Pilar Molinos

La Cinoja, un centro de arte peculiar

La pintora mantiene desde hace trece años en su propia casa su personal proyecto cultural

MERCEDES BARRADO TIMÓN

Sábado, 19 de febrero 2011, 16:25

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La pintora Pilar Molinos es la artífice de un personal proyecto expositivo que se mantiene desde 1998 en Fregenal de la Sierra (Badajoz), afianzado en su vocación por difundir el arte y en una voluntad sostenida de poner a contribución para ello los medios a su alcance. Este proyecto cuenta con un espacio peculiar que le da nombre y que es como la prolongación de la propia vida personal de la artista. Tres veces al año, Pilar Molinos organiza exposiciones en tres hermosas salas que ha ido habilitando en su casa, un caserón de trazas renacentistas conocido como La Cinoja, situado a la entrada del antiguo barrio judio de Fregenal, en pleno centro urbano de la localidad.

En los días de exposición, Molinos abre las cancelas de su casa y actúa como galerista, crítica, mecenas y amiga en una faceta de divulgación artística que se une al aspecto, imprescindible en ella, de pintora que ha forjado un mundo personal en cuadros caracterizados por el impacto del color y unas formas que retratan el puzzle de los sueños. La Cinoja inició sus actividades en 1998 con una exposición conmemorativa de Arias Montano y por sus salas han pasado muchos artistas como Luis Costillo, Domingo Frades, Luis Ledo, Lucio M. Avia, Santiago Arranz, Cristina Lama, Antonio Covarsí y muestras colectivas como la titulada 'Córdoba Contemporánea', que estuvo abierta en abril del pasado año.

Pilar pertenece a una familia de diez hermanos cuyo padre, farmacéutico les enviaba a estudiar internos con los jesuitas y las carmelitas de Villafranca. Cuando acabó los estudios medios, Pilar marchó a hacer Información y Turismo en Sevilla y comenzó a trabajar en este sector en hoteles de Málaga e Ibiza y también desempeñó tareas en Iberia. Tenía ya 28 años cuando volvió a Sevilla para estudiar Bellas Artes y en el momento en que comprendió que ese era su mundo volvió a Fregenal y además se casó con Pepe, fallecido en 1995.

Pilar Molinos va a exponer en Badajoz a partir del día 24 de febrero su muestra 'Dulce luz difusa', que ya se vio en Mérida y que tiene un título que se corresponde con una frase de Brunelleschi.

-Lo suyo con el arte parece una vocación muy consciente porque se da ya cuando tiene una buena edad para decidir.

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-A mí el dibujo siempre se me había dado bien cuando hacíamos aquellas copias que nos ponían en el colegio de las monjas. Pero también me gustaban muchísimo los idiomas y cuando hice Turismo estuve tres años con mi hermana en el extranjero. Cuando estaba en Ibiza ya intenté hacer algo en Artes y Oficios pero no pudo ser y, además, yo quería estudiar Bellas Artes y finalmente lo hice cuando volví a Sevilla.

-¿Cómo se fue conformando su visión pictórica, esa luz y el color de sus cuadros, la apariencia de inocencia?

-Creo que parte del Mediterráneo.

-¿Ibiza?

