ANTONIO GARCÍA DE QUIRÓS
Domingo, 26 de agosto 2012, 10:34
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«Todo el mundo dice que en los pueblos se vive bien, pero nadie se queda». El diagnóstico de lo que ocurre en los pueblos es de José García, alcalde de Casas de Miravete, una de las muchas localidades extremeñas que se están quedando sin vecinos. La opinión de este alcalde es respaldada por los números: entre los años 2001 y 2011, el 90 % de los municipios menores de 5.000 habitantes ha perdido población. A esto hay que unirle que 281 de un total de 387 municipios de Extremadura no llegan a 2.000 habitantes. José García añade que es imposible quedarse en los pueblos sin un trabajo. «Nuestra prioridad es facilitar la creación de empresas sociales y sostenibles desde el ocio y del sector servicios».
La pérdida de población fue una constante en Extremadura a partir de la segunda mitad del siglo pasado. Un problema que sigue presente. Según Julián Mora, catedrático de Ordenación del Territorio de la de la Universidad de Extremadura, el aumento de la tasa de mortalidad y la reducción de nacimientos impiden un relevo generacional.
El progresivo abandono de actividades económicas que sostenían a estos pueblos, como la agricultura y la ganadería, unido a la falta de alternativas industriales o turísticas, hacen que la población joven opte por desplazarse a las grandes ciudades. La actual situación de crisis y los recortes no hacen sino acelerar aun más el proceso.
Un recorrido por la despoblación en Extremadura podría comenzar por el sur de Badajoz, en la campiña de Llerena. Entre sus pueblos se encuentra Casas de Reina, con 212 habitantes. Llegó a tener 1.400 habitantes en los años setenta, y en apenas tres décadas han perdido el 80 % de sus vecinos.
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«En la lucha contra la despoblación hay pocos apoyos» cuenta Agustín Castelló, alcalde del pueblo. La crisis y los recortes van a afectarles de una forma crítica, dice. «Está en el aire la permanencia del médico en el pueblo y está en riesgo la continuidad del colegio. Se pueden generar ciudadanos de primera y de segunda categoría en Extremadura».
Según dice el alcalde, el futuro del municipio pasa por impulsar proyectos de turismo cultural que dinamicen la economía de la zona a través de su patrimonio, como la ciudad romana de Regina. Una de sus propuestas es extender el Festival de Teatro de Mérida a los otros dos que existen en Extremadura: Medellín y de Casas de la Reina.
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Otra de las zonas que más sufre la perdida de población es la de la Serena y la Siberia, al este de Badajoz. Uno de sus pueblos es El Risco, con 162 habitantes, y que en sus mejores tiempos superó los 500. «Llevamos estancados muchos años, siempre a la baja, perdiendo entre cuatro o cinco habitantes al año», cuenta Luis Sánchez, alcalde. El 40% de los habitantes es mayor de 65 años.
El problema de El Risco es similar al de otros pueblos cercanos de la Serena, como Capilla (192 habitantes), y que se repite en el resto de municipios de estas dos comarcas. Su dependencia de la ganadería y la agricultura y la falta de industria limitan las posibilidades de la zona. El regidor de El Risco ve el futuro con incertidumbre. «Nos preocupan sobre todo los recortes en las ayudas de asistencia a domicilio de la Junta, tenemos muchos ancianos que lo necesitan».
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Más al norte, en el centro de Extremadura, se encuentra la Sierra de Montánchez, donde el proceso de despoblación es similar. Dos de los casos más visibles son Benquerencia (89 habitantes) y Ruanes (62 habitantes). «El 60% de la población esta fuera de la localidad, y solo regresan cuando se jubilan», cuenta Francisco Manuel Merino, alcalde de la primera localidad.
Historia viva
El futuro de estos pueblos va unido a la ganadería y la agricultura. «Si se pierde el sector primario, la mitad de los pueblos desaparecería», dice el edil, que añade la necesidad de un cambio en el modelo productivo con posibilidades de empleo reales en la zona. Se refiere al desarrollo de infraestructuras de energías alternativas como energía eólica. «En estos tiempos, ser alcalde en estos pueblos es gestionar miseria, mi lucha es mantener vivos pueblos como el mío, cuando se pierde un pueblo se pierde una historia», dice preocupado el alcalde.
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La necesidad de buscar soluciones impulsa iniciativas como la Mesa contra la Despoblación del Campo Arañuelo, en la que participan ayuntamientos y asociaciones del noroeste de la provincia de Cáceres. En la zona se encuentran poblaciones con serios problemas como Higuera de Albalat (115 habitantes) o Casas de Miravete (217 habitantes), que intentan resistir al abandono. Es una zona cuyo principal problema es el envejecimiento. «El 70% tiene más de 70 años, no crecemos, y el que mejor está es el que se mantiene», insiste José García, el alcalde de Casas de Miravete que se queja de que a la gente le gustan los pueblos pero no se queda a vivir en ellos. José es uno de los coordinadores de la Mesa contra la Despoblación del campo Arañuelo junto con la asociación Higuera Adelante.
Esta Mesa apoya el desarrollo de empresas independientes y autosuficientes. «Que los ayuntamientos no sean patronos de nadie, pero que les ayuden y creen infraestructuras. Recibiremos cualquier iniciativa empresarial con todas las facilidades, en Casas de Miravete hemos aprobado que no se cobre licencia de obras, y estamos estudiando la cesión de locales para empresas que estén empezando», explica el alcalde
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Su segundo objetivo es la concienciación. «La población tiene que conocer el problema, no podemos renunciar a la riqueza etnográfica y medioambiental». Un 14% del término de Casas está dentro del entorno del Parque de Monfragüe.
En pueblos como Pedroso de Acim, en la Comarca de Tajo-Salor (111 habitantes), han apostado por la promoción del turismo rural, en palabras de su alcalde, Cándido Martín. «Hemos reinventado el pueblo, y hemos aumentado nuestra población».
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Destaca la necesidad del uso de las nuevas tecnologías como soporte para impulsar la promoción desde los municipios, haciendo promoción de su patrimonio con el Convento del Palancar, considerado como el más pequeño del mundo. Otra alternativa la llevan a cabo en Berrocalejo y El Gordo, apoyando el complejo turístico de Isla Marina en el embalse de Valdecañas, lo que les ha permitido aumentar su población en los últimos años.
Según Mora Aliseda, la potenciación del uso turístico de las costas de agua dulce puede ser una alternativa. El mapa del despoblamiento podría ampliarse con las comarcas del norte, este y oeste de Cáceres, la provincia más afectada. Las Hurdes, las Villuercas o Sierra de San Pedro sufren el mismo proceso.
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