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«ESTA PROFESIÓN ME DA EL AIRE PARA RESPIRAR CADA DÍA»
TOROS

«ESTA PROFESIÓN ME DA EL AIRE PARA RESPIRAR CADA DÍA»

Antonio Ferrera se sincera en una entrevista en la que desgrana su concepto del toreo y de la vida

ESTEFANÍA ZARALLO ezarallo@hoy.es

Domingo, 17 de abril 2011, 12:41

Hasta la fecha, ha toreado cinco corridas de toros, tres de ellas en España. De los diez ejemplares que ha lidiado, ha indultado a dos: uno de Hermanos Sampedro el 27 de febrero en Valverde del Camino y uno en Olivenza, de la ganadería de Garcigrande, el pasado 13 de marzo. Un arranque de temporada prometedor e ilusionante para el diestro Antonio Ferrera (Bunyola, 1978) que volverá este año a Las Ventas, anunciado dos tardes, una en San Isidro y otra en la Feria de Aniversario. Después de un año complicado, el torero vuelve a demostrar en el ruedo y como mejor sabe hacer, toreando, cuál es su sitio en el mundo del toro. Un lugar que ha conseguido por derecho y deleitando a la afición imprimiendo en cada tarde de entrega lo mejor de su tauromaquia. En los primeros compases del año, HOY profundiza en su actual temporada y en su concepto del toreo, el cual lleva madurando desde que tomó la alternativa hace ya 14 años.

-Tres corridas de toros en España y dos indultos. ¿Cómo se encuentra tras estos triunfos?

-Bien, preparando esta temporada que para mí es muy ilusionante. Estoy muy motivado y tranquilo.

-La semana pasada se presentaron los carteles de Madrid y usted está anunciado dos tardes...

-Madrid siempre ha marcado todo en mi carrera. He tenido triunfos importantes, tardes de entrega y sufrimiento. Volver hace que esté muy motivado e ilusionado.

-¿Qué sensaciones le transmite la plaza de Las Ventas?

-Madrid es una plaza que no es nada fácil. Es muy difícil lograr el triunfo con el que uno sueña, pero ahora tampoco pienso en ello como algo clave. Pienso en el día a día y en llegar a esas dos tardes como llego siempre a una corrida de toros, independientemente de donde esté. Lo que es cierto es que ahora se reúnen una serie de cosas personales y profesionales que hacen que tenga una ilusión especial y, el hecho de no haber estado el año pasado, hace que sea importante y que espere que se den todas esas condiciones necesarias que son fundamentales para triunfar en Madrid.

-Le precede el indulto de Mosquetero, un gran toro de Garcigrande en Olivenza. Supongo que fue una faena especial...

-La tarde en general fue especial. La faena del primero tuvo mucho fondo e importancia aunque se haya dejado un poco al margen por el tema del indulto. Y luego, el toro Mosquetero me ha marcado mucho, sobre todo por ser en Olivenza después de no estar el año pasado. Se notaba mucho en el ambiente antes de la corrida. Tenía unos alicientes sentimentales que se percibían, y el detalle de la gente de darme esa ovación antes de salir mi toro, pues hacía que las sensaciones fuesen muy profundas y que todo ello se transformase en lo que se transformó, en cuajar un toro bravo y hacerle las cosas bien para que pudiese sacar su fondo y que yo pudiese sacar el mío y conjugarlo en la plaza.

-¿Cómo analiza la lidia de ese toro?

-Al principio era muy exigente porque era muy bravo. Cogió un poco de ritmo tras el puyazo, y creo que las cosas que se le hicieron fueron para que pudiese ir desarrollando sus virtudes. En el tercio de banderillas se vino muy fuerte y fue arriesgado por eso, porque el toro era muy encastado y la clave de la faena fue apostar por él, irme a los medios y ponerle la muleta por delante a un animal que no estaba atemperado del celo que había cogido en banderillas. Yo era muy consciente de hasta donde quería llegar, quería vaciarme y apostar. El toro, cuando se le hicieron las cosas bien, sacó clase y profundidad y me permitió torear largo, como uno siente y llegar a niveles que no imaginaba.

-¿En qué momento se dio cuenta de que era un toro de indulto?

-No me enteré. He indultado muchos toros y a veces lo puedes percibir, pero estaba tan metido en la faena que no me percaté de nada. Conseguí evadirme de todo, fundirme en la faena y a partir de ahí no había más pensamientos.

-Hay quien ha criticado el indulto porque dicen que no se empleó lo suficiente en el tercio de varas.

-Creo que hay muchos tópicos y uno de los perjuicios de la profesión es que a veces damos por hecho que el toro solo puede mostrar su bravura en determinado momento. El animal tiene su personalidad y hay que darle sus tiempos y educarlo. A lo mejor, si no le planteo la faena como se la planteé, no saca ni la mitad de fondo que sacó. No hay quedarse en si tiró o no al caballo. El toro salió con una alegría especial, con una transmisión distinta, se le pegó su puyazo normal, y a partir de ahí, fue desarrollando sus virtudes y siempre obedeció a mi exigencia. Podrá dar muchísimos productos para llegar a los niveles que se llegaron el otro día. A partir de ahí, que cada uno critique lo que quiera.