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-Ibiza. María del Mar Lozano Bartolozzi, que conoce bien mi pintura, decía que mis colores, las formas y luz no parecían proceder de Extremadura. Y es verdad que la gente extremeña parece ser más seria y más recia, el extremeño es la encina y es increíble cómo nos puede llegar a definir este árbol. Yo quizá sea una excepción. A mí Extremadura me encanta, pero he estado toda la vida viviendo fuera. Mi mentalidad, con 19 y con 20 años, se hizo en el extranjero cuando nos íbamos de au-pair enviadas por mi padre. Mi padre era un hombre muy serio pero tenía una mentalidad abierta. Nunca nos decía que teníamos que volver a una hora determinada a casa porque, como éramos tantos, se conformaba con que dijéramos que volvíamos con alguno de los mayores. Cuando regresábamos a casa nos quitábamos los zapatos, pero la que nos recibía era mi madre, porque mi padre estaba dormido. Unas sobrinas mías, que también han ido al extranjero, han vuelto cambiadas y, en lo que a mí se refiere, estamos hablando de los años 69 y 70. Yo creo que en el arte de cada uno influye la vida que haya llevado y a mí me influyó la luz del mediterráneo. Lo mío es el color, que siento como una atracción o una necesidad que no puedo resistir. Voy a las librerías y compro papeles de colores aunque no los necesite y me encanta su olor y los almaceno para sentir sus diferentes texturas. En cuanto a las formas. da la sensación de que son muy fáciles de hacer, pero yo me muevo en el límite entre lo que hacen los niños y lo naïf. En las clases de Sevilla había un ambiente muy sevillano, nada abierto y recuerdo que José Luis Pajuelo me advertía, antes de empezar Bellas Artes, que no me quitasen aquellos colores que yo ya tenía. De hecho intentaron cambiarme, pero a mí me daba igual que me pusiesen un 6 o un 7 en Paisaje y no transigí.

-No consiguieron dominarla.

-Creo que a mí nunca me ha dominado nada ni nadie.

-También tiene tendencia al collage, a usar esas formas indefinidas como amebas que utiliza para mezclar.

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-Eso empezó en 1995, a raíz de la muerte de Pepe. Sufrí un cambio brusco en mi pintura. En principio, esas formas me daban miedo. Para mí, la libertad es lo más importante que tiene el ser humano pero hay que saber moverse respecto a ella. A los creadores se nos nota si no gozamos de toda la libertad. A veces veo un cuadro y conozco a su autor y me doy cuenta de que no van el uno con el otro, de que fallan el contenido y la libertad y eso no puede ser. Yo no pinto con óleo porque no me gusta y, antes de los collages, utilizaba pigmentos que yo misma fabricaba mezclándolos con cola. Eso también me lo enseñaron en la Facultad y me encantaba porque era algo muy fresco. Yo no he querido perder la pureza y la espontaneidad porque a veces es muy difícil expresar la naturalidad. Cada uno se expresa como quiere o como puede y yo no quiero mentirme a mí misma y menos en la pintura. Siempre me ha gustado el automatismo y me impresionó una exposición de Luis Gordillo, que decía que le encantaba hacer garabatos. Así que me dije que iba a intentarlo porque siempre me ha gustado lo relacionado con el subconsciente y he decidido hacer mi propio mundo averiguando lo que hay dentro de su inmensidad. Pero luego tenía que enseñar los cuadros y eso fue un paso complicado, ya que algunos críticos los encontraban difíciles de clasificar. Mis experiencias impedían que mis cuadros fueran realmente naïf y Carmen Pallarés, de ABC Cultural, aconsejó que la gente que viera mi obra que no se quedase en la superficie sino que se fuesen a lo profundo. Y por eso yo pongo título a los cuadros y los acompaño con unos textos con ideas que recojo de conversaciones o de cosas que oigo en la televisión. Con eso pretendo que las frases me suenen y que tengan una armonía, que presenten una coherencia. Nunca he preguntado a la gente qué les parecían mis cuadros porque, primero, no me lo iban a decir y, además, no me van a influir.

-¿Sigue en la misma línea en la exposición que prepara para Badajoz?

-'Dulce luz difusa' ya estuvo expuesta en Mérida el año pasado y surgió en Mérida un día que iba pasando por el Puente Lusitania con una niebla impresionante. No veía nada y me parecía que levitaba y eso me dio el tema de la exposición, que es sobre la niebla.

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-¿Llega a Badajoz tal cual estuvo en Mérida?

-Con 14 cuadros que hemos incorporado.

-¿Hacía mucho que no exponía en Badajoz?

