Fe contra la sequía

«Año bisiesto, mete la paja en un cesto», reza un refrán de los viejos campesinos alburquerqueños que presagia la falta de lluvias en años que, como este 2012, tiene 366 días. Y han sido los hombres del campo, ganaderos especialmente, los que intercedieron ante la Hermandad de la Virgen de Carrión de Alburquerque para que sacara a la patrona de su ermita con el fin de pedir lluvias. Y así se hizo el pasado sábado día 10, cuando el mayordomo de la citada hermandad y el párroco local pidieron a los vecinos de la villa que acudieran al santuario, ubicado a orillas del río Gévora, para acompañar a la Virgen de Carrión en procesión y hacer rogativas por las ansiadas lluvias.

Desde el 12 de marzo del año 2005 no se daban unas circunstancias de sequía tan pertinaz como para recurrir a la patrona para rogarle agua, y en un pueblo eminentemente agrario como Alburquerque y con una crisis como la que de por sí ya atraviesa el campo, la falta de lluvias reviste una extrema gravedad. Tanto que el propio mayordomo, Pedro Duarte, aseguraba que hace unos días se encontró a un joven ganadero que no esquila sus ovejas porque «están en los huesos» al no poder echarles de comer y no haber hierba en los campos. «Esto me llegó al alma y nos decidimos a sacar a la Virgen», señaló Duarte, quien pidió que todos asistieran en masa a hacer rogativas a la ermita.

Y el pueblo respondió. Decenas de alburquerqueños hicieron a pie los nueve kilómetros que separa la localidad del santuario de Carrión y cientos de automóviles poblaban las extensas tierras que rodean el santuario. La imagen de la patrona salió en loor de multitudes, como en los días de romería, y fue acompañada en procesión por varios cientos de personas hasta la orilla del río.

El párroco Ángel Solano había solicitado que para darle más solemnidad al acto, toda la gente pronunciara una serie de plegarias, una larga letanía a los Santos, porque «todos tienen que ser conscientes de que vamos a rogar y a poner como intercesores a los Santos».

Y así se hizo a lo largo de los 200 metros existentes entre la ermita y el puente del río Gévora, adonde se llevó a la patrona, portada a hombros por hombres y mujeres que se relevaban. Mientras, entre los ecos de los cánticos y el zumbido de los abanicos grabados con la imagen de la virgen de Carrión, se escuchaba el comentario de unos hombres incrédulos que se limitaban a decir, pesarosos, que «el tiempo no está de agua». Sin embargo, la fe es mucha y la mayoría de los presentes confían en que la patrona traiga el agua. Una mujer recordaba que hace justo siete años, tras las últimas rogativas, llovió a los pocos días y pocos creían que fuera posible. A partir de entonces vinieron años generosos en agua, apuntaba una señora que se disponía a dar un relevo a otra que cargaba con la imagen.

Al llegar al río la procesión se detuvo, y el sacerdote tomó un ramo de hisopo empapado en las escasas y mansas aguas de ese tramo del Gévora para rociar el manto de la virgen. Unos metros más atrás, una mujer explicaba que igual que a un niño se le mojan los labios para que después el pequeño continúe bebiendo por sí solo, el contacto de la patrona de Alburquerque con el agua hará que aquella traiga la lluvia.

Año bisiesto

Posteriormente, tras entonar una canción referente a la maldita sequía, la comitiva giró de regreso al santuario y, de nuevo en lo alto de la colina donde se erige, la imagen de la Virgen de Carrión fue colocada mirando hacia Alburquerque al tiempo que tenía lugar el canto de una salve a la patrona. Ahora toca dejar de creer en los malos presagios de los años bisiestos para confiar en que la fe, que dicen mueve montañas, sea capaz de llenar el cielo de nubes que descarguen agua.