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M. J. T.
Domingo, 3 de febrero 2013, 10:15
Minutos antes de las cinco de la tarde la campana de la ermita de las Candelas, situada a medio camino entre la Plaza de Santa Clara y la de San Francisco, no para de repicar. Anuncia la salida de la procesión de la Virgen de las Candelas, que cada 2 de febrero recorre el trayecto que hay entre este templo y la parroquia de San Mateo, de la que depende. El encargado de hacer sonar la campana es Aquilino Barrantes, voluntario de Cáritas.
En el interior de la ermita, el párroco de San Mateo, Paulino Hernández, bendice las velas que los asistentes portarán durante el recorrido. «Estas velas no protegen de las tormentas ni de ningún mal. Lo único que indican es el camino de Jesús», aclara refiriéndose a las propiedades atribuidas por la tradición popular a estas ceras.
A las cinco en punto la imagen abandona la ermita, vestida con el manto de raso blanco bordado en hilo de oro que le regaló hace años un feligrés. En la explanada cuatro niños aguardan la salida de la talla para abrir las cajas que custodian. De su interior, sale un grupo de palomas que echa a volar en dirección al criadero que, cada año, las cede para la ocasión. A ritmo ligero, y bajo las indicaciones marcadas por Emilio Rodríguez, el jefe de paso, la imagen inicia su ascenso a San Mateo por la calle Torremochada. Una vez en Santa Clara, la procesión continúa por la calle Ancha hasta llegar a San Mateo. Son, apenas, unos escasos quince minutos de recorrido.
La imagen desfila con la vela que porta en su mano derecha apagada para evitar que se repita el desgraciado accidente ocurrido en 1994, cuando la talla se quemó. Claveles de color rosa y margaritas blancas adornan este sencillo paso.
Aunque esta cita nunca es multitudinaria, la procesión de ayer acusó un descenso de público. ¿El motivo? «Hay poca gente porque se ha ido a San Blas, que es más importante que nosotros», admitió Paulino Hernández durante la bendición de las velas. Ayer coincidieron en el calendario la romería de San Blas y la procesión de la Virgen de las Candelas, dos citas de referencia para la tradición cacereña.
Desde 2011
Ya en San Mateo, en el transcurso de la misa, tuvo lugar la presentación y bendición de los niños nacidos durante los últimos doce meses ante la Virgen de las Candelas. Se trata de una cita de nuevo cuño adoptada hace tres años.
Comenzó en 2011. En esta ocasión, ocho menores participaron en el acto, que tuvo lugar el 1 de febrero en el interior de la ermita de las Candelas. En 2012 se optó por cambiarlo de día y de lugar. Se celebró el 2 de febrero, coincidiendo con la procesión, en la parroquia de San Mateo. Pero ningún menor acudió al acto. Ayer, en cambio, sí hubo niños en San Mateo. Cinco, para ser exactos. Entre ellos estaba Jordi Aranda, de Navalmoral de la Mata. «Hemos venido a ver a los abuelos, que viven en Cáceres. Soy cristiana y quería presentar a mi hijo ante la Virgen», reconoce Cristina Granado, madre del menor.
Tras la eucaristía y la presentación de los niños, la Virgen retornó a su ermita, donde la campana no ha parado de sonar durante los últimos dos días, según detalla Aquilino Barrantes. El viernes, durante la jornada previa a la procesión, la ermita acogió la celebración de una mesa de ofrendas.
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