-Allí hice una exposición colectiva hace algunos años en la Galería Ángeles Baños y, antes de eso, en otra exposición colectiva en el Meiac, 'Abierto a Extremadura'. En 1997 fui la primera pintora que expuso en la Sala Europa de la Junta de Extremadura, el mismo lugar donde expongo ahora.

-Hace más de diez años.

-Pero eso es también interesante. Tampoco hay que exponer cada dos o tres años y tampoco somos tan importantes para que vayan a ver nuestras obras. No sé a quien le puede interesar. A mí me ha influido toda la pintura que he visto y exponemos porque tenemos una necesidad de comunicar. Los que se acerquen a ver una exposición no deben preguntarse por lo que significa sino dejarse llevar y buscar las sugerencias.

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-A pesar de no tener urgencia por exponer ha querido utilizar su casa para facilitar que otros expongan. ¿Cómo se le ocurrió transformar La Cinoja en un pequeño centro cultural?

-Antes de tener esta casa ya me gustaba mucho disponer de espacio. De espacio y de tiempo. Fregenal está lleno de casas maravillosas y cuando yo paseaba por aquí pensaba que debía ser impresionante vivir en ellas. Conocí a Pepe y acabamos haciéndonos con esta casa que empezamos a arreglar desde 1981. Habíamos rehabilitado ya muchas cosas, pero Pepe no llegó a conocer mi proyecto de La Cinoja. Yo había visitado una exposición en Cáceres en 1998 con motivo del cuarto centenario de la muerte de Benito Arias Montano, una exposición fantástica que tenía la imprenta de Plantino, objetos traídos de El Escorial y me planteé que en Fregenal aún no se había hecho nada siendo Arias Montano de aquí. Así que tomé la responsabilidad de hacer algo en su propio pueblo y empecé a llamar a todos los pintores que conocía, a escritores e hicimos un montaje en una de las salas de la casa. Vi la exposición en marzo y en diciembre ya teníamos aquí la nuestra y la llamamos 'Laurel, hiedra y mirto'. Una de las salas la dedicamos a la Inquisición y los inquisidores eran tres pájaros míos que simulaban una escultura muy tétrica. Había también cosas de Luis Costillo y, en otras salas, dibujos míos y de otras personas. Vinieron representantes de la Junta a inaugurarla.

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-Lo importante de un proyecto es la continuidad y debe ser difícil mantener una idea de este tipo.

-Cuando yo comentaba el proyecto a todo el mundo le parecía bien pero luego no me ayudó nadie. Soy yo sola la que está en esto y me propuse que tuviera vida. Sentí la responsabilidad de tener una casa que es un museo y pensé que se debía enseñar. Esto no es una galería sino un centro de arte que hace que entres en otro mundo y otra época desde que pasas por los dos portalones. Quiero que el venga aquí disfrute de todo y cuando hay exposiciones la gente entra como si fuera su casa.

-Quizá fuera más fácil disponer de algún tipo de convenio que seguir sola con esto, aunque eso le quitaría la libertad que le es tan preciosa.

-Claro. Desde 1998 tanto el PP como el PSOE en el Ayuntamiento me ayudan más o menos, las tarjetas (anunciadoras de las exposiciones) me las subvencionan y ya es bastante. Con esto me pasa como con los cuadros, que ya no puedo parar. Aquí ha habido obra de artistas andaluces y extremeños, de Pérez Comendador y Magdalena Lerroux y la Colección de Poesía Visual de la Diputación de Badajoz. A mí estas habitaciones se me iban a caer y me planteé si arreglarlas o ampliar el patio y decidí arreglarlas porque era una zona del año 1700 que tenía unos arcos interesantísimos. Era un sitio fantástico para hacer exposiciones. Yo organizo tres al año por puro egoísmo: Por aquí ha pasado mucha gente con muchos proyectos que, de no existir esta sala en Fregenal, yo me perdería. Quiero enseñar el arte a las personas que se acerquen a La Cinoja. La gente me dice que lo que podría ser esto si no se encontrase en Fregenal y yo respondo que, entonces, no sería La Cinoja.

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