PILAR ARMERO parmero@hoy.es
Lunes, 18 de abril 2011, 02:40
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Las zonas de la comunidad autónoma extremeña que menos han dependido de la administración presentan un mayor nivel económico y de desarrollo. En definitiva, son las que mejor están haciendo frente a la crisis, cuando curiosamente se trata de las que menos inversiones públicas reciben.
Las Vegas del Guadiana, Tierra de Barros, La Vera y Campo Arañuelo forman parte de ese listado de destinos privilegiados. Coinciden en ello los expertos que han recopilado datos para el Informe GEM (Global Entrepreneurship Monitor), un termómetro de la economía regional y otros, como el profesor de la Universidad de Extremadura y experto en desarrollo, Julián Mora Aliseda, que destaca la tradición emprendedora que ha identificado a estas zonas.
Comarcas que se han empeñado en vivir de la producción de su tierra y, también, en dar un paso más hacia adelante, transformando lo que producen, una tarea que conlleva un importante valor añadido y que las ha colocado a la cabeza de la débil pirámide de la prosperidad regional.
No hay más secreto que el hecho de que sus habitantes han sabido aprovechar la riqueza de unos suelos especialmente prósperos, que marcan también una diferencia importante con el resto del territorio extremeño. Lo han explotado con técnicas como el regadío, que ha llegado a traspasar su condición de mera tecnología para convertirse en un hecho social, «en una estrategia de adaptación ecológica de los grupos humanos», apunta el sociólogo y también profesor de la universidad extremeña, Artemio Baigorri.
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Aspiraciones a funcionario
No es, sin embargo, lo que ocurre en la mayor parte de la región, donde se ha preferido vivir de la administración y sus subvenciones.
«Las principales ciudades, salvo Don Benito, Almendralejo, Villanueva y Navalmoral, tienen una estructura económica con una hipertrofia del sector terciario escasamente productivo, con un enorme peso de la administración pública, con duplicación de servicios, de personal, de equipamientos y costes», apunta Mora Aliseda.
El profesor pone el ejemplo de ciudades como Badajoz, Cáceres y Mérida, «donde hay jóvenes con muy buena formación académica, pero sin cultura emprendedora, que lo que se plantean cuando están recién licenciados es opositar, en lugar de tener espíritu empresarial». Y si no tiran por ese lado, suelen hacerlo hacia el empleo en el sector del comercio.
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Se ha ido asentando una especie de cultura de las subvenciones, que se van a acabar más pronto que tarde, una realidad que obliga a pensar en qué ocurrirá cuando ese momento llegue. «El verdadero problema vendrá cuando a partir de 2014 se reduzcan considerablemente las ayudas procedentes de los Fondos Estructurales y de Cohesión comunitarios y no podremos acudir al Fondo de Cohesión Interterritorial Español, pues apenas tendrá recursos después de las transferencias efectuadas a Cataluña en materia de gestión de impuestos», asegura Mora Aliseda.
Los expertos creen que, ante tal panorama, urge desarrollar un plan estratégico que detecte las deficiencias del actual panorama económico y determine dónde se puede sacar el mayor rendimiento. De lo contrario, auguran un futuro poco próspero para una Extremadura «con un 70% de mileuristas que pagan pocos impuestos; un 23% de desempleados; un 20% de ancianos; un 15% de jóvenes que pertenecen a la población no activa y una población activa con muy baja cualificación, lo que genera poca productividad».
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