-¿Ha hablado con el ganadero?

-Lo primero que hizo fue darme las gracias porque a lo mejor, si no se le hacen las cosas como se le hicieron, no se ven sus cualidades. El ganadero está encantado porque tiene un gran reproductor en su finca y sabe que su simiente puede acarrear triunfos y tardes importantes para él y para muchos toreros.

-Indultó también un ejemplar de Hermanos Sampedro en Valverde del Camino el 27 de febrero. ¿Cómo fue ese toro?

-Tuvo otra personalidad. A veces buscamos que todos los toros sean iguales y creo que es una equivocación. Lo interesante es que haya muchos toros importantes pero que sean distintos. El de Valverde tuvo mucho fondo, pero no un carácter tan fiero, no con esa exigencia que tenía el de Olivenza. Tenía una bravura y exigía acariciarlo, torearlo al ralentí. Fue noble, tuvo duración, ritmo, cadencia y compás y me permitió torearlo muy despacio.

-Esos dos éxitos harán que empiece muy motivado el año ¿no?

-Claro, empezar a estos niveles es lo que uno siempre busca en el invierno. La temporada anterior, aunque no estuve en muchas plazas en las que me hubiese gustado estar, me sirvió para forjarme y madurar y, este año, se está viendo florecer lo que sembré el pasado. Eso me motiva para sacar cada día ese fondo de torero que, por circunstancias, muchas veces no se ha visto o no se ha querido ver. En este momento de mi carrera lo que quiero es sacar lo que verdaderamente siento delante de un toro independientemente de las orejas. Ahora mismo estoy en ese momento. Quiero que, cuando la gente hable de mí una vez que no esté en esta profesión, no recuerden a un torero que tuvo que luchar dentro y fuera del ruedo, sino que se acuerden de mí por haber logrado transmitir delante de la cara de un toro. Es lo que busco y quiero.

-¿Qué busca delante del toro?

-Busco tener la inocencia que tenía cuando empezaba y la madurez que he adquirido a lo largo de mi trayectoria. Fundir las dos cosas y hacerlo sin esperar nada. Todos luchamos por el triunfo, es nuestro instinto natural, pero ahora no busco eso sino sentir esa profundidad.

-¿Cómo ha sido ese paso de la inocencia a la madurez?

-Amando mi profesión por encima de todo. Entregándome a ella por encima de las circunstancias y sobre todo teniendo instinto de superación y tratando de conocerme a mí mismo para ir a mejor. Son procesos que llevan años pero son necesarios para que, cuando lleguen momentos delicados en mi vida profesional, tenga la capacidad de encauzarlos. Esta profesión te permite disfrutar, pero también te exige una serie de valores, porque cuando hay circunstancias complicadas y muchos caminos donde escoger, es importante verlo todo claro para saber elegir. Y todo ello lo hago porque esta profesión me da el aire para respirar cada día.

-Por muy feliz que sea, ¿no hay momentos de debilidad, días en los que apetece dejarlo todo?

-Claro que los hay, esto es una profesión de sentimientos y de sensibilidad y, aunque uno se ponga delante del toro por instinto, porque está preparado y porque tiene ambición, a veces sufres mucho y hay cosas que te duelen pero ahí radica todo. Hay momentos duros, ves que hay una muralla delante de ti que se está haciendo cada vez más alta y tú cada vez más pequeño, entonces tienes que distanciarte, echarte para atrás y cada vez la muralla se irá haciendo más pequeña, hasta que seas capaz de volver a andar el camino y saltarla. Todo eso te lo da la vida, la educación que te da tu profesión a la que hay que tratar con respeto, admiración y ambición para seguir disfrutando de ella con la misma inocencia de los inicios.

-¿La constancia es el valor fundamental en su vida?

-La constancia positiva. Puedes ser constante pero empeñarte en encontrar las cosas malas y yo creo que, en los momentos difíciles hay que ser constante y aguantar, pero siempre empujando. Quizás sientes que no estás recompensado, pero hay que dar las gracias porque tener la capacidad de ser constante con aquello que te llena en la vida es fundamental.

-Cambiando de tercio, el año pasado fue el matador que más reses de Victorino Martín estoqueó. ¿Qué supone para usted esta ganadería?

