Desilusión y llanto en la noche del Martes Santo

Tercer día de procesiones y tercer día de suspensiones. No por anunciado dejó de doler anoche la cancelación de los dos desfiles previstos para la noche del Martes Santo. Ni en la barriada de la estación ni en el histórico convento de las Clarisas Descalzas pudieron disfrutar del lujo que supone ver los pasos en la calle.

Desde primera hora de la mañana se mascaba la desilusión. Los pasos se prepararon, eso sí, pero casi nadie tenía fe en que las nubes que cubrían la ciudad pudieran apartarse antes de caer la noche.

En el convento de la plaza López de Ayala fue continuo el trajín durante todo el día. La junta de hermandad, presidida por la incansable María Jesús Mediero, organizó todo a la espera del milagro.

Pero al caer la tarde mantuvo su última reunión y hubo consenso a la hora de hacer oficial lo que todos suponían: este año tampoco habrá desfile.

Incluso más evidente se hizo la decisión en la parroquia de San Fernando, un templo construido en la segunda mitad del siglo pasado que por las reducidas dimensiones de sus puertas obliga a montar los pasos en el atrio, a cielo raso.

Quienes se acercaron el templo para ver qué iba a ocurrir vieron que las imágenes no habían sido colocadas y llegaron pronto a la conclusión de que no habría desfile, aunque se apuró hasta última hora para dar oficialidad a la decisión. «Me habría encantado despedirme como hermano mayor sacando la procesión a la calle, pero la prudencia aconseja quedarse en el templo», confesó José Miguel Rico.

En San Fernando querían presentar al Santísimo Cristo de la Angustia, que fue restaurado tras la Semana Santa del pasado año en los talleres pacenses de Peña-Luengo. Pero la climatología lo impidió y será necesario esperar al próximo año.

Tampoco pudo verse en el esplendor de una procesión el nuevo dorado de la canastilla del Cristo de la Espina, cuya restauración se ha realizado en los talleres sevillanos 'Manolo y Antonio Doradores'.

La desilusión y el llanto, una vez más, marcaron la noche del Martes Santo.