PILAR ARMERO parmero@hoy.es
Lunes, 8 de abril 2013, 09:27
Manolo Núñez y su mujer llevan bebiendo agua de la sierra del Brezal toda la vida. Las garrafas de cinco litros se alinean escalón tras escalón entre las plantas de su casa de varias alturas en Torrejoncillo, el pueblo que acaba de recibir como caída del cielo la certificación oficial de que la que sale por la fuente de San Antonio es agua mineral y natural, lista para ser envasada. Lo que hace este matrimonio lo hacen la mayoría de los vecinos del pueblo y también de otros de la zona, situada a mitad de camino entre Cáceres y Plasencia, tras el puerto de Los Castaños.
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«Viene gente hasta de Acehúche y los lunes, que es cuando hay mercadillo aquí, se forman unas colas tremendas con quienes se vienen cargados de envases en sus coches para llenarlos», cuenta Núñez.
También coge agua de la fuente el acalde, Moisés Paniagua, que ha tenido el honor de recibir en su despacho el certificado con el que la Junta reconocía el pasado día 1 que el agua del pueblo reúne todas las condiciones necesarias para ser embotellada y comercializada.
Siete años ha tardado el Ayuntamiento en conseguir que llegue ese papel con el que finalmente han estrenado este mes de abril. Un tiempo en el que se han realizado análisis y tomado muestras del agua, se han elaborado informes que después se han expuesto públicamente por si había interés en presentar alegaciones, y se ha tenido que esperar a obtener el visto bueno de organismos como la Confederación Hidrográfica del Tajo y la Dirección General de Salud Pública. «Sabíamos que el proceso sería largo pero ha merecido la pena esperar», apunta el alcalde.
Fue en 2005 cuando el Consistorio puso en manos de la Administración regional el deseo de que se validase científica, técnica y oficialmente la calidad de un agua que es conducida desde la sierra hasta la fuente de San Antonio, al lado de la ermita del mismo nombre. Se puede coger también al pie del mismo manantial, que está ubicado en una finca de Pedroso de Acím pero que es propiedad del Consistorio torrejoncillano, e incluso en Portezuelo, al otro lado de la sierra.
«La tramitación se inició en 2005 pero la idea de que se reconociese la calidad de esta agua surgió antes, en 2001 con el anterior alcalde, José María Arias», cuenta Paniagua, que por azares de las urnas viene alternándose cada cuatro años en el poder municipal con el exalcalde socialista.
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Cuando él llegó por primera vez a la alcaldía, en 2003, retomó la iniciativa porque le pareció interesante y buena para el pueblo por encima de signos políticos.
De hecho, en la convocatoria siguiente volvió a salir su predecesor Arias y en esta última de nuevo él, sin que ninguno de los dos haya aparcado el interés por este proyecto. «Podemos tener nuestras diferencias ideológicas pero si hay algo que es positivo para los vecinos sería una torpeza no apoyarlo», dice el primer edil.
El agua del Brezal es la que hace años consumía todo Torrejoncillo y ahora es solamente un porcentaje de la que sale de sus grifos, mezclada en una pequeña proporción con la de la presa de Pedroso, que es de la que se surten principalmente, aunque en ocasiones tienen que echar también mano de la del embalse de Portaje. Una mezcla buena y de buen sabor pero que para los vecinos pierde puntos frente a la opción de poder llevarse a los labios la que mana sin pizca de cloro en el Brezal.
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Buscando opciones
Al equipo de Gobierno torrejoncillano le queda ahora por delante la tarea de ver cómo sacar el máximo provecho al reconocimiento de la mineralidad y naturalidad del agua.
«Queremos atraer inversores y tenemos que analizar cómo hacerlo. Ya hace años hubo empresas que se interesaron por la posibilidad de embotellar el agua y lo que tendremos que ver ahora es si ese interés por envasar o por comercializarla sigue latente. Todos tenemos necesidad de inversores, de que se cree empleo en nuestros pueblos y esta es una buena oportunidad para intentarlo».
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Independientemente del resultado que finalmente se obtenga, lo que tiene claro Paniagua es que el agua del Brezal siempre seguirá manando para que puedan recogerla libremente los vecinos, como hasta ahora. «Será una condición indispensable en el caso de que se llegue a un acuerdo con alguna empresa», asegura.
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