-Mi alternativa ya fue con toros de Victorino y eso fue algo histórico. Es una ganadería que requiere muchas cosas. Para mí, cada vez que me anuncio con una de Victorino, es como si la torease por primera vez. Es un animal exigente y tiene una personalidad distinta, sin desmerecer a ninguna ganadería porque todos tienen riesgo, peligro, instinto y presión, pero el 'victorino' te exige con su presencia y hay que enfrentarse a ellos preparado física y mentalmente. No te permite ningún fallo. Te exprime mucho y tienes que hacerlo todo con las ideas muy claras porque siempre te va a plantear preguntas que ni te esperas. Lo que pasa es que el sentimiento que transmites cuando te encajas con un 'victorino' y consigues pasarlo con los vuelos de tu muleta... No sé cómo explicarlo. Es un toro que te transmite que tienes que estar atacándole pero en realidad tiene que ser con mucho tacto, porque solo con su mirada te marca muchas cosas. Por eso no es fácil y por eso los triunfos se saborean tanto.

-Precisamente usted y los toros de Victorino son los protagonistas de una película documental en 3D. ¿Imaginó alguna vez que rodaría un filme?

-No, y conociéndome menos. Soy muy reacio a este tipo de cosas y costaba trabajo. Fue una experiencia muy bonita y mereció la pena, sobre todo por la transparencia con la que se cuentan las cosas. Normalmente no se ven los valores que hay en el toreo, ni la intensidad con la que se vive esta profesión, el respeto, los miedos, las incertidumbres... Lo importante es que los miembros del equipo al final estaban emocionados por el trabajo que habían podido hacer. Para mí eso fue muy bonito.

-Nunca imaginó hacer una película y ha llegado a ir al estreno al Festival de Málaga. En su vida ¿ha pensado muchas veces que había cosas que jamás le pasarían y le han terminado sucediendo?

-Sí, de pequeño yo veía esos toros tan grandes, y a los toreros jugándose la vida, y nunca imaginé que yo iba a ponerme delante de uno. Lo bonito de la vida y las grandes cosas te llegan cuando no te esperas nada. Hay que vivir buscando cosas que te aporten algo y que te hagan crecer y quizás la vida te compensa con cosas que no te esperas.

-¿Qué le gustaría que le sucediese?

-No lo pienso. A veces nos preocupamos más de lo que esperamos que la vida nos dé, que en aportar nosotros cosas. Me gusta que la vida me sorprenda, a ser posible, para bien.

-Tiene contratas algunas actuaciones en los próximos meses: Lisboa, Plasencia, Granada, Madrid...

-Sí, hoy en día todos los toreros sueñan con torear mucho, pero yo quiero que cada tarde sea un acontecimiento. Quiero ser capaz de sacar todo lo que llevo dentro en cada corrida y a partir de ahí, las circunstancias dirán.

-Rui Bento seguirá siendo su apoderado. ¿Está contento con que sea él quien lleve su carrera?

-Sí. Es un matador que conoce muy bien la profesión y la relación es normal y muy fluida.

-Ha cumplido 14 años como matador. ¿Qué balance hace de su profesión en todo este tiempo?

-Hay muchos momentos y muchas historias, pero aún tengo el instinto. Después de 14 años veo esta profesión con madurez pero con la ilusión de ser capaz de desarrollar lo que quiero hacer delante de un toro. Eso me motiva mucho.

-¿Concibe la vida sin torear?

-Ahora mismo no. En muchas ocasiones me ha dado la vida el torear, es el motor que me empuja a seguir. Cuando la vida me diga hasta aquí, cuando llegue ese momento, quiero que lo haga con la misma clarividencia que veo ahora mi profesión.

-¿Con qué sueña?

-No soy persona de tener muchos sueños, pero sí hay motivaciones. En la vida es bonito soñar pero prefiero motivarme y tener retos.

-¿Cree que algún día podrá vivir sin el toro?

-No lo sé. La verdad es que no lo creo. Los toreros amamos el toro estando con él y sin él, y eso es muy difícil de comprender. Hoy en día, la gente joven que tiene un trabajo tiene mucho mérito y más aún si se lleva el trabajo a casa, porque los que le rodean sufren mucho. Uno de los valores de esta profesión es que no te puedes quitar el vestido de luces y desconectar. Eso hace que tu vida gire en torno al toro, lo que no quiere decir que estés obsesionado con él, sino que le da sentido a todo lo que haces. Comprenderlo no es fácil y eso es comprensible porque tampoco todo el mundo tiene que entenderlo, pero creo que para vivir 'en torero' de verdad hay que amar esta profesión en todo momento.

-Habla del niño que un día fue y del que busca la inocencia. Si volviese atrás, ¿le daría algún consejo a ese pequeño futuro torero para que no cometiese algún error?

-No, yo le dejaría con todas sus cosas. Uno empieza con toda la inocencia del mundo y sin saber lo que te va a pasar en la vida. Yo de pequeño iba a torear una becerra a un tentadero e imaginaba que estaba en Madrid o en Sevilla. Me mentalizaba de que estaba en un sitio importante. A partir de ahí comencé a adquirir valores, sobre todo gracias a mi padre, que me ha enseñado el respeto y la exigencia de la profesión. Muchas veces me gustaría estar otra vez ahí, en esa etapa. Volver a ser pequeño y vivirlo con la inocencia de no saber nada y tener el instinto por aprender y las ganas de transmitir.

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