
J. R. ALONSO DE LA TORRE
Domingo, 18 de septiembre 2011, 13:41
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En Riolobos reina gran expectación. Esta mañana llega una nueva máquina a un taller del pueblo. Es la máquina más cara que ha comprado nunca un empresario local si se exceptúan las recolectoras de tabaco. El comprador se llama Juan Fernández Municio y es uno de los últimos veleteros que quedan en España. Con esta máquina, que corta el hierro siguiendo el diseño que le marca un ordenador, las veletas serán un poco menos artesanas, pero su esencia no cambia.
El padre de Juan, que tiene 70 años y heredó el taller de su padre, frunce el ceño: a él no le gustan estos dispendios en máquinas. Es más clásico. Su hijo, no. «Yo soy el José Tomás de la cerrajería: o puerta grande o enfermería», se presenta y después, lo explica: «No he parado de comprar máquinas desde que empecé. Voy a una feria, veo una máquina y en cuanto veo que la necesito, la compro. Hasta ahora no he metido la pata. Como me ha dicho un amigo carpintero: de los cobardes no se cuenta nada. Y yo añado: y de valientes están llenos los cementerios».
-Nazco en casa de mi abuela. Crezco en el pueblo. Soy tercera generación de artesanos. Mi abuelo trabajaba la madera. Mi padre transformaba hierro, madera y aluminio y yo, un poco de todo, aunque la madera casi la he abandonado. La escuela, aquí, en Riolobos. A los 15 años me fui a la Universidad Laboral de Córdoba a estudiar Metal. Allí estuve mes y medio: no había salido nunca de casa, estaba acostumbrado a la buena vida, no aguantaba y me vine. Al llegar, mi madre me puso un plato de sopa y una tortilla de patatas y al acabar el postre, mi padre me dijo: «ponte el mono y vente conmigo a trabajar». Y hasta ahora. No quiero ni echar la cuenta de los años que llevo trabajando.
-Lo abre mi abuelo y se trabajaba todo a mano, sin maquinaria, fabricaba puertas y ventanas. Mi padre empieza a meter soldadura y algo de electricidad. Yo ya tengo soldaduras de hilo, tecnología más moderna.
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-Es una mesa que corta con control numérico. Hasta ahora recortábamos la chapa a mano y esta máquina, mediante un programa informático, diseñas el dibujo que quieres hacer, lo cargas en la máquina, ella da la orden y hace el corte. Mi padre no quería esa máquina. Es una inversión gorda, tiene 70 años y aunque esté jubilado, el bastón de mando no se quita. Es normal que se enfade, pero también es normal que renueves. Si yo sigo a estas alturas con el taller que tenía mi padre con una máquina de soldar y otra de cortar, me quedo ahí. Estamos haciendo cosas para nosotros y para talleres de Coria y Plasencia, que no tienen las máquinas, nos hacen encargos y gracias a eso tiramos.
-La gente se dedica al cultivo del tabaco y al pimiento. Tabaco negro y rubio. Se han hecho inversiones fuertes para secarlo con biomasa. Hay taller mecánico y de cerrajería, tiendas, bares, empresas de construcción y albañiles que han ganado premios internacionales. La crisis se nota en los impagados. A nosotros no nos ha faltado trabajo, pero sí ha habido mucho impagado. Quizás hay que ser un poco camaleón. Si yo antes vendía 40 remolques, ahora vendo 20, pero reparo 10. Y si mañana hay que hacer sartenes, pues se hacen sartenes.
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-Está el caso del Palacio de Justicia de Coria. Viene arrastrado de otra obra que hicieron en Plasencia, creo que para Tabacalera. Es una empresa que se llama Feiju Galicia. En Plasencia liaron a alguna gente y en Coria nos han liado a todos. Han reformado el Palacio de Justicia, han entrado en concurso de acreedores y a todos los que hemos pasado nos han dejado a deber dinero. A mí, que he hecho las barandillas de acero inoxidable, a cristaleros, a electricistas, a carpinteros, a fontaneros, a marmolistas, al de material de construcción, a todo el mundo y todos extremeños. A mí me deben 20.000 euros más IVA. Está todo por pagar. Y nosotros tenemos que tributar por esas facturas que no están pagadas. Ese es el gran cáncer que tenemos. Las obras están ahí, se disfrutan, pero no pagan. Han hecho una quita del 40% y ofrecen pagar el 60% restante en cinco años siempre que sea viable la empresa. Según yo tengo entendido, vienen de industrias conserveras y en Galicia tienen bastante patrimonio: naves, locales, industrias y demás. Lo que no sé es cómo una empresa, que tiene ocho o diez empleados declarados, factura 20, 30 o 40 millones al año. Es que son unas cosas rarísimas.
-Cuéntenos cómo eran las veletas y cómo son ahora.
-La función sigue siendo indicar la dirección del viento, pero ahora también se pone en plan decorativo. Los motivos han cambiado mucho, Antes hacía el típico gallo o solamente la flecha. Ahora he llegado a hacer como cosa rara un grifo antiguo con una gota para un señor que tiene una empresa de fontanería. A uno que tenía una tienda de motos, le hicimos una veleta con una moto y otra moto para un motero que se casaba, como regalo de bodas. Una oveja con el nombre de la finca.
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-¿Sigue importando saber la dirección del viento?
-La veleta indica de dónde sopla el aire, no hacia dónde va. Y siempre importa saber de dónde viene el viento. El otro día le estaba poniendo una puerta a un cliente. Hacía calor, yo sudaba y el cliente me dijo: Pues verás esta tarde lo que va a calentar porque he visto la veleta y está apuntando al Este. Eso es que está soplando el aire solano y quiere decir que esta tarde dejará de soplar y caerá un calor insoportable. Por la veleta sabes si va a refrescar o si un nublado va a dejar agua. Esas cosas las sabe bien la gente mayor. Hay gente que compra la veleta por ese motivo. Hay gente que compra la veleta con cigüeñas para que no hagan nidos en su tejado y hay quien compra la veleta del búho porque espanta a los pájaros.
-¿Podrían colocar sus veletas con cigüeñas en las torretas de alta tensión para evitar los nidos?
-En varias iglesias las hemos colocado y funcionan. Una vez se interesaron de Iberdrola, pero acabaron poniendo una especie de paraguas invertidos para que no aniden.
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-¿Hay veletas para iglesias?
-En las iglesias tenemos la paloma de la paz con el ramo de olivo y el mástil es una cruz. También en las iglesias es normal el gallo o solo la flecha. En Serradilla había un señor que lo apodaban el Segureja, que es como se llama aquí el hacha para cortar leña. Y le regaló a su familia una veleta con un hacha. Para Galicia hacemos veletas con brujas. Los emigrantes se llevan la cigüeña. El motivo clásico es el gallo por el tema de san Pedro.
-¿En España, cuántos veleteros pueden quedar?
-Que yo sepa, en Extremadura no hay más veleteros. Las pueden hacer muchos, pero no les interesa hacerlas. Fabricantes con técnicas modernas, conozco a algunos más en España, pero no artesanos.
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-¿Al llegar su nueva máquina, dejará de hacerlas artesanalmente?
-Si tuviera que hacerlas completamente a mano y cobrar lo que cuesta ese trabajo, hace tiempo que habría dejado de hacerlas. Es un dilema con la artesanía. Si es por arte, va a tenerlo siempre, pero con las nuevas tecnologías se va a perder un poco de artesanía en la forma de hacerlas. Hay formas de producir que te pueden abrir el mercado. Se trata de mantener lo antiguo con el sistema de trabajo de hoy. Si no, es que no te lo pagan.
-¿La veleta más grande que ha hecho?
-Un jinete a caballo y está en el restaurante El Caldero de la autovía, en el área de servicio que hay entre Cañaveral y Plasencia.
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-¿Y la más rara?
-Pues quizás la del grifo con la gota para el fontanero.
-¿Ponen inscripciones?
-Sí, los nombres de las fincas. Y a mi pariente Juan, del velatorio de Torrejoncillo, le hicimos un pergamino donde estaba el nombre: Velatorio Miriam. Hemos hecho el toro de Osborne. Hacemos lo que el cliente quiera hacer.
-¿Hablamos de precios?
-Las normales estándar, las de la cigüeña, el gallo, el toro, el caballo, están en 100 euros. ¿Qué quieren un diseño diferente? Si no es difícil de hacer, seguimos cobrando 100 euros. Si es más elaborado. Lo más caro que hemos hecho estaba en 250 euros. Entre 100 y 120 euros te puedes mover.
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-¿Su relación con el arte?
-De rebote nos llegó el encargo de hacer una obra de arte para colocar en la nueva autovía que va de Navalmoral a la frontera portuguesa por Monfortiño. Está en el último tramo que se ha abierto entre Galisteo y El Batán. El diseño es de una artista de Badajoz, Alejandra Valero. Una de las esculturas tiene 103 hojas de tabaco recortadas, simboliza el secado, y la otra simboliza la recolecta y son hojas de tabaco apiladas.
-¿Exporta sus veletas fuera de la región o al extranjero?
-Directamente no exporto, pero nos vienen a comprar aquí emigrantes. Esto es Ruta de la Plata y pasan gentes de muchos países que se detienen a ver el taller y luego compran. También desde Ceuta o Canarias nos han pedido al vernos en Internet. Nosotros solo nos movemos a mercadillos y a ferias medievales y rayanas.
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-¿Conoce a algún veletero europeo?
-He visto en Internet alguno de Argentina. En Francia he visto veletas hechas en tres dimensiones. Aún no he llegado a eso, pero no quiero decir que no llegue.
-¿Las más antiguas de la región?
-Las más antiguas que he visto han sido veletas en la parte antigua de Cáceres. Están en iglesias y palacios y sabiendo cuándo se levantó el edificio, se sabe cuándo se colocó la veleta es decir, hace 500 o 600 años. Una veleta aguanta 600 años sin problema.
-¿Qué harán sus hijas con la empresa?
-Podrían trabajar o gestionarla.
-¿Cuánto le ha costado la máquina nueva?
-Esa máquina, bien comprada, está en 55.000 euros más IVA.
-Algún día empezarán sus hijas a comprar máquinas...
-...Y yo me enfadaré como hace ahora mi padre.
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