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M. BARRADO TIMÓN
Miércoles, 24 de agosto 2011, 23:13
Dos artistas, cuatro cuadros históricos. El Museo de Bellas Artes de Badajoz ha aprovechado este verano su pequeña sala de exposiciones temporales, que aún no se ha visto afectada por la obra de ampliación del edificio, para mostrar a dos pintores coetáneos en el momento de su formación en que practicaron la 'pintura de historia'.
Felipe Checa Delicado nació en Badajoz en 1844 y murió en el 1906. José Caballero Villarroel había nacido dos años antes en Barcarrota y murió prematuramente en 1887.
Ambos pintores fueron condiscípulos y José Caballero tuvo como maestro a José Gutiérrez de la Vega, profesor de Dibujo en el Instituto Provincial de Badajoz. Checa y Caballero, cuya obra permite comparar la exposición del Bellas Artes, estudiaron luego en la Academia de San Fernando de Madrid.
Como muchos pintores, copiaron a los clásicos en el Museo del Prado. Las obras llegaron a la Diputación de Badajoz como envío obligado de los artistas a la institución que les pensionaba para poder realizar sus estudios.
En el cuadro 'Los comuneros de Castilla', Caballero Villarroel copió la obra realizada por Antonio Gisbert sobre este episodio histórico. Reproduce el momento del ajusticiamiento de Padilla, Bravo y Maldonado, los líderes de la revuelta castellana. El verdugo muestra la cabeza de Bravo mientras Padilla tiene la mirada baja y Maldonado asciende hacia el patíbulo. El pintor presenta a los tres dirigentes como a unos mártires.
El segundo cuadro de José Caballero que muestra el Bellas Artes relata la visita de Hernán Cortés a Carlos V mientras estaba hospedado en casa de los Duques de Béjar, en el año 1528.
Por su parte, Felipe Checa copia el cuadro 'El testamento de Isabel la Católica', de Eduardo Rosales, una obra que alcanzó gran fama y reproduce también el encuentro entre Felipe II, de visita en Badajoz, con el famoso pintor Morales, de acuerdo a lo narrado sobre este encuentro por Antonio Palomino y Velasco. Según ese relato, habiendo el Rey dispuesto que se entregaran al anciano pintor «doscientos ducados para comer», el artista replicó con rapidez.
-Y para cenar, señor... (Y Felipe II añadió otros cien).
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