
PILAR ARMERO
Jueves, 21 de abril 2011, 03:41
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La vida contemplativa volverá al monasterio de Yuste de la mano de monjes polacos. Son miembros de la orden de San Pablo Eremita, sin presencia en España, de manera que se constituirán como la primera comunidad de esta congregación que se asienta en territorio nacional.
La noticia ha sido acogida con satisfacción en La Vera, donde desde la marcha de los jerónimos, hace un año y medio, se está esperando la vuelta de la vida monacal a Yuste. El alcalde de la localidad, Sixto Vera, indicó que «es lo que se estaba reclamando desde entonces, para mantener lo que Carlos V se encontró y el sentido de lo que siempre ha significado este monasterio».
Una orden muy europea
La llegada de los monjes se ha gestionado desde el Obispado de Plasencia, con la aprobación de Patrimonio Nacional, la Junta de Extremadura y la Fundación Academia Europea de Yuste. Se ofertó a los polacos a raíz de las relaciones que mantiene la diócesis con religiosos de esa nacionalidad.
A la hora de explicar esta elección, no se puede pasar por alto el fuerte asentamiento europeo de esta comunidad paulina, que nació en Hungría y está especialmente presente en Europa, con asentamientos en Polonia, Croacia, Ucrania, Bielorrusia, Chequia, Eslovaquia, Alemania, Bélgica o Italia. Una tradición europea que no puede desligarse del hecho que el monasterio de Yuste sea la sede de la Fundación Europea, el lugar en el que se conceden los premios Carlos V a quienes destacan por difundir la idea de unidad del continente.
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La previsión es que los nuevos inquilinos lo sean en mayor número que los jerónimos que hasta diciembre de 2009 habitaron en el monasterio. Una docena es el número de religiosos que se baraja que vengan aunque todavía no se ha determinado cuántos lo harán exactamente ni tampoco cuándo.
De hecho, Patrimonio Nacional sigue haciendo obras en el edificio, la causa que precisamente llevó a los jerónimos a trasladarse hasta Santa María del Parral, en Segovia, donde finalmente se han quedado a vivir.
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Estos religiosos polacos son los que custodian a la popular Virgen Negra de Czestochowa, patrona de Polonia, de la que Juan Pablo II era especialmente devoto. Su icono ha convertido el monasterio de Jasna Gora en lugar internacional de peregrinación.
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