FERNANDO MIÑANA
Sábado, 21 de diciembre 2013, 10:33
Muchos ciudadanos saben que un presidente del Gobierno tiene las espaldas cubiertas hasta el resto de sus días. Su plan de jubilación se denomina 'asignación vitalicia'. Felipe González y José María Aznar lo disfrutan y gracias a él se embolsan 82.000 euros cada año. Pero muy pocos conocen que ese dinero es solo un complemento al lado de sus sueldos como asesores de compañías eléctricas.
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Felipe González está contratado en Gas Natural Fenosa y, según la información que remite la empresa a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), su cargo está remunerado con 126.500 euros brutos anuales. El antiguo líder de los socialistas accedió al 'mundillo' eléctrico en diciembre de 2010 y un mes después se sumó, serán los caprichos del destino, su sucesor en la presidencia del Ejecutivo, José María Aznar. Su destino fue Endesa, la compañía que le entrega 200.000 euros cada ejercicio.
Ellos tienen tanto derecho a trabajar como cualquier otro. Pero la masiva presencia de exaltos cargos del Gobierno en las diferentes compañías eléctricas ha levantado fuertes suspicacias entre el electorado, harto ya de fraudes y engaños. Y a unos días de que se consume el desasosegante aumento en el recibo de la luz, la gente se pregunta si es ético.
La situación hasta ha sido acuñada bajo el nombre de 'puertas giratorias'. El ministro de turno sale del gobierno y el camino le conduce a un jugoso empleo como asesor. Dejas la bancada y acabas en un mullido sillón. Bajo qué méritos. ¿No es esto tráfico de influencias? Parece claro que no, al ser una práctica habitual y al no ser castigado y ni siquiera juzgado. Pero eso no quita para que el pueblo recele de su suerte al echar el currículo. Porque a pocos entendidos se les escapa que Aznar cayó en los brazos de Endesa, la empresa que privatizó durante su mandato.
Algunos ya no están, otros acaban de llegar y otros lo harán en el futuro. El camino está despejado de tanto usarlo. Hay quien no respeta ni la 'cuarentena'. Como Elena Salgado, la exministra de Economía, que burló la legislación actual. Un exalto cargo no puede trabajar para una empresa privada española durante los primeros dos años tras abandonar su puesto. Salgado se incorporó a una filial chilena de Endesa antes de que pasaran los preceptivos primeros 24 meses. ¿Y por qué un par de años? El motivo es que durante ese periodo, los exministros y exsecretarios de Estado cobran en torno al 80% de su sueldo. De ahí que puedan incurrir en un régimen de incompatibilidades.
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En Endesa también estuvo como consejero Narcís Serra, exvicepresidente de Felipe González. El que fuera también ministro de Defensa, eso sí, es licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Barcelona, doctor en Ciencias Económicas y Honorary Fellow de la London School of Economics. Y cuando el ministro se fue en 2011, otro entró por la misma puerta, Joan Majó, quien tuvo la cartera de Industria
De Guindos, la excepción
Mucho más inusual es recorrer el camino en sentido inverso, como hizo Luis de Guindos, el actual ministro de Economía, que dejó su puesto en el comité de nombramientos y retribuciones de Endesa para incorporarse al Gobierno. Pero, ojo, aquí falta todavía por conocer el final de la historia, qué pasará cuando agote su etapa en la política.
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En cualquier caso, De Guindos es la excepción. La lista de los que hacen el otro camino es mucho más larga e incluye a Pedro Solbes, exministro de Economía, de Agricultura y exconsejero europeo, que forma parte del consejo de administración de la italiana Enel (propietaria de Endesa en un 92%). Al socialista también le echó el guante Barclays. O su colega Miguel Boyer, exministro de Economía, Hacienda y Comercio, quien disfruta de un sillón en el consejo de Red Eléctrica, una empresa con una quinta parte de capital público que se encarga de gestionar el transporte eléctrico en España y que tiene como presidente a José Folgado, exsecretario de Estado de Presupuestos y Energía. En Red Eléctrica también se han acomodado como consejera María de los Ángeles Amador, exministra de Sanidad y Consumo, y la exdiputada socialista Arantxa Mendizabal.
El resto de eléctricas nacionales tampoco ha resistido la tentación de contratar a un personaje influyente, con contactos en las altas esferas y experiencia en la gestión. Iberdrola se fijó en Ángel Acebes, exsecretario general del PP y ministro de Administraciones Públicas, Justicia e Interior. Ha ido ganando ascendencia en la empresa y su sueldo acaricia ya los 400.000 euros. Por Iberdrola también pasó el expresidente de la Generalitat Valenciana José Luis Olivas, ahora recluido a un órgano consultivo externo en la Comunitat Valenciana. Su fundación no se escapa y está presidida por Manuel Marín, quien fuera presidente del Congreso entre 2004 y 2008.
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Casi ninguna se libra. Luis Carlos Croissier, exministro de Industria y Energía, está en el consejo de Repsol. Ana de Palacio, exministra de Exteriores, es consejera de EDP España (la antigua Hidrocantábrico). Enagás alistó al exministro de Exteriores, Marcelino Oreja. Ahora, hasta ellos tendrán que mandar a sus hijos y nietos que apaguen la luz.
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