ÁNGELA MURILLO
Sábado, 5 de febrero 2011, 10:27
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Joao ya había sido condenado por violencia machista, pero seguía llamando por teléfono a su exmujer y viéndola. La situación se agravó el 10 de septiembre de 2009. A las cinco de la tarde este ciudadano portugués vio a su expareja en la avenida Carolina Coronado de Badajoz. Detuvo el coche para preguntarle por su hija común y le propuso tomar un café, a lo que ella se negó. Pero salió del turismo y comenzó a empujarla. La mujer se defendió con un golpe en la cara que le hizo sangrar.
En respuesta, Joao le lanzó una patada y la agarró del pelo y la obligó a subir al coche. La condujo hasta un descampado del polígono El Nevero y dentro del turismo la golpeó por todo el cuerpo. Tras recibir un puñetazo, Rosinda logró zafarse herida.
A la mañana siguiente ella denunció los hechos, así como unas amenazas y una violación que no han quedado probadas. Dos días después él fue detenido y un juzgado pacense dictó le mandó a la cárcel de forma provisional, donde sigue.
Ahora ha sido condenado por la Audiencia Provincial, que considera que ha quebrantado de forma reiterada una condena de alejamiento y que también ha cometido otro delito de violencia de género. Se le impone una pena de 9 meses por quebrantamiento continuado, otros 9 meses por un delito de violencia contra la mujer, además de privarle del derecho de tenencia de armas por tres años, así como la imposibilidad de acercarse a la víctima a menos de 500 metros y comunicarse con ella durante cinco años. El condenado deberá indemnizar a su expareja con 2.250 euros.
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