumar o a hacerlo fuera del local.