
CELIA GUERRA
Miércoles, 31 de julio 2013, 10:49
Comprar libros en esta época se hace cuesta arriba para aquellas familias que no atraviesan un buen momento. Por eso, el préstamo se convierte en una alternativa real y muy recurrente en los preparativos de la vuelta al cole. Desde hace cuatro años, la asociación de vecinos Cáceres el Viejo organiza un rastrillo en el que los usuarios que quieran y posean libros de texto en buen estado puedan entregar este material para ser usado por otros estudiantes. Además de la recogida de manuales, la asociación ha querido sumarse a la campaña llevada a cabo por Cruz Roja en colaboración con el Banco de Alimentos recogiendo comida a la vez que libros. De ambos se aceptan donaciones tanto personales como de instituciones públicas o centros escolares.
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En esta ocasión la sede de recepción y entrega de libros usados y ahora alimentos, ha cambiado de sitio. Habitualmente se ha celebrado en la cochera de la casa de una de las colaboradoras fijas de la asociación, Mercedes Pascual, y a su vez, impulsora de este intercambio solidario. En esta edición de 'Cambia tu libro de texto', se han tenido que trasladar a un local cercano a la anterior ubicación, por el que tienen que pagar un rento mensual de unos 300 euros.
Según indican Mercedes y el presidente de la asociación vecinal, Manuel Iglesias, «estamos teniendo que hacer verdaderos esfuerzos para poder costear el alquiler». De hecho, al recorte en las fiestas que ya iban a aplicar por la crisis se le unirá otro más, y es que este desembolso no previsto es, según Mercedes, «más necesario». «Si tenemos que reducir gastos en fiestas lo haremos porque esta campaña es muy importante», afirma Iglesias.
Hablan de la importancia porque la efectividad del intercambio es notable. El año pasado consiguieron ayudar a 128 familias en total y este año ya van por las 70, con lo que espera que supere el centenar. No ponen ningún tipo de pega para coger los libros, ellos confían en la buena voluntad de los ciudadanos. «Suponemos que los que vienen a coger libros es porque lo necesitan», explica la coordinadora de la iniciativa. De todos modos, matiza que no todos los que vienen pasan necesidad extrema, sino que hay algunos que lo hacen para ahorrar en la temida cuesta de septiembre. Esta decisión «no nos afecta, porque los que tienen posibles también colaboran con la donación de libros».
Ana Belén Pérez es vecina del barrio. Es auxiliar de Enfermería y tiene dos hijas, una en tercero de la ESO y otra en segundo de Primaria. Ha cogido libros para sus dos chicas este curso. Calcula que de no haber cogido los manuales prestados se habría gastado aproximadamente 800 euros en las dos. Ella también lleva libros y se encarga de difundir el mensaje por todo el vecindario.
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No solo participan particulares, sino que hay instituciones que ya han mostrado su interés. El IES Sierra de Montánchez les trajo hace no mucho cajas y cajas llenas de libros. También han estado por la Vera y Hervás, de donde han conseguido traerse 50 cajas.
Las estanterías del local están llenas de ejemplares de texto. Ordenados por curso, la oferta abarca desde primaria a Bachillerato. También tienen libros de lectura y algún que otro manual de inglés. El estado de los mismos es bueno, afirma Mercedes, y la disponibilidad según colegios es alta. «Los usuarios que entregan sus libros dan el lote del curso completo». De todos modos, si falta algo, ya se encarga ella de apuntarlo y buscarlo entre las listas que aparece. Para que el usuario se haga una idea de lo que supone el gasto en libros, Mercedes muestra una lista con los libros exigidos en la ESO y señala la cantidad total que supondría su adquisición en cualquier librería o grandes almacenes. El año pasado quisieron ir aún más lejos e incorporaron material escolar a precio de coste, pero hubo algunas papelerías que se quejaron por la «competencia desleal» que esto suponía.
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La coordinadora del rastro es conocedora de las necesidades de sus vecinos y el resto del año también les ayuda. «Empecé haciendo de intermediaria entre los que necesitaban comida y la Cruz Roja, les ayudaba con los papeles y la declaración jurada en la que quedaba patente que no recibían ningún tipo de ayuda o renta», aclara. Viendo las circunstancias en las que se encontraban algunos, decidió recoger ella misma la comida. De momento llevarán más de 20 kilos. Insiste en que hay gente «muy necesitada más cercana de lo que se cree».
En su afán de construir un barrio ejemplo de solidaridad, Mercedes y Manuel no pararán hasta conseguir que los sus vecinos puedan tener una mayor calidad de vida, su próximo objetivo, una columna de cardioprotección.
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