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Don Felipe y doña Letizia, al llegar al centro cultural San Francisco. Junto a ellos, Monago, León, García de la Concha, Manzano e Iglesias. :: L.C.
Visita fugaz de los Príncipes a Cáceres para apoyar al español
Reunión anual del Instituto Cervantes

Visita fugaz de los Príncipes a Cáceres para apoyar al español

Unas 70 personas esperaban a don Felipe y doña Letizia, veinte de ellas antimonárquicos, pero no les vieron porque entraron por otra puerta

ANTONIO ARMERO

Miércoles, 24 de julio 2013, 10:08

Se sabe que los Príncipes de Asturias pasaron ayer por Extremadura porque en el sitio en el que estuvieron había jaleo de policías, porque lo dicen las notas de prensa, porque hay un reducido grupo de personas que puede atestiguarlo y así lo han hecho algunas colgando retratos de grupo en las redes sociales, y porque se les ha visto en fotos. Les vieron de cerca los políticos y algunos de los que trabajan junto a ellos; les vieron de cerca los directores del Instituto Cervantes repartidos por el mundo que ayer se juntaron en Cáceres; les vieron de cerca algunos periodistas y fotógrafos durante menos de un minuto al principio -las cámaras profesionales actuales registran la hora de cada toma- y un minuto después; y también los vieron de cerca algunos de los trabajadores del centro cultural San Francisco, sede del encuentro anual de máximos responsables de la entidad que defiende y promociona el idioma español en 44 países. Autoridades y empleados del San Francisco pudieron saludar y fotografiarse con ellos, incluso grabarles en vídeo con el teléfono móvil -con más detenimiento al término de la reunión que antes de ella-, mientras que quienes aguardaban su llegada en la calle no les vieron.

A las doce, hora fijada para la llegada de don Felipe y doña Letizia, había entre sesenta y ochenta personas esperándoles, en torno a veinte de ellas manifestantes antimonárquicos (estaba Víctor Casco, diputado regional de Izquierda Unida) portando banderas republicanas y cantando contra la Familia Real. Tanto los que iban a vitorear como los que pitaban se colocaron en la ronda de San Francisco, allí donde vieron que había vallas y agentes de la Policía Nacional, o sea, la escenografía propicia para suponer que allí verían con sus ojos la escena tantas veces repetida en la tele: un coche que se para y príncipe y princesa que se bajan y saludan con la mano hacia un lado y hacia el otro.

La mayoría pensó que ése era el sitio bueno. La mayoría, que no todos. «Sí, yo sí los he visto, estaba claro que no entrarían por donde se había colocado toda la gente», se felicitaba una mujer colocada cincuenta metros más allá que los demás y que gracias a su pericia, había conseguido verlos con dos aceras, una hilera vertical de barrotes de hierro, un trozo de jardín, unos cuantos metros de asfalto y una tercera acera de por medio. «Sí, él ha levantado la mano para saludar», detallaba complacida la señora.

A medio minuto andando de ella estaban los demás. «Yo vi a la Reina una vez que vino a Cáceres y fue mucho más simpática», valoraba Pepi Bolaños, una de las que ayer se quedó con las ganas. «No me ha parecido bien lo que han hecho, ni siquiera se han parado», se quejaba también Carmen Miguel, otra de las mujeres que se puso donde casi todos y se llevó el mismo chasco.

El paso fugaz

Porque llegado el momento, en la puerta prevista no paró ningún coche. Se vio pasar a varios con las lunas tintadas, y acto seguido, a los agentes de la Policía Nacional moverse en la misma dirección, hacia la puerta principal de acceso al recinto del complejo cultural, cerrado para todo el que no estuviera acreditado. En esa fila de coches iba el Mercedes con la matrícula real y la bandera azul sobre su faro derecho. Dentro de él, hilando fino, se distinguía a don Felipe sentado detrás del conductor. Al ver a la mayoría de los policías desfilando, el reducido grupo que esperaba empezó a sospechar que había sucedido algo con lo que ellos no contaban. «Nos han hecho la 3-14», comentaba un joven un segundo después de vivir el episodio.

La explicación al hecho de que entraran por una puerta distinta a la prevista por el público se intuye en razones de seguridad e imagen, a las que hay que añadir el contexto, o sea, el momento complicado que vive la Monarquía en España, especialmente a raíz del caso de presunta corrupción que protagoniza Iñaki Urdangarín, el marido de la infanta Cristina. Además, algunos de los participantes en el acto de ayer subrayaban que no se trataba de una visita a la ciudad, un tipo de acto que propicia el encuentro con los ciudadanos, sino de un viaje para presidir un acto cultural privado. Para eso viajaron ayer los Príncipes a Cáceres, para participar en una reunión a puerta cerrada con los directores del Instituto Cervantes. Y eso fue lo que hicieron ayer don Felipe y doña Letizia: ceñirse al guión.

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