A.S.O.
Jueves, 26 de mayo 2011, 03:03
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Son verdaderos tesoros. Artísticos o patrimoniales. Unos son conocidos. Otros, apenas. Forman parte del legado local pero quedan ocultos al turismo. La ciudad aún esconde numerosos recursos con los que incrementar su atractivo. En su mayoría bienes inmuebles públicos. También los hay privados. Conjuntos artísticos e históricos de primer orden.
Entre los de propiedad municipal, está San Francisco, el teatro y el templo, rehabilitado como centro de exposiciones con una millonaria inversión y que en varios años ha abierto en puntuales ocasiones. En el itinerario paralelo al Jerte, con el mirador de la Cruz Dorada, el molino de San Francisco y San Juan hasta Santo Tomé y el molino Tajabor, no es el único recurso patrimonial que no se enseña.
Las ruinas excavadas de Santo Tomé han sido abandonadas a su suerte por el gobierno actual después de paralizarlas años y resistirse a acatar las órdenes de la Junta. El anunciado proyecto de musealización de Mónica García nunca se llevó a cabo en el yacimiento rescatado por iniciativa del PP hace 10 años. El Tajabor tampoco ha sido recuperado como señala el PGOU.
Muy cerca de este conjunto bajo el puente Trujillo, está La Salud. Una singular ermita sita sobre dos cubos y una puerta de la muralla, dependiente de una devoción o cofradía. Es el pequeño gran museo del barroco local cuya apertura al turismo trató Raquel Puertas hace años con la Devoción. A punto estuvo, recuerda. Finalmente, pese al acuerdo sobre seguridad y horario, la posibilidad se frustró.
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Privado es también el jardín del palacio del Mirabel, que los propietarios y el Ayuntamiento negociaron abrir sin éxito en 2004. Estaba el dinero del Plan de Excelencia Turística dejado por el PP para rehabilitar el antiguo vergel con singular aljibe renacentista y un proyecto para rehabilitarlo. Al igual que ahora hace la propiedad con la mansión, se quería abrir pagando entrada, una vez restaurado el conjunto.
Pero la iniciativa de la concejalía no cuajó por decisión política pese al acuerdo vislumbrado de visitar vergel en horario y con afluencia limitados, a cambio de rehabilitar el recinto y su singular cisterna. Los 120.000 euros concedidos al PET tuvieron otro fin. El enclave sigue siendo un espacio secreto y cerrado, al que ahora solo se asoman las visitas al palacio.
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Vedado al turismo y al público está el retablo de Luis de Morales, de San Martín, ante la negativa de San Esteban a abrirlo, al no ser atendidas las demandas hechas al Ayuntamiento sobre gastos y seguridad. Oculto totalmente queda el frontal renacentista de azulejos talaveranos de la sacristía de Santo Domingo, detrás de la puerta del bar del Parador y las magníficas y desconocidas tablas góticas de San Lázaro, recogidas en el palacio episcopal, así como la propia ermita rehabilitada.
A falta de recuperar la cripta y su leyenda, iglesia y puente forman una de las más pintorescas postales urbanas, en el eje del Jerte urbano. No lejos del templo, dos recursos susceptibles de mejor gestión. El lagar de la Casca, rehabilitado como centro de interpretación, se abre si se pide verlo en la Oficina de Turismo; y el antiguo molino de Paz, una de las 'fábricas de la luz', pura arqueología industrial, se consume en el olvido.
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Desprotegidos y ajenos a los visitantes quedan los restos del cementerio judío, necrópolis única en España, convertida en solar abierto ala degradación, una vez que la Junta no hizo el anunciado centro de interpretación, ni acotó el recinto, aún por excavar en parte. El ábside gótico de la Merced, 17 años después de adosarle un parking de varias plantas, sigue sin saber qué hacerse de él.
Los fondos del museo municipal permanecen inventariados y embalados en el archivo, una vez que el gobierno local decidió la pasada legislatura eliminarlo para dejar las Claras en sala de exposiciones. Por ahora no tienen destino. Sí lo poseen los del museo de arte de la catedral, que están restaurados, inventariados y embalados en el Obispado a la espera de financiación para ejecutar la rehabilitación de las salas cercanas al claustro de la seo donde se ubicará.
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El propio templo esconde rutas y atractivos susceptibles de explotarse, por las cubiertas o por el arranquede las bóvedas. Al igual que el palacio episcopal, sus jardines, huertos, la sala biblioteca con los fondos de los Jesuitas o la conexión y tránsito con el paseo de ronda hasta la ermita de la Salud.
Privados son también las bóvedas y desconocido zaguán, con pozo aljibe, y el patio pensil de la casa de las dos Torres, que se pretende edificar, y el cercano jardín, parte del antiguo vergel de las Algeciras, en el que Sorolla pintó el cuadro 'El mercado' que ha proyectado la imagen de Plasencia por el mundo.
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