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Juan José Ramos Vicente muestra su libro en la estación de ferrocarril de Cáceres. :: JORGE REY
Historia del ferrocarril olvidado
CÁCERES

Historia del ferrocarril olvidado

Su autor, el cartero cacereño Juan José Ramos, presentó ayer la publicación en el Ateneo Un libro recoge el proyecto del tren que nunca llegó a ocho pueblos de la provincia

MARÍA JOSÉ TORREJÓN

Viernes, 14 de enero 2011, 02:37

La faceta más conocida de Juan José Ramos Vicente (Logrosán, 1960) es la de cartero. Es fácil cruzarse con él cada mañana por las calles del casco viejo de Cáceres, su zona de reparto. Pero lo que la mayoría desconoce es su pasión por el ferrocarril. Ha fotografiado más de 750 estaciones de tren de todo el país. Y ahora, después de cuatro años y medio de investigación, acaba de sacar a la luz su primer libro.

La publicación se titula 'El ferrocarril de Talavera de la Reina a Villanueva de la Serena. Historia de una ilusión' y la presentó ayer por la tarde en el Ateneo. Desgrana en 167 páginas la historia de la línea construida entre Talavera de la Reina y Villanueva de la Serena desde 1928 a 1962. Durante estos 34 años se levantaron viaductos, se edificaron muelles y se fijaron vías a lo largo de 146 kilómetros. Pero el tren nunca circuló por ellas.

Los ocho pueblos de la provincia incluidos en el trazado de la línea perdieron, a juicio de Juan José Ramos, una oportunidad histórica para despegar y mejorar sus comunicaciones con la capital de España. Guadalupe, Berzocana, Cañamero, Logrosán, Zorita, Madrigalejo y Campo Lugar se quedaron con sus estaciones en pie pero sus habitantes jamás pudieron subirse a un vagón. En el caso de Alía, las obras no llegaron a ejecutarse. El único tramo de los 168 kilómetros proyectados que no se materializó fue el comprendido entre las localidades de Puerto de San Vicente (Toledo) y Guadalupe. La inversión se cifró en 1.641 millones de la época.

«Quería compartir con mis paisanos el potencial que esta línea podría haber llegado a tener si hubiera funcionado. Hubiese comunicado un territorio de más de 26.000 kilómetros cuadrados, vertebrando comarcas que han estado desde siempre mal comunicadas, lo que hubiera redundado en grandes beneficios, no solamente económicos, sino también sociales y demográficos », apunta el autor.

Para entender el interés que este hombre ha prestado a una línea de ferrocarril abandonada hay que remontarse a su infancia. Su pueblo, Logrosán, conserva la huella de aquel proyecto promovido por Primo de Rivera. Cuando tenía siete años su abuelo le llevaba a jugar a la estación. De aquella época recuerda el olor a querosota -un derivado del petróleo empleado para impregnar las traviesas de madera de las vías- y el surgimiento de una pasión que tiempo después le llevaría a recorrer a pie el trazado completo hasta en siete ocasiones.

En 1960, dos años antes de que se interrumpiera la construcción de la línea, un informe del Banco Mundial echó por tierra el trabajo de tres décadas. «Instaba a los gobiernos de los países de la actual Unión Europea a abandonar las obras ferroviarias en favor de las carreteras», indica Ramos. Y, después, llegó el olvido hasta que hace poco el Ministerio de Medio Ambiente transformó el tramo que hay entre Villanueva y Logrosán en vía verde. «Es una alternativa de ocio, pero a mí me hubiera gustado ver la línea en funcionamiento».

Cansado de recibir la negativa de todas las instituciones a las que ha recurrido, Juan José Ramos ha optado por autoeditarse su obra. Ha invertido 5.000 euros para sacar al mercado 350 ejemplares. Cada libro cuesta 20 euros y se puede conseguir en la librería Santos de la calle Pintores, en Cáceres, y en Logrosán, en la librería Ábaco